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Los nibelungos - 2ª parte: La venganza de Krimilda (1924)

Los nibelungos - 2ª parte: La venganza de Krimilda
130 min.
7,8
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Sinopsis
Segunda parte de Los Nibelungos. Adaptación de una serie de leyendas germanas sobre los nibelungos, seres que habitan entre la niebla. Viuda tras la muerte de Sigfrido, Krimilda se casa con el bárbaro rey de los hunos con el propósito de ejecutar su plan de venganza. (FILMAFFINITY)
Género
Fantástico Aventuras Drama Secuela Espada y brujería Expresionismo alemán Cine mudo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Alemania Alemania
Título original:
Die Nibelungen: Kriemhilds Rache (Die Nibelungen - Teil II)
Duración
130 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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9
Continuación inmediata
Esta es sin lugar a dudas una de las mejores películas que nos dejó el cine mudo, a pesar de su larga duración combinada, más de 5 horas entre la primera parte: Sigfrido, y la segunda: la venganza de Krimilda.
En Sigfrido vemos escenas exquisitas como la de la pluma deshaciéndose en la espada de Sigfrido, la lucha contra un dragón komodiano, y el sueño de Krimilda que aún trato de imaginar como es que pudieron hacerlo en aquella época.
En la segunda parte o venganza de Krimilda me pareció ver actuaciones un poco más perfeccionadas sobre todo la de los personajes de Krimilda y Atila, los fotogramas llevan una secuencia inteligente y la frase más llamativa de la narración fue: “La lealtad que no destruye el acero, tampoco la funde el fuego”.
La música es excelente, el vestuario oportuno y los efectos especiales son simplemente perfectos para la época.
Dr.Juventus
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30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
“¡No permitáis que se maten los que se aman!”
Después de sentenciar a Hagen Tronje a esperar su irremisible venganza, Krimilda anuncia la muerte de la reina Brunhild -sutil y bellamente sugerida por el director, Fritz Lang, mostrándola a ella saliendo de campo y enlazando, a continuación, el balanceo de una campana-, y tras acompañar largo rato el mausoleo de su amado Sigfrido... comienza aquí, la segunda parte: <<LOS NIBELUNGOS (La Venganza de Krimilda)>>.

Enterado de su viudez, el rey Etzel (Atila), pide entonces la mano de Krimilda, y tras hacer prometer a su enviado, Rüdiger, que el soberano la defenderá contra cualquiera que la haya ofendido, Krimilda acepta -con propósitos premeditados-, marchar a aquel reino donde la espera un ambiente sucio y empobrecido, en el que pareciera que ninguna mujer –y menos hombre- ha puesto mano alguna durante largo tiempo. Empero, se encontrará con un rey que, lo que tiene de feo y de desaliñado, lo recompensa con su sumisión y caballerosidad, además de su entera disposición a complacer a aquella mujer que, para él, ¡es toda una reina!

A primera vista, no parece que pudiésemos espera mucho cuando lo que se aviene es el plan de venganza de Krimilda contra el nibelungo que asesinó a su esposo y contra todo el que se sume a su defensa, ¡así sean sus propios hermanos! Sin embargo, en este meollo de apariencia trivial, y ya harto trillado en el cine de la manera más arquetípica a todo lo largo del siglo XX, ese realizador colmado de visión social y humana llamado, Fritz Lang, consigue abstraerse de la superficie para lograr una magistral y poderosa guerra interior donde cada personaje se debate en el sostenimiento de unos valores y principios que lleva enraizados en cada célula de su cuerpo. Así, a la lealtad ni la destruye el acero ni la funde el fuego; al amor ni lo agota el odio, ni lo renace el agradecimiento; y la sed de venganza ni la apagan los lazos de sangre, ni se conduele con nadie.

En este compromiso que bulle desde lo más hondo, huelgan sentimientos de menor peso para cada uno, se resquebraja el alma, y cada personaje antepone el carácter a cualquier otra cosa; y de esta manera, Lang logra como resultado un cuento majestuoso, donde la guerra de adentro se impone rotunda, dramática y soberbiamente, haciendo de este filme una perenne obra maestra.

Queda resaltar la vigorosa presencia de Margarete Sdjön como Krimilda; la fuerte semblanza que logra, Hans Adalbert Sdjlettow del nibelungo Hagen Tronje; y la siempre efectiva caracterización de Rudolf Klein-Rogge (el recordado Dr. Mabuse), ahora como el singular rey Etzel.
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15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
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