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Verano en Brooklyn (Little Men) (2016)

Verano en Brooklyn (Little Men)
85 min.
6,2
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Tráiler final HD (INGLÉS con subtítulos en ESPAÑOL)
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Sinopsis
Dos chicos de orígenes distintos conviven y se hacen amigos en un edificio de Brooklyn, pero su amistad se pondrá a prueba cuando sus respectivas familias se enfrenten por el arrendamiento de una tienda. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Amistad Adolescencia Familia Cine independiente USA
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Little Men
Duración
85 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2016: Premios Independent Spirit: Nominada a mejor actriz sec. (García) y guión
8
Las amistades peligrosas
Equilibrio, le dice el padre, de eso se trata, esa es la clave para tener una buena vida; la capacidad de distinguir lo importante de lo fútil, de discernir cuando toca hablar o sin embargo mejor callar, luchar o esperar, pelear o descansar, reír o llorar. Y esa en apariencia obviedad o puro sentido común es la madre del cordero, de todo, como forma de nombrar la infinita dificultad y complejidad de la vida, manual sin instrucciones de uso, y de ahí su gracia, riqueza o posible misterio. Que no vale con la voluntad ciega que tanto gusta y vende, el sufrimiento como una de las bellas artes, lemas que hablan de la superación bruta de las limitaciones y la consecución de objetivos fríos, ni tampoco con lo contrario, el abandono nihilista y autocomplaciente, el malditismo romo, la bohemia de chichinabo, la tontería ensimismada, o sí, pero solo a veces, depende, según, tal vez, quizás y ya mañana veremos. Nada hay fijo ni establecido en ningún sentido (en el mundo de las decisiones o los afectos y la resultante de su mezcla especialmente); ni en lo grande ni en lo pequeño.
Y todo esto que trato de explicar torpe y demasiado prolijamente es la argamasa sutil e inspirada de esta bella película, su sentido y pequeño milagro, el equilibrio, justamente, que la sostiene y alienta. Ese apurar la vida en lo que tiene de inaprensible, doloroso y delicado, sin malos, buenos, grandes tragedias, espantosos tormentos o tremendos culpables y maravillosos a última hora remedios. Así parece.
Nueva York. Dos familias. Un verano. Una amistad. Una muerte. Un contrato. Una obra de teatro. El dinero. La separación. La madurez. La distancia. Podría ser otro orden u otros elementos, la interpretación, el teatro, las clases sociales, el pasado. Se habla de todo de forma casi inadvertida, se van desgranando temas y asociaciones de ideas y sentimientos a partir de anécdotas o sucedidos nimios, esenciales, aparentemente banales.
Se podría hablar de la adolescencia herida, frágil, tierna y su articulación a través de una amistad entre opuestos que se quieren. De sus debilidades, de su dependencia de unos padres vulnerables y sus dificultades económicas. Pero nos perderíamos otros muchos asuntos igualmente decisivos o cruciales, no le haríamos justicia a esta obra.
Quizás el corazón de la historia sea el conflicto, nudo gordiano irresoluble, que provoca el contrato de alquiler que los herederos quieren adaptar a los nuevos tiempos y que la mujer de origen chileno (la Paulina García de "Gloria", otra estimable película) no puede pagar; engorrosa disputa en la que nadie es inocente o culpable del todo y que se resuelve de la única manera posible*.
Quizás algo esquemática y transparente en primera instancia, como forma lógica y superficial, pero de gran calado u hondura en su contenido; jeroglífico humano retratado en su exacto mecanismo y discurrir, sin solución, implacable, como suelen ser las cosas, así es, así fue o será.
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33 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Vínculos
Los sueños en la adolescencia son fugaces y frenéticos, tan hermosos y etéreos como pompas de jabón pigmentadas. Y la madurez es desencanto, frustración, amargura y conflicto, nada de lo que nos podamos sentir orgullosos pero que nos toca sobrellevar de una forma u otra. De la potencia al acto, de la ilusión al desengaño… apenas se requiere del calmoso discurrir del tiempo para colocar cada pieza del tapiz en su sitio y, de repente, se nos ha pasado la ocasión y nos encontramos hundidos en una existencia tan anodina como insípida, tan esforzada como insustancial. A partir de cierto momento no hay vuelta atrás y desembocamos en una sucesión de días que son un cautiverio intangible que nos atenaza e impiden toda espontaneidad de movimiento o cualquier cambio de rumbo.

Pareciera que apenas pasa nada, pero pasa la vida. La trama se antoja mínima, engañosa, pero está repleta de detalles y pormenores que la convierten en un mosaico lleno de matices y texturas. A primera vista tenemos tres núcleos dramáticos: por una parte la muerte del padre que desencadena un cambio de residencia – de Manhattan a Brooklyn – de un matrimonio wasp y su apocado hijo, por otra parte la historia de una esforzada inmigrante chilena que mantiene una modesta tienda de modas en los bajos del edificio que ha dejado en herencia el padre, que vive separada de su marido y está acompañada de su bullicioso hijo y, finalmente, la amistad adolescente de los dos jóvenes vástagos que se antoja el inicio de una fraternidad que durará toda la vida. El conflicto surge en torno al importe del alquiler del pequeño local arrendado, del todo desfasado y demasiado exiguo para las necesidades de sus nuevos dueños.

No hay buenos ni malos en este relato veraniego y liviano, cada cual tiene sus motivos y se desenvuelve sin querer hacer daño, pero todos buscan sobrevivir en un mundo insensible e ingrato donde no se pretenden ganar batallas ni aniquilar al enemigo, pero en donde es difícil llegar a acuerdos satisfactorios o que no dejen un poso de incomodidad o desánimo. Las muy buenas interpretaciones de los veteranos Greg Kinnear y de Paulina García – está última en el mejor papel de la cinta, llena de amargura e impotencia, manipuladora e irascible tras su equívoca máscara de mosquita muerta – así como de los jóvenes debutantes Michael Barbieri y Theo Taplitz, redondean un primoroso guión repleto de fecundas elipsis y fértil poder de observación.

En conjunto, una obra sencilla pero muy satisfactoria, que nos demuestra que la creación de personajes interesantes es la clave para urdir una fábula provechosa.
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32 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
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