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Sombras en el paraíso (1986)

Sombras en el paraíso
76 min.
7,1
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Disponible en:
Suscripción
Escena (FINÉS)
Sinopsis
Nikander es un conductor de un camión de la basura, que una noche verá como su vida se complica al morirse su compañero de trabajo. Además, se enamora de Ilona, una cajera de un supermercado. Primera entrega de "La trilogía del proletariado" que se compone además de "Ariel" y "La chica de la fábrica de cerillas." (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama Romance Comedia romántica
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Finlandia Finlandia
Título original:
Varjoja paratiisissa
Duración
76 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Grupos
Trilogía del proletariado
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7
"El cielo es el límite"
La gran mayoría de directores de cine se fijan, para sus papeles principales, en policías, detectives, mafiosos, gángsters, delincuentes, criminales, ejecutivos, empresarios, políticos, abogados, científicos, médicos... En general, sus protagonistas suelen tener profesiones rimbombantes, llamativas; digamos que son de esas profesiones que poseen lo que se denomina "cachet".
A pocos se les podría ocurrir mirar un poco más abajo, al montón simple y corriente de la gran mayoría, y colocar como personaje principal a un empleado de una empresa de recogida de basuras. A un basurero, vaya. Y lograr que éste no sea el clásico bufoncillo pringado y un poco penoso que va mendigando glamour por las esquinas.
A Aki Kaurismäki sí se le ocurría la eventualidad de elegir a un protagonista con una profesión de las consideradas poco gratas y dignas y dejarle rienda suelta para moverse dentro de su ámbito de aparente mediocridad. Poco le importaba al finlandés que a sus actores y actrices no los conociera nadie, que sus guiones no fuesen un despilfarro de grandiosidad, ni que toda la atmósfera estuviese inundada de una sencillez que tiene la virtud de evocar en el espectador ese tacto familiar y conocido de las zapatillas de andar por casa.
Firmando una historia libre de efectismos y de artificiosidades, Kaurismäki se desplaza como pez en el agua por la periferia, no exige unos grandes registros interpretativos pero consigue que los personajes sean auténticos, reales, como ese vecino de la puerta de al lado, como ese cartero que va distribuyendo el correo, como ese repartidor del pan que todos los días se pasa a dejarte los bollos y te pregunta por la familia. O como ese basurero que pasa a las horas más intempestivas en el maloliente camión, recogiendo los desperdicios de los contenedores.
¿Qué puede ofrecer de interesante un trabajador solitario, sin ambiciones, sin aspiraciones elevadas, cuyo horizonte viene marcado por el trazado de calles anónimas, por las paredes de una vivienda extremadamente modesta, y por su transcurrir ordinario como una isla en medio de un mar casi desierto?
Trabajar, comer, fumar, pensar, hablar poco, dormir. Poco más que eso.
Y sin embargo, pese a tan poco... Una no tiene la sensación de estar ante un espectáculo vacío. Hay algo. Hay vida. Tal vez no sea una vida repleta de aventura y fantasía, pero es la vida que a muchos les toca.
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70 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
LENGUAJE, SILENCIOS Y SMALL POTATOES
*Desamparados en el margen de la sociedad finlandesa, los personajes de la ‘Trilogía de los Perdedores’ carecen de ideales, aunque un sentimiento intuitivo de integridad les mantiene a duras penas en una existencia cuesta arriba.
Salvo eso, nada poseen. Tampoco el lenguaje, del que hacen uso mínimo. Lo rigen otros y está lleno de trampas: uno puede enredarse en palabras diciendo lo que no quería decir, perpetuando involuntariamente los valores oficiales.
Despojados del idioma, no formulan su voluntad.
Sentados en la acera, Nikander e Ilona, la cajera del supermercado, fuman y tantean si pueden fiarse el uno del otro, mirar juntos el porvenir. Un pacto de supervivencia, sin romanticismos.

—¿Qué quieres de mí?
—Soy Nikander, ex carnicero, ahora conductor de camiones de basura, con dientes y estómago malos, hígado hecho polvo y cabeza no muy allá. Y no quiero nada de nadie.


*Las palabras y los nombres asignan a los seres una identidad fija. ¿Trabajas conduciendo un camión de basuras? ERES un basurero. Zafarse de un lenguaje así es librarse de etiquetas aplastantes.

—¿Cuál es tu nombre de pila?
—No te lo diré.
—¿Algún problema con eso?
—Podría ser…

En los prolongados silencios la música, procedente de tocadiscos, radio y conciertos en vivo, muestra y amplifica el sentir de los personajes. Baladas finlandesas, rock, John Lee Hooker y un melancólico bolero de Guty Cárdenas.
Dile a tus ojos que no me miren porque al mirarme me hacen sufrir...


*Al renunciar al lenguaje se impugna la totalidad del sistema, incluidos sus criterios de salud y terapia:

—Estás enfermo…
—Sí, mentalmente.
—Que te vea un médico, para la baja.
—La clase de médico que necesito no ha nacido.


*Aprender otra lengua (inglés) es irse enviando al extranjero. Liberador. Un ejercicio que traduce Nikander en la academia dice con tono elegante que estar enamorado es divertido, muy divertido.
La vida es corta y el instinto alimenta una digna esperanza: desde el puerto de Helsinki, entre grúas como saurios, zarpar hacia Tallin, en la orilla soviética.

—Pero, si nos vamos de viaje, ¿cómo nos arreglaremos con el trabajo?
—Small potatoes! [¡Bagatelas!]
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39 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
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