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La fiesta de las salchichas (2016)

La fiesta de las salchichas
89 min.
5,2
20.613
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Sinopsis
En un supermercado, los alimentos que viven allí adoran a los compradores humanos considerándolos como dioses que los llevan al "Gran Más Allá" cuando se compran. Entre los productos comestibles del supermercado está una salchicha llamada Frank, que sueña con vivir con su novia, un bollo para perritos calientes, Brenda, en el "Gran Más Allá", donde finalmente puedan consumar su relación. Los paquetes de Frank y Brenda son elegidos pero sus celebraciones son interrumpidas cuando un frasco de Miel Mostaza devuelta, que también ha sido elegido, afirma a los otros productos comestibles en la cesta de la compra que el "Gran Más Allá" no es lo que creen. (FILMAFFINITY)

Género
Animación Comedia 3-D Animación para adultos Comedia negra Sátira
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Sausage Party
Duración
89 min.
Guion
Música
Fotografía
Animación
Compañías
Links
Premios
2016: Premios Annie: Nominada a mejor montaje
6
Una locura de proyecto...
Empecemos por el principio. Cuando vi el primer trailer de esta película quedé alucinado ante el total desmadre que podría ser este producto de lo que llamo "la factoría Seth Rogen & Compañía" por así decirlo. Y es que si has visto Pinneaple Express o This the end ya te puedes fomar una idea bastante clara del tipo de humor que gastan este grupo de gente. Irreverente, soez, provocador y muy estúpido en ocasiones. A mí, personalmente, me gusta. Pero comprendo que no es para todos los públicos. En este caso, van un paso más allá en todos los sentidos, trasladando lo anterior a una cinta de animación 3-D. ¡El primer filme catalogado como no recomendado para menores de 18 años en este formato! Digno de mención, sin duda. Los creadores han pisado nuevo terreno, y es que no es extraño que el proyecto llevara esperando la aprobación de los productores desde hace varios años. En mi opinión el experimento ha sido un éxito y ahora voy a explicar por qué.

La premisa de la película es bastante original: productos de un supermercado (generalmente comida) esperan con ansias ser comprados por los dioses humanos para visitar el reino del más allá y ser bendecidos por nuestra bondad, realizando sus más locos deseos. Sin embargo, la cruda realidad es que son brutalmente asesinados. En esta historia nos encontramos con multitud de personajes muy malhablados que intentarán defenderse de esta situación cuando descubren la verdad. El guión está plagado de contenido gore, uso de drogas, referencias sexuales, lenguaje muy soez (quizá demasiado para algunos)... ¡incluso de reflexiones acerca de la religión (eso no me lo esperaba)! No hay ni un solo momento en el cual no se incluya alguna irreverencia. El filme intenta impactar constantemente siendo consciente de que no estamos acostumbrados a ver este tipo de contenidos en lo que pudiera parecer un producto sacado de Disney. De hecho, el compositor es Alan Menken, quien nos ofrece una canción que nos recuerda al estilo de películas como The Beauty and the Beast (por muy raro que suene). Lo más destacable, en definitiva, son las situaciones surrealistas y diálogos tronchantes a cargo de algunos personajes en una obra que, a pesar de no ser excelente, entretiene a raudales. Si eres un fanático de los que están a cargo de esta producción, es muy posible que disfrutes de Sausage Party.

Termino con un imprescindible comentario acerca de una alocada escena en el spoiler:
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137 de 184 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¡Zas, en toda la Decencia!
Hasta hace relativamente poco, la animación era cosa de unos pocos.
Un Disney por aquí, un Pixar por acá, un Dreamworks allí... todo el panorama estaba dominado por las buenas intenciones en el mejor de los casos, las blandurrias decepciones en el peor.
¿Todo? ¡No!
El talento para lo subversivo, un camino distinto para el género, estaba en manos de unos pocos elegidos como Ralph Bakshi, Bill Plympton... los únicos que con presupuestos mínimos y mala baba se atrevían a plantarle cara al gigante de lo políticamente correcto. Se escondían en las sombras, rara vez lograban tener estrenos comerciales, pero la prueba de su existencia era suficiente para los que seguíamos pensando que la animación no es solo cosa de críos, sino un nuevo continente que pedía a gritos ser explorado.

