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Shirin (2008)

Shirin
92 min.
5,6
382
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Sinopsis
La película muestra a las espectadoras (todas mujeres) de una sala de cine que están viendo una película basada en un cuento persa, cuya protagonista, la heroína Shirin, ha huido de un harén y viaja en busca del amor. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Escenario único Cine experimental
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Irán Irán
Título original:
Shirin
Duración
92 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Links
"Casi dos horas de primeros planos (...) al final, cuando aquello llegó a la meta, ni siquiera nos esperaba un premio a los cuatro desgraciados [Nota: críticos del Festival de Venecia] que quedamos."
[Diario ABC]
"Insufrible"
[Diario El País]
6
Sobre ficciones y miradas
Pocas películas han suscitado más polémica en los últimos años que "Shirin". Lo cierto es que el radical planteamiento que propone Abbas Kiarostami no resulta de fácil digestión. Una sucesión de primeros planos de espectadoras que visionan una película en un cine, es todo el contenido visual que nos ofrece la pantalla durante la hora y media que abarca su metraje.

Después de una carrera en la que había adelgazado paulatinamente el andamiaje dramático de sus obras, hasta llegar al vaciado casi total en "Five" -cinco planos de observación pura y dura-, daba la impresión de que Kiarostami no podía ir más lejos en su apuesta. Incluso pudiera haber llegado a un callejón sin salida. "Shirin" supone una vuelta a la historia, al argumento dramático, pero de manera indirecta. No es un repliegue; el director iraní ha tomado un angosto desvío que le trae de regreso al terreno de la ficción; más bien a su cuarto trastero.

Esa ficción es el "Shirin" ante el que reaccionan las espectadoras que vemos en la pantalla. Sus armas narrativas, la banda de sonido que percibimos íntegra, y los rostros de esas mujeres que hacen las veces de espejo, un espejo que no refleja una imagen, sino las emociones que ésta produce. De esta manera, lo que debería ser la visualización de esa historia queda simplemente sugerido de manera indirecta.

Es decir, no estamos ante una película sobre gente que está viendo a su vez otra película. Se trata de una ficción que nos llega indirectamente.

Por otro lado, Kiarostami realiza una declaración de principios al respecto de la ficción en el siglo XXI, que resulta especialmente coherente en un director como él. Hoy en día, con el devenir de la Historia, las artes y la experiencia audiovisual, resulta muy complicado plasmar en celuloide ciertos argumentos, a riesgo de caer en la impostura. Nuestra mirada está demasiado contaminada, y carecemos de la necesaria inocencia para ello. "Shirin" es una antigua narración persa que habla de sentimientos a tal nivel de absolutismo, y mediante unos códigos expresivos tales, que resulta muy difícil de reproducir actualmente desde una posición de honestidad estética. Kiarostami lo ha conseguido evitando mirar frontalmente.

De hecho, si algo chirría en “Shirin” es la presencia de Juliette Binoche en un conjunto de rostros más o menos anónimos para nosotros. En el fondo no nos creemos sus lágrimas; ¿qué inocencia puede haber perdurado en la mirada de quien ha protagonizado –por poner un ejemplo- “Código desconocido”?

Pese al indudable interés de esta propuesta, hay que señalar también los inconvenientes que su planteamiento estético acarrea, y que fundamentalmente se pueden resumir en la limitación expresiva que sufre la película, lo cual dificulta que la experiencia de su visionado llegue a ser enteramente satisfactoria.
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24 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
“No me sorprende ver a un rey enamorado de una mujer, pero ¿cómo puede ser que el mundo entero no esté enamorado de ellas?”
¿Qué puede pretender, un director, cuando tiene la osadía de hacer un filme de ¡91 minutos en los que únicamente filma el rostro de varias decenas de mujeres iraníes (110 para ser exactos) sentadas en una sala de cine, viendo un drama que nosotros no vemos y tan solo escuchamos?

¿A qué suerte de espectadores cree, él, que puede interesarle un filme en el que “no hay movimiento”, “ni escenarios”, ni… ni nada que se le parezca a un filme convencional. ¿Serán simples deseos de tomarle el pelo a los espectadores?, ¿Será un desvarío de un talento en declive (¿?) que de pronto se dedica a hacer cualquier cosa?, ¿O qué otra motivación puede encontrarse en semejante aventura de un magnífico cineasta como ha demostrado ser el iraní, Abbas Kiarostami?

La historia que ven los espectadores del filme dentro del filme (porque también hay hombres: amigos, actores y colaboradores del director, sólo que estos aparecen siempre difuminados en segundo plano) es el drama, “Cosroes y Shirin” de Farrideh Bolbou, inspirado en la obra de, Hakim Nezami Ganjavi (1141-1209), en el cual se nos cuenta la historia de Shirin, princesa de Armenia, cuyo amor se disputan, Cosroes Parviz, emperador sasánida, el arquitecto Farhad, y otro hombre de inesperada presencia.

Hay aquí, un pleno y dedicado canto a la mujer. Se la honra, se la venera, y se convierte, Shirin, en el ideal supremo de aquellos hombres que están dispuestos hasta a morir por ella.

Kiarostami, hace entonces lo suyo: nos ofrece un magnífico ramillete de femeninos rostros iraníes (con inclusión, por su admiración, de las más famosas actrices nacionales: Taraneh Alidoosti, Mahnaz Afshar, Golshifteh Farahani, Behnaz Jafari, Leila Hatami… a las que acompaña su estimada actriz francesa, Juliette Binoche) y los reparte entre caras juveniles, maduras, madres y abuelas, cada una luciendo un discreto (o ningún) maquillaje y con su hiyab en la cabeza cual apreciables vírgenes. Un cierto lapso que no sobrepasa los dos minutos, nos permite apreciar cada rostro en su forma, su expresividad, su particular belleza… y nos da la oportunidad –si queremos- de ver, más adentro, lo que cada una es y representa para la humanidad entera.

Se exalta así la singular grandeza de la mujer, diciéndonos: ¿Cuál es tu Shirin?, ¿Cuál te enamora?, ¿Por cuál de ellas serías capaz de morir?

No todos los hombres, por supuesto, están dispuestos, o en capacidad, de recibir este regalo. La mayoría ha visto muchos rostros y con ésto les basta, pero jamás han contemplado ninguno procurando ver su alma. ¡Ésta es tu oportunidad!

Con, <<SHIRIN>>, Kiarostami, nos hace el regalo de sustraernos del agite inane del mundo, para invitarnos a ver el significado de la quietud, el movimiento interior, los sets del sentimiento, la música del espíritu… y si acaso logras verlos, te darás cuenta enseguida de que ésto es un gran tesoro.
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12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
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