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Les doy un año (2013)

Les doy un año
97 min.
4,8
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Sinopsis
Desde que se conocieron en una fiesta, la ambiciosa Nat (Rose Byrne) y Josh (RafeSpall), un novelista en ciernes, han sido muy felices a pesar de sus diferencias: Josh es más reflexivo, Nat es más activa. Cuando se casan, ni la familia, ni los amigos, ni siquiera el cura cree que esa relación vaya a durar. La ex novia de Josh (Anna Faris) y el atractivo cliente americano de Nat (Simon Baker) podrían ser alternativas tentadoras. De los creadores de "Love Actually", "Notting Hill" y "Cuatro bodas y un Funeral". (FILMAFFINITY)
Género
Romance Comedia Comedia romántica
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
I Give It a Year
Duración
97 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
4
Divorcio a la británica
Working Title lleva mucho tiempo abonada a la comedia romántica, entre otros y muy heterogéneos campos, y gracias a ella ha cosechado numerosos éxitos que, si bien podrán gustar más o menos, son intachables en cuanto al reconocimiento popular del que gozan, bien sea en forma de risas o de alta recaudación en taquilla (o de ambas). Su particular historia de amor comenzó con 'Cuatro bodas y un funeral' (Mike Newell, 1994) y (casi) siempre les ha correspondido. 'Love Actually' (Richard Curtis, 2003) supuso la gran comedia romántica de la compañía, una especie de obra catedralicia en torno al amor y el pastel cinematográfico que aglutinaba todo lo que la gente ama (y detesta) del subgénero. Si la tomamos como punto de inflexión en el devenir del subgénero (al menos en su variante british), la presente 'Les doy un año' (Dan Mazer, 2013) pretende ser otro punto y aparte, una suerte de deconstrucción o reconversión de dicho subgénero con el objetivo de alcanzar metas similares a través de un esquema (narrativo, moral y conceptual) distinto. La intención es cuanto menos loable y atractiva, pero, una vez dispone las cartas sobre la mesa, el director debutante, ligado a 'Da Ali G Show' (2003-2004), no sabe jugar bien la partida y ejecuta su tarea de manera rutinaria, previsible, plana y acomodaticia.

La premisa (y la forma en que es presentada) resulta simple, pero efectiva y esperanzadora. Chico y chica se conocen, se casan, disfrutan de una boda con discurso apoteósico del padrino y sienten que podrán con todo a partir de ahora. Unos meses después, la situación es bien distinta, y no son más que otro matrimonio asentado sobre problemas, egoísmos y mentiras. La chica tiene un pretendiente (el mentalista Simon Baker ni más ni menos) y él a una ex muy cercana (Anna Faris, irreconocible tras sus malogradas operaciones de cirugía estética, quien da ángel a su personaje pero se pelea en cada escena con un rostro de gestos antipáticos y extraños). El embrollo se desarrolla a dos bandas, la de la novia y la del novio, y eventualmente éstas se unen para ofrecer momentos incómodos entre amantes, reiterar lo mal que les va (un plana caricatura del matrimonio) o, en el mejor de los casos, juntarles a ambos en las escenas de la terapia de pareja con una descacharrante psicóloga al mando.

No se puede discutir que el reparto no esté entregado a la historia, sobre todo gracias a unos inspirados y divertidos Rose Byrne (quien, una vez más, enamora) y Rafe Spall (también en cartelera con la estimable 'Amigos de más') en los papeles de la infeliz pareja protagonista, pero esa historia se tambalea constantemente a lo largo y ancho de una narración desequilibrada, aparatosa y falta de chispa, donde cada escena (y cada gag) parecen estirados en exceso, diluyendo las virtudes que el espectador va encontrando por el camino; virtudes todas ellas en torno al sentido del humor del film, una mezcla de maneras típicas del cine británico pero sólidamente apuntaladas en el humor grosero, escatológico y zafio (y no es un comentario negativo en absoluto) que predomina en la reciente y muy popular comedia USA. Ello provee al film de sus mejores líneas de diálogo y de las secuencias mejor trenzadas, siendo la muestra más perfecta y brillante de esto la escena del marco de fotos digital en casa de los suegros. Sin embargo, esta escena y otras no son más que esporádicas pinceladas de buena comedia que despiertan un poco el apagado ánimo de la cinta, lastrada por una vertiente dramática y (anti)romántica mal hilada que en ningún momento logra empatizar con el público.

La pretendida revisión del subgénero romántico se queda en agua de borrajas, su cinismo no tiene recorrido y, para cuando la película ofrece los giros más originales, uno ya ha desconectado del todo. Su alargado tramo final incluye alguna tibia sorpresa, pero incluso en su clímax, donde aparentemente se rompen ciertas reglas del subgénero, no renuncia a los típicos resortes del mismo para alcanzar las metas de siempre: ofrecer melosidad y un discurso luminoso sobre el amor. Normalmente un servidor lo compraría, pero no cuando todo lo demás se mueve de manera tan impersonal y raquítica.

http://www.asgeeks.es/movies/critica-de-les-doy-un-ano-divorcio-a-la-britanica/
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14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Sobre el matrimonio y otras mentiras
Podría haber sido una gran película si se hubiese creído sus posibilidades y hubiese equiparado sus enorme dosis de honestidad con un poquito, sólo un poquito, de convicción emocional.

El grado de cinismo y sinceridad a la hora de tratar la farsa de la que, en mi opinión, se compone el 80% de los matrimonios es tal que la película se acaba viendo con gusto pese a sus contados fallos de narración, la torpeza a la hora de presentar a algunos personajes y la escasa personalidad del conjunto. Efectivamente, la película funciona mejor como sucesión de gags que como un todo coherente y consistente.

Estas grandes limitaciones pienso que se deben a ese tono de comedia romántica comercial que es el que se ha le ha querido dar. La película contiene unas irrefrenables dosis de mala baba, sus personajes son caricaturas de lo que es la vida conyugal y la crueldad que hay de trasfondo no es más que la más cruda de las verdades que encierra esa santa institución llamada matrimonio y que el cine ha tratado siempre de salvar con finales en los que los personajes no eran más que extensiones de ese Cristo clavado en la cruz, que arrastraba el sufrimiento y tragaba agonía, que sacrificaban su bienestar y felicidad personal es pos, supuestamente, de hacer el bien al otro. Menuda hipocresía.

Hay mucha verdad en esta película y con eso es con lo que hay que quedarse. La pena es que esta encorsetado en un género en el que tienes que dar cierta concesiones a la galería para no ofender a nadie que es lo que creo, sin ningún prejuicio ni ánimo más que de dar su propio punto de vista de una forma corrosiva , pretendía Dan Mazer con su película. La dirección, así, se percibe que no tiene toda la soltura y desparpajo que podía haber tenido.

Quedan para el recuerdo un puñado de escenas desternillantes y uno de los finales más sinceros y puros, dentro del ámbito de comedia gruesa en el que se inscribe, que tengo la oportunidad de recordar. Ese final catártico y entregado a la más sincera de las verdades no hace más que desenmascarar a nosotros, pobres diablos, atrapados en la idealización del amor, tal como comenta uno de los personajes, y que preferimos estar con otro por ser lo correcto más que por voluntad propia.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
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