Shade: Juego de asesinos (2003)

Una película más que correcta que mezcla el mundillo del juego con los trucos y alianzas de este plantel de personajes con ansias de ganar y obtener el mayor dinero posible.

El reparto, repleto de actores famosos, está encabezado por Gabriel Byrne y Stuart Townsend, acompañados de la bella Thandie Newton que interpreta a una "femme fatale" papel que le viene como anillo al dedo. Sylvester Stallone y Melanie Griffith aparecen sólo en la recta final de la película, él interpreta a un gran jugador de poker y ella a la chica florero que le acompaña. Un montón de caras conocidas dispuestas a llevarse la pasta sin importarles a que pringao tengan que traicionar.

Una apuesta interesante que realmente consigue entretener gracias a los cambios de guión, escasa duración, justas pretensiones, y a las pocas esperanzas que el espectador puede depositar en una cinta donde aparece Stallone.

Lo mejor: Thandie Newton
Lo peor: Melanie Griffith tiene muy poco papel

Entretenida pero nada profunda película de intrigas mafiosas en medio de grandes partidas de póker, donde uno/a puede jugarse y perder, algo más que su dinero.
La película hace pasar el rato y no aburre, pero Damian Nieman, su ignoto director, no saca partido de absolutamente nada que veamos en la pantalla.
Tan sólo se limita en plasmar en la pantalla de forma convencional, lo que podría haber llegado a ser apasionante.
Así, las partidas de póker, quitando quizás la primera, a cargo de Jamie Foxx, están narradas de forma más bien fría, desapasionada, presuntamente sorprendente, pero quedando claramente muy por debajo de otros ejemplos cinematográficos, inolvidables.
Lo mejor es su más bien variopinto elenco interpretativo, con algunas un tanto viejas glorias, junto a otros que están llamando fuerte al estrellato aunque todavía no han conseguido trascender demasiado (véase la siempre preciosa Thandie Newton).
Bella fotografía y melódica banda sonora, para una cinta que resulta amena en líneas generales, pero se olvida con suma facilidad al no haber nada perdurable en su metraje.