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Hedwig y The Angry Inch (2001)

Hedwig y The Angry Inch
94 min.
7,6
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Sinopsis
Hedwig se sometió a una operación de cambio de sexo que le permitió casarse con un soldado americano y alcanzar la libertad al otro lado del Muro de Berlín. Sin embargo, la operación salió mal y Hedwig se quedó con esa “pulgada irritada” (“angry inch”) que da nombre a la película. En un parque de caravanas de Kansas, Hedwig decidió formar un grupo de rock. Así conoció a Tommy Gnosis, un joven que fue su amante y protegido antes de abandonarla, robarle sus canciones y triunfar como estrella del rock. Acompañada de su grupo paneslavo, “The Angry Inch”, siguió a Tommy en su gira, tocando en locales medio vacíos. Por medio de un collage de canciones, flashbacks e imágenes animadas, Hedwig cuenta la historia de su vida e intenta sacar partido de la prensa amarilla que se interesa por ella por haber sido amante del famoso cantante de rock Tommy Gnosis. (FILMAFFINITY)
Género
Musical Drama Cine independiente USA Transexualidad / transgénero Música Película de culto
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Hedwig and the Angry Inch
Duración
94 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2001: Sundance: Premio del Público y Mejor director
2001: Globos de oro: Nominada Mejor actor comedia o músical (John Cameron Mitchell)
2001: Festival de Gijón: Mejor actor (John Cameron Mitchell)
2001: Asociación de Críticos de Los Angeles: Premio Nueva generación. 2 nominaciones
2001: Premios Independent Spirit: 5 nominaciones inc. Mejor película y Mejor director
8
La pulgada dispareja
Existe un mito bien antiguo que habla de la antigua existencia de seres de cuatro brazos, cuatro piernas y dos caras. Seres que se mostraban tan completos que acabaron irritando a sus creadores, pues más que poseerlo todo, nada les faltaba. La ira divina se torna masacre y los seres son abiertos en canal, bañados en sangre. Pero la omnipotencia celestial también sabe de compasión, y cada trozo es reparado, cosido y sanado, dando lugar a mujeres y hombres, sin más vestigio que un ombligo en recuerdo de tan siniestro episodio. Pero, ¡ay, pobres criaturas! Su nueva condición despierta la ansiedad, el vacío y el deseo de recuperar su originaria mitad. Es el origen del amor…

Ahora ponedle música, por favor. Estaría bien algo de Lou Red o David Bowie, mejor David, definitivamente Bowie. Así lo querría Hedwig, fallido transexual, fallida estrella de rock, fallida vida amorosa y protagonista de este musical. (“¡Oh, no, un musical!”) Sí, un musical con dibujos animados y la típica provocación drag. (“Puf, esa ya me la sé”) Vale, repito:

* La música excelente, incluso en temas deliberadamente sórdidos, o acompañado de inútiles comparsas que destrozan bellas composiciones. Las letras, o se siguen o se escoge otra película.

* Los dibujos animados en las antípodas de las últimas virguerías: trazos simples, frescos y absolutamente imprescindibles, donde las ensoñaciones místicas de Hedwig mantienen toda fuerza sin perder un ápice de realismo.

* Rostros desconocidos: John Cameron Mitchell se come la cámara, delante y detrás (monopoliza dirección, guión y protagonismo). Stephen Trask representa al líder del grupo de rock, aparentemente ensombrecido por el primero si no fuera porque carga con la música y letras.

* La típica provocación bla bla: ¿insistimos en que hablamos de algo más? Si no te gusta, no vayas pero, con todos los respetos, o te has tragado pobres referentes o ricos prejuicios.

¿Más avales?¿seguiremos hablando de etiquetas hasta el final?

Preferiría volver al mito... Hedwig busca su mitad, se dice -´¿tendrá lo bueno del originario ser o seré yo quien lo posea?´-, se pregunta si será ´él´ o ´ella´, si será su complementario o su igual, si sabrá admitirle o le rechazará.

