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Augustine (2012)

Augustine
101 min.
5,9
132
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Tráiler (FRANCÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
París, invierno de 1885. En el hospital de la Pitié Salpêtrière el profesor Charcot estudia una misteriosa enfermedad: la histeria. Agustine, de 19 años, se convierte en su conejillo de indias preferido, la estrella de sus demostraciones de hipnosis. De objeto de estudio pasó a ser su objeto del deseo. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Basado en hechos reales Siglo XIX Medicina
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Augustine
Duración
101 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2012: Festival Mar del Plata: Mejor actriz (Soko)
2012: Premios César: Nominada a Mejor ópera prima y mejor vestuario
7
Matasanos central
Película basada en un caso real, toca de forma muy interesante la problemática de la llamada ¨histeria femenina¨ durante el siglo XIX por los profesionales médicos de la época, que no es muy profesional. Bien actuada y dirigida, su mayor mérito es su fantástica fotografía y su excelente diseño de producción.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Augustine: persona, cuerpo y síntoma
Augustine es una película dirigida por Alice Winocour, guionista y directora francesa con una breve pero variada obra cinematográfica. Es posible trazar cierto paralelismo temporal y de contenido con Un método peligroso de David Cronenberg: la cinta del director canadiense se estrenó un año antes que la de Alice Winocour y en esta se relata, a través de la semificción y el dramatismo, la tempestuosa relación entre Sigmund Freud, Carl G. Jung y Sabina Spielrein. De tal manera que podemos considerar Augustine como la precuela no oficial de una saga moderna e inconclusa sobre los orígenes del dogma psicoanalítico. La cámara de Winocour a lo largo de la cinta utiliza reiteradamente encuadres íntimos y sofocantes, como el plano escorzo, el de perfil y el frontal; los esquemas de colores son combinados, como el azul y el gris, principalmente, con eventuales contrastes con rojo y verde como marcadores de las emociones expresadas (deseo, odio e ira). La constancia de este lenguaje fílmico revela el leitmotiv de la obra: vidas psíquicas monocromáticas restringidas a las formas externas del mundo (religión, sociedad y ciencia). Las pautas narrativas están marcadas por sus dos protagonistas: Charcot y Augustine. El neurólogo francés con facultades cuasimesiánicas, abstraído en la búsqueda maniática de la comprensión objetiva y cuantificable del síntoma y la enfermedad, negado a su mundo interno: él direcciona el curso lógico de la película. La joven paciente como la personificación de la histeria, silenciosa y contemplativa, aquejada de síntomas vagos y sin explicación aparente, exhibida en los escaparates de la medicina como un espécimen defectuoso: ella proporciona el matiz anímico a la narrativa. De esta relación de formas apagadas, silencios y convulsiones orgásmicas se retrata la idiosincrasia de la Francia del siglo XIX. La autora progresa la trama entre metáforas visuales: los cangrejos hervidos, la desnudez y la gallina degollada.

II. La metáfora del cangrejo: enfermedad, rigidez y retroceso: Augustine contempla a los cangrejos hirviendo. No es gratuito este fotograma, pues precede al debut de la enfermedad de la protagonista. El valor simbólico del cangrejo a través de los siglos lo convierte, por antonomasia, como emblema del conservadurismo, la desgracia y la enfermedad (Torre Hernández, 2015). La rigidez del caparazón del crustáceo y su movimiento errático (hacia atrás y a los lados) nos hacen pensar en conceptos vigentes: inflexibilidad cognitiva, conductas regresivas y alexitimia. Esta figura retórica es un compendio psíquico de la protagonista y su relación con la enfermedad.
III. La desnudez a través de los cuadros: Inicialmente vemos a una Augustine tras el biombo de un consultorio, sus pechos vistos desde la opacidad del cristal, y luego, en el hospital, la desnudez de las pacientes al ser examinadas en una rutina frívola e impúdica. El vínculo entre Charcot y la histérica comienza a desarrollarse en su primera manifestación sintomática en la cocina, pero no es hasta que es tocada por los dedos del neurólogo que se reafirma una intimidad que irá creciendo entre cuadros. La vulnerabilidad de Charcot es evidenciada en el plano dorsal en su baño: desnudo y contemplando su rostro frente al espejo. El Yo-piel, contenedor de “las experiencias psíquicas del cuerpo” (Anzieu, 1974), ocupa las escenas de mayor emocionalidad. Nuevamente, y traído a los conceptos “contemporáneos”, al psique-soma de Winnicott: “la elaboración imaginativa de las partes, sentimientos y funciones somáticas, es decir, al hecho de estar físicamente vivo” (Winnicott, 1954) (Doll
y Gálvez. 2013).

IV. La metáfora de la independencia mente-cuerpo: la gallina degollada Un punto de inflexión en la enfermedad de Augustine es la decapitación de la gallina. El sanguinario espectáculo muestra al ave acéfala corriendo despavorida por el corral. El mensaje entre los fotogramas es más una pregunta que una respuesta: ¿son la mente y el cuerpo dos elementos disociables? Damasio, en su ensayo El error de Descartes (1998), redefine con conceptos de las neurociencias al fenómeno mente-cuerpo en su modelo de “los marcadores somáticos”. Para el autor “el cuerpo y la mente son una unidad corporal, la base de las representaciones mentales”, es decir, el cuerpo es una base inherente para todo acto consciente e inconsciente. Recordemos que para el siglo XIX la psicología científica pretendía superar al dualismo cartesiano (cuerpo y alma) con el rigor de la observación y la experimentación. La gallina degollada no solo es el punto de inflexión para Augustine en su vaga e indescriptible enfermedad sino también para una incipiente ciencia que estudia los lazos entre la persona, el cuerpo y el síntoma.
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