Pasó el "boom" de las superproducciones animadas tridimensionales, pasó el establecimiento del Oscar a Mejor Película Animada, pasaron los notables esfuerzos de Pixar por salirse de la canasta de lo obvio y sobado... pero todavía quedaban pasos por dar.
Tuvieron que ser Seth Rogen y compañía, los fumetas oficiales del barrio, los colegas que nadie admira, pero a los que todo el mundo financia películas porque seguramente caen demasiado bien como para decir no, los que entre nubes de maría y pipas de crack tuvieron la mejor idea de todas: ¿por qué no una película animada que sea la pesadilla de toda asociación de padres? ¿por qué a nadie se le ha ocurrido que la comida puede insultar, fiestear y follar?

'La Fiesta de las Salchichas' ya es gloriosa solo por cómo se ha vendido: a lo grande, sin ocultar que no es para todos los públicos, y obscenamente orgullosa de todas sus salvajadas.
De hecho, es fácil imaginar las caras de malicia que habrán esbozado sus creadores ante la idea de padres inocentes alrededor del mundo, demasiado ocupados para echarle un vistazo a lo que ven sus hijos, cuándo tengan que explicar porque la salchicha Frank y el panecillo Brenda solo quieren "meterse la puntita". Tras el numerito musical típicamente Disney que abre la peli será demasiado tarde para darse cuenta de que la familia está viendo un festival de barbaridades, y parece que incluso ha sido pensado así como una manera de decir "borregos, aprended, esto no es lo de siempre".
Solo haberse estrenado con cierta repercusión ya deja clara la valentía de unos responsables que han pensado antes en la libertad que en el dinero, pero es que el resto no se queda atrás: desmembramientos, obvias referencias sexuales, escatología, drogas y los peores (mejores) dobles sentidos llenan una alucinante hora y media en la que la sensibilidad del espectador es lo primero que se ha tirado al retrete.
Y muchísimas gracias por hacerlo, habría que decirles a Rogen y compañía: cuándo voy al cine no quiero que me den mierda rancia espolvoreada con lo de siempre (como lleva haciendo gran parte de la animación reciente), sino cosas que me pillen con la guardia baja. En un mundo de lloricas, ofendidos y guardianes de la virtud da gusto encontrarse con algo así, tan sutil como una eyaculación en la cara de todos ellos, y que lejos de pedir disculpas nunca se transforma en todo aquello que está parodiando.

Al contrario, detrás del incontrolable chorro de cerdadas, aún queda tiempo para una historia que tiene a una salchicha tratando de convencer a todo el supermercado de que los humanos somos monstruos insaciables incapaces de dejar de matarlos y comernos sus vísceras.
Otra cosa que parecería una excusa para la juerga, pero que afortunadamente es la punta del iceberg de la crítica más ácida y negra que se guarda la película, a toda una sociedad ciega por sus creencias y propios intereses, que cuando le conviene pone la oreja, y cuando no deja de escuchar a charlatanes que dicen que los dioses les van a comer. Como toda buena sátira, esta fiesta de salchichas pone los comportamientos exagerados, y ya cada cuál elige ver si se parecen en algo a la realidad.
Porque nos reímos de un pan de pita claramente árabe proclamar que le esperan 70 aceites de oliva vírgenes en el paraíso, pero la misma cosa a este lado de la pantalla nos provoca un respeto reverencial. Rogen y amigos están divirtiéndose demasiado para convertir esto en un comentario social, pero hasta la tontería más inmensa alcanza cumbres de absoluta genialidad cuando los "bagels" judíos y los panes de pita árabes conviven en un mismo pasillo al que todos llaman "la tierra prometida".
Luego habrá algunos que digan que todo esto es "caca, culo, pedo, pis"; los mismos que no tienen problema en ver eso mismo en la última película de perritos animados, supongo.
Ah, pero que en esa no se ofende a nadie, vale.

Al final, lo más importante es el ruido del muro al desplomarse. Ese que solo dejaba autoridad a los de siempre para llenar cintas animadas con lo de siempre.
Es el asalto definitivo de la incorrección política, de la fiesta y la rebeldía.
Y suena a glorioso orgasmo de una salchicha penetrando un panecillo.
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69 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
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