Al separarse en dos, algunos seres quedaron simétricamente divididos: un par de ojos y brazos con un corazón e hígado. La mayoría, sin embargo, se llevaron algo de la bilis del otro, quizás aire de sus pulmones o, simplemente, parte de sus latidos. Cada día que amanece, con la misma intensidad con que nos preguntamos si realmente hemos encontrado nuestra mitad, intentamos ocultar nuestras diferencias, sellar esas huellas, incluso el ombligo que nos recuerda que sólo somos medio algo, además medio imperfecto. ¿Qué perdimos al ser cercenados por los dioses? Algunos saben reconciliarse con su asimetría, con ese ojo de distinto color, con esa pulgada rabiosa, con esa pulgada dispareja, y sobretodo reformular la pregunta ¿qué le extirpamos a nuestra mitad?
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76 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
LA INTEGRIDAD ORIGINAL
1) Hedwig y su banda de rock transexual actúan en locales de comida rápida ante público escaso y hostil. Para ensuciarle la imagen, siguen como sombra al astro musical Tommy Gnosis en su gira triunfal por la América Profunda. Despechada, Hedwig ataca al amante que la abandonó. Lo va contando en sus actuaciones ante cuatro matrimonios despistados (añade para el espectador notables dibujos animados): cómo conoció a la estrella cuando no lo era, y la inició en el rock jugando a Eva y Adán; su propia vida, la infancia corrompida por el padre militar en el Berlín Oriental, la adolescencia hermafrodita, la boda con un americano para emigrar… Material doliente de intensas canciones.

2) La principal del repertorio, “The Origen of Love”, interpretada con profunda melancolía, formula un filosófico lamento en el mito del Andrógino, que conocemos por Platón (“Banquete”, 189b-193d).
En la antigua naturaleza, tres eran los sexos: masculino, femenino y andrógino, que participaba de uno y otro, y era originario de la luna, partícipe del cielo y la tierra. Redondos, tenían cuatro manos y cuatro pies, dos rostros iguales y opuestos en una sola cabeza, y dos órganos sexuales. Llenos de orgullo conspiraron contra los dioses. Zeus respondió cortándolos en dos mitades con el rayo. Quedaron rectos sobre dos piernas, y amenazados con otra partición, de seguir desafiando. Zeus mandó a Apolo volver hacia el corte la cara de los demediados, y juntar en el ombligo los bordes de la piel. Las mitades se buscaban para entrelazarse. Apolo puso también delante los genitales, para engendrar en los abrazos.
Guiados por Eros, los humanos buscan en este mundo su mitad para restaurar la antigua condición: de nuevo hacer uno de los dos, y curar la escisión sufrida por castigo divino.

3) La última vez que te vi acababan de partirnos en dos, deplora la canción. Cortados en línea recta a través del corazón, solitarias criaturas de dos patas…

4) A través del mito, la conciencia de la integridad original permite a Hedwig atravesar sin sucumbir una existencia calamitosa, dibujada con tinta siniestra por un padre corruptor, una madre resentida, la cirugía chapucera, salir del quirófano como Lázaro de la tumba, con un muñón entre las piernas, la pulgada cabreada del título, un Muro de Berlín dentro separando lo masculino y lo femenino, la otra mitad al otro lado, sin saber si esa mitad es un ‘él’ o una ‘ella’… El Gay Power a través de la emisora de las USAF, Bowie y Lou Reed, el marido efímero, el novio que “ignora a la perfección la parte frontal”, andar dando tumbos todo remendado/a por tugurios, como un mapa de cicatrices, prostituido/a bajo una farola a la vista de limusinas, buscando una desesperada catarsis…
En medio de todo ese crujir de dientes, la conciencia del mito permite sentirse relucir como la más brillante de las estrellas, sin pelucas ni maquillajes ni envoltorios, y alzar las manos con la esperanza de que las mitades se fundan en la unidad perdida.
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48 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
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