Sibila (1962)

Hace tiempo que una película no me había emocionado tanto, ni me había llenado de tal manera como esta última, es sumamente satisfactorio cuando encuentras una joya escondida, que nadie se imaginaría que sería una completa maravilla. Me he quedado impactado, maravillado, hipnotizado, enamorado de esta película francesa, sencilla pero muy sólida en su argumento, con un ritmo lento y pausado pero absorbente, magistral desde el inicio hasta el intenso plano final; pocas películas han logrado expresar tanto con tan poco.

Con un tono poético y acompañado de una notable fotografía y una ambientación de lujo, más ciertas melodías (adaptadas) de Maurice Jarre que encajan a la perfección con la película, "Sibila" es una de esas experiencias imposibles de repetir.

La historia nos muestra la vida de un hombre “Pierre” que ha perdido la memoria y que luego de un accidente de guerra y que trata de recordar quien es y consigue el consuelo y la felicidad al lado de una niña abandonada. Quizá lo más llamativo de esta cinta es la calidez y la ternura que expresan algunas de sus escenas y la relación que se va forjando entre ambos personajes, es simplemente mágico y único.

A todo esto la película va derrochando maestría en el desarrollo y mostrando magníficamente las distintas facetas, historias secundarias y personajes secundarios, que forman parte de un todo, un todo que se ve reflejado en el final donde convergen todos los elementos del guión para cerrar la película de la mejor manera.
De las actuaciones hay tela que cortar, Hardy Krüger es "Pierre", es el protagonista de la historia, cuenta con una solvente y convincente interpretación que se ve reflejada en su intento por descubrir su ser y en el vacío que expresa su vida. Nicole Courcel interpreta a una doctora que se ha enamorado de este peculiar paciente y con su calidez y paciencia trata de ser un apoyo moral para Pierre. El resto del elenco muy bien interpretados y encajan perfecto en la historia

Pero lo mejor del reparto (y de la película) viene por otro lado y es que aplaudo de pié y con una reverencia a la inmensa interpretación de Patricia Gozzi que con tan solo 12 años barre a todo el resto del magnífico elenco; maravillosa, tierna, espectacular, desbordante, magistral, única, soberbia, deslumbrante, sorprendente, inmensa, (se me acabaron los halagos) una de las mejores interpretaciones infantiles que he visto.

Una maravilla escondida, una joya inolvidable, una pequeña obra maestra

Una película que desprende una inquietante ternura. Se desarrolla desde la descripción de un ex-combatiente amnésico y trastornado que convive al lado de una enamorada enfermera y su relación con una niña internada en un colegio de monjas. Entre ambos se produce una simbiosis afectiva que trascenderá la censurable moralidad de las gentes del entorno. Posee una realización precisa en los encuadres, gracias a una fotografía de clara nitidez en el contraste de luces y sombras, la niña co-protagonista destaca en su rol de cándida vivacidad y Hardy Kruger interpreta con solvencia el desequilibrio psíquico que su personaje necesita. En sus imágenes de paladea poética perturbación y una tensa emoción se va dilatando hacia el desenlace.