La bella y los perros (2017)

Hay un tipo de cine que no necesita de grandes escenarios ni de actores llamativos o extremadamente populares para crear buenas historias.
Es un cine que habla sobre la vida cotidiana. Sobre la felicidad y la desgracia. Las dificultades y la tragedia. Se trata de un cine social, cuyo signo indiscutible es la denuncia.
Y como personajes indiscutibles de este cine encontramos a rostros cotidianos, héroes y heroínas anónimos que deambulan por la realidad sin pena ni gloria.
Este es el caso de Mariam, una estudiante de la ciudad de Túnez que se ve atrapada en una pesadilla tras acudir una noche a una discoteca para pasar un buen rato junto a sus amigas. Y es que lo que empieza como una gran noche, acaba marcando uno de los peores momentos de su vida.
Y como Mariam, tras ese rostro que podría pertenecernos a cualquiera de nosotros, empezamos a vislumbrar lo que significa ser mujer en algunos lugares.
El único crimen de Mariam fue querer ser libre en una sociedad corrupta y podrida para la que las mujeres solo pueden ser dos cosas. O putas o santas. Nunca seres humanos que merezcan el más mínimo respeto.
Pero desgraciadamente la sociedad en la que vive Mariam no es tan diferente a la nuestra.
El machismo, esa bestia milenaria aun vive escondida tras la sombra de las sociedades que aparentan ser más civilizadas y sabe manejar bien a los títeres de los que dispone. El estado y la ley.
Dos organismos que suelen dejar a los individuos de numerosos países y en este caso concreto, a las mujeres en general, huérfanas de justicia y dignidad.
Dos derechos fundamentales de todo ser humano.
Puede que sea una película dura. Tal vez muchos no disfruten con su visionado. Sin embargo, es una película necesaria y valiente. Y eso siempre es de agradecer.

Me ha parecido una película necesaria, por lo que cuenta y como lo cuenta esta directora en su segundo trabajo de ficción.
Narra, más que la violación, la denuncia de la agresión ante son los que son jueces y parte. Y lo hace en nueve planos, sin dar tregua al espectador.
La protagonista se va desgarrando, sobre todo de impotencia y lo sufrimos con ella de manera notable.
Yo la veo conseguida y una clara denuncia de los abusos del poder, todo ello basado en unos hechos acaecidos en Túnez en 2014.
Resulta kafkiano el camino que tienen que emprender en busca de justicia.
Gran interpretación de Marian Al Ferjoni, que pasa de la inocencia a la madurez en una triste noche.
Premio de la juventud en la sección Punto de encuentro de la Seminci 2017.