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Inside Deep Throat (Dentro de Garganta profunda) (2005)

Inside Deep Throat (Dentro de Garganta profunda)
92 min.
6,6
1.740
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Teaser
Sinopsis
En 1972 se estrenó una película que convulsionó la realidad social estadounidense: Garganta Profunda. Considerada la película más rentable de todos los tiempos (costó 25.000$ y llegó a recaudar 600 millones de dólares), Garganta Profunda fue más que una excitante curiosidad y un gran éxito de taquilla. Estrenada en el mismo momento en que los movimientos nacionales para la liberación sexual, la igualdad de derechos y los valores contraculturales estaban alcanzando su punto álgido, esta película sexualmente explícita se convirtió inesperadamente en el epicentro de una tormenta social y política sin precedentes. El gobierno de Nixon y el FBI iniciaron una cruzada contra la película y sus creadores a los que acusaban de pornografía y obscenidad, lo que provocó una fuerte controversia entre lo que algunos consideraron protección de la moral estadounidense y otros una intolerable práctica de censura y vulneración de los derechos de los ciudadanos.

Inside Deep Throat (Dentro de Garganta Profunda) es un documental en el que los directores Randy Barbato y Fenton Bailey nos proponen un viaje a los años 70, a la situación social, cultural y política de los norteamericanos, y al intenso impacto que provocó una película pornográfica, cuyo título llegó incluso a servir de referente al escándalo de Watergate que acabó costando la presidencia a Nixon. (FILMAFFINITY)
Género
Documental Documental sobre cine Sexualidad y pornografía
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Inside Deep Throat
Duración
92 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
"Probablemente te sorprenda (...) Puntuación: ★★★½ (sobre 4)"
[USA Today]
"El film va más allá de las anécdotas de la historia. (...) muestra qué poco ha cambiado la política de censura de Nixon a Bush"
[Rolling Stone]
5
4
Positiva
1
Neutra
0
Negativa
10
¿Por quién doblan las campanillas?
Dentro de graganta profunda está muy bien, pero la peli original, Garganta Profunda, es un hito importante de la historia del cine, y se merecería una ficha propia en FA porque es la primera película porno comercializada en las salas. Seguro que había habido pornazo amateur antes de las acrobacias de Linda Lovelace, pero en aquella época no existía internet ni el video ni nada, o sea que la experiencia de reunir por primera vez a montón de pajilleros en una sala oscura y proyectar imágenes gigantescas de gente copulando debía ser algo entre catártico e inquietante, a la par que lucrativo (costó 25.000 dólares y generó un beneficio de más de 600.000.000).

Y ver esta película hoy en día en la tele no tiene ni la mitad del morbo que debía de tener la experiencia original con los piquetes de puritanos pancarteros montando el show a la entrada del cine, pero todavía tiene cierta gracia ir a verla en la filmoteca, que la ponen de vez en cuando con cualquier excusa (por ejemplo este lunes, en homenaje a Gerald Damiano) y resulta muy gracioso, porque en la filmo suele haber un ambiente muy petanquero. Como es un cine barato, y suelen poner pelis antiguas, se llena siempre de abueletes y abuelillas que tienen demasiadas dioptrías para leer la letra pequeña de la programación pero bajan a ver qué les echan; y yo me pensaba que abandonarían la sala pitando al ver las primeras escenas de desnudos y resultó que no, que no, que se dejaron atrapar por el argumento y se tragaron la peli de cabo a rabo.

Y bueno, ya que ha salido el tema del tragar y de los rabos, dejen que les cuente un poco de qué la película: resulta que una señorita con problemas para llegar al orgasmo va al médico y el médico la palpa y la toca y la examina a fondo, y descubre que a esta señorita lo que le pasa es que tiene su principal zona erógena en la faringe en lugar de tenerla en la entrepierna. Si quiere paladear las mieles del orgasmo, no le queda otro remedio que felar pitos hasta el fondo. Pero hasta el fondo fondo, eh, fondo fondo fondo. Y ya se habrán fijado ustedes que el final de la cavidad bucal suele haber un pequeño colgajo llamado úvula o campanilla, que normalmente induce al vómito cuando se toca con un dedo o con un pedazo de comida mal puesto... pues Linda lo debe de tener blindado, porque se pasan toda la peli dándole pollazos y no se le escapa ni una gota de emesis. Otros fluidos corporales sí que se le escapan por varios orificios de su anatomía, pero lo más inquietante es lo de la garganta.

Como decía John Donne, no preguntes por quién doblan las campanillas.

Doblan por ti.
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92 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cohetes, campanas y fuegos artificiales
El cine porno, aunque cueste creerlo, no siempre fue la tediosa, rutinaria e impersonal tabla de contorsionismos gimnásticos a toda carne que es en la actualidad. Hubo un tiempo, antes de los esteroides y los implantes mamarios, antes de los pubis rasurados, el bótox y los torsos de gladiador, antes de la fabricación en cadena de aburridos intercambios de fluidos entre insulsos monigotes de látex, en el que la pornografía no sólo era infinítamente más divertida, original y creíble que la que vino después, sino que podía convertirse en un arma de la libertad de expresión frente al poder establecido y en un atrevido desafío a las severas normas de la hipócrita y represiva moral sexual de su época.

Vista en la actualidad, cuando estamos a un solo click del sexo explícito hasta en sus más extremas manifestaciones, las escenas que contiene “Garganta profunda” pueden parecernos ingenuas, chapuceras e incluso ridículas, pero su estreno en 1972, antes del vídeo y de internet y cuando sólo podían contemplarse números sexuales en películas médicas o en “nudies” de pobrísima factura, supuso un auténtico terremoto en la sociedad norteamericana. Rodada casi a hurtadillas y en apenas dos semanas por Gerard Damiano, un astuto ex peluquero que conocía al dedillo, gracias a las confesiones de sus clientas, el alto grado de insatisfacción sexual de las mujeres americanas, “Garganta profunda” ofrecía una visión desacomplejada y festiva del sexo y de la búsqueda femenina del placer, culminada por una felación de antología entre cohetes, campanas y fuegos artificiales, que rompía tabús y prejuicios y la ponía en el punto de mira de los sectores más conservadores de la sociedad estadounidense, cuya presión fue clave, paradójicamente, para darle publicidad y convertirla en la peli más rentable de la historia: costó 25.000 dólares y lleva recaudados más de 600 millones.

Narrada por Dennis Hopper, “Inside Deep Throat” documenta muy competentemente la producción, el impacto y la trascendencia de “Garganta profunda”. Recurre para ello a los testimonios de gente directamente implicada en ella, como Damiano, Linda Lovelace o el encantador semental Harry Reems, a estrellas del porno como Georgina Spelvin, a cineastas como Coppola, Wes Craven o John Waters, a celebridades como Hugh Hefner, Jack Nicholson o Warren Beatty, a literatos como Gore Vidal o Norman Mailer. La mejor frase de este documental, sin embargo, es obra de una anónima y dulce señora de unos setenta y pico años, que reconoce haber ido a verla porque “no quiero que nadie me diga que no puedo ir a ver una peli guarra”. Lejos de ser una anécdota, esta frase resume muy bien la significación de “Garganta profunda” en la América de esa sabandija llamada Nixon, uno de sus peores enemigos, que hizo cuanto estuvo en sus manos por retirarla de la circulación, antes de caer por culpa, en buena medida, de las revelaciones de un misterioso informador llamado ya sabéis cómo. Justicia poética, creo que lo llaman.
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23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
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