Coche 54 ¿dónde estás? (1994)

Tenía los dedos congelados y expandiéndose en el teclado cuando intentaba escribir una crítica de una de ‘Las peores películas que he visto’ en mi vida… Todo el mundo que la ha padecido la ha puntuado con un UNO porque también figura entra las cien peor votadas de Imdb desde hace más de una década… ¿Era tan mala? ¿Es tan mala?

Recuperarse del horror de presenciar un bodrio es una experiencia (y trauma) por la que todo ser humano debe pasar. Una ayuda insuperable para que se sepa aquello que es la superveniencia humana y cerebral. Cuando eres niño y ves un bodrio en tu más tierna infancia lo toleras y justificas por la vía sentimental. Pero, por desgracia, cuando ya no eres bello y tienes vello —en partes que no pienso nombrar en esta crítica—los bodrios se convierten en degüello: experiencias cercanas a la muerte cerebral y a la humillación propia. Pecados para nada perecibles que se quedan grabados a golpe de fuego (y hez) en el subconsciente… Pero sobrevivimos y acabamos olvidándolos… Es cierto que “Coche 54, ¿Dónde estás?” se convirtió en una de esas películas indeseables y para borrar del recuerdo de muchos… pero, a veces, es necesario recordar para que otros sobrevivan… Al pensar sobre mis recuerdos sobre la película de Bill Fishman (desde la muerte de Bin Laden ha escalado al TOP 1 de lo más buscados por la CIA), me di cuenta que no tenía ya ninguno. ¡NINGUNO!

Busqué desesperadamente en mi cuaderno de críticas bastardas, que escribí en mi post-adolescencia y encuaderné cual Necronomicón con la piel del culo de Harold P. Warren. Sabía que tenía que tener ahí algo escrito… de esta película y encontré aquello que van a leer:

[CUIDADO, LEER EL TEXTO EN VOZ ALTA PUEDE INVOCAR AL REPARTO DE “TROLL 2” EN SU DOMICILIO]


No merece la pena malgastar ninguna palabra y ni siquiera comentar demasiado algo sobre esta pretendida memez de comedia policiaca que no tiene ni gracia ni originalidad.

Calificación: 0


¿Ya? ¿Ya está? Sí, ya está… No tenía nada más escrito sobre “Coche 54, ¿Dónde estás?”. ¿Qué hacer ahora? ¿Ver el bodrio de nuevo? No, porque está descatalogado… ¿Someterme a terapia de hipnosis regresiva? Demasiado caro el precio, ¿verdad?

Por eso ahora mismo escribo todo esto como terapia de choque, promesa futura y declaración de intenciones tanto propia como ajena: cuando veamos un bodrio hay que compartir la experiencia con el resto… por favor. ¡Qué para eso se inventó Filmaffinity! Los bodrios les necesita... Recuérdenlos, no los olviden.