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Juegos de guerra (1983)

Juegos de guerra
114 min.
6,6
15.136
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
David Lightman es un joven hacker, un experto informático capaz de saltarse los más avanzados sistemas de seguridad y de descifrar los más herméticos códigos secretos. Accidentalmente un día conecta su ordenador al del Departamento de Defensa americano, encargado del sistema de defensa nuclear. Pensando que lo que ha encontrado son nuevos juegos de ordenador, David juega con la supercomputadora a las damas, al ajedrez y a otros juegos más intrigantes como la Guerra Termonuclear Global. Así, sin querer, David desencadena una situación de peligro difícilmente controlable. Con la ayuda de su novia y de otro informático intentará, en una carrera contrarreloj, evitar la Tercera Guerra Mundial. (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Thriller Ciencia ficción Holocausto nuclear Internet / Informática Adolescencia Guerra Fría
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
WarGames (War Games)
Duración
114 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1983: 3 nominaciones al Oscar: Mejor fotografía, sonido, guión original
1983: Premios BAFTA: Mejor sonido. 3 nominaciones
1983: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión original drama
8
No es por la peli, es por el recuerdo
Cursaba por aquel entonces tercero ó cuarto de EGB. En la hora del recreo todos los críos sabían dar patadas a lo Bruce Lee. Aquellos mismos niños también comentaban con entusiasmo los hermosos atributos de la anatomía femenina al descubierto, visualizadas previamente en las simpáticas comedias de la quinta del Pajares.

Esto no podía continuar así. Ambicionaba probar las mieles de colocarme frente a interminables estanterías y elegir personalmente qué película se proyectaría en el salón de mi casa (ahora antojo insignificante, pero asombroso en antaño).

En un fresco amanecer de otoño, despertaba un gran día. Mi madre, después de oír las repetidas súplicas de sus hijos durante meses, al fin accedió haciendo un inmenso esfuerzo (la pobre mía), desembolsando una cantidad de dinero sonrojante para adquirir nuestro primer VHS.
Cuando lo pagamos, en la tienda nos dijeron que en aquella misma tarde lo tendríamos en casa, ya que por aquellos tiempos los técnicos de los establecimientos eran los únicos capaces de instalar cualquier cosa que funcionase con enchufe.
Para no perder el tiempo, y aun corriendo el riesgo de que los de la tienda nos dejasen tirados, a primera hora de la tarde, sin aparato aún en casa, me dirigí al videoclub con el carné de identidad de mi madre y las docientas pesetas de marra y alquilé "Los bingueros", más una de Bruce Lee, la cual soy hoy incapaz de recordar su título. Sabía que con la de Pajares y Esteso cumplía con mi madre, ya que siendo dueña de los cuarenta duros, se me antojaba imprescindible colarme con al menos una de su gusto.

Muy mal trago que pasé a lo largo de toda la tarde. Las horas pasaban y por mi casa no aparecía nadie proveniente de la tienda. Me estaba viendo con dos cintas (y sin vídeo), las cuales rulaban de unas curiosas manos a las otras sin ninguna otra utilidad más que la del curioseo.

Felizmente, y cuando el acojone ya estaba bastante avanzado en mi cuerpo, a última hora de la tarde, apareció el caballero con la maravillosa caja en la que se escondía la magnífica máquina que te daba el poder de ver lo que querías, y lo que es aún mucho mejor; a la hora que te diese la gana.

Una vez instalado, el tipo sacó de su maletín una cinta VHS virgen. Aquel cassette era regalo que se adjuntaba con el aparato.
Había que estrenar aquella cinta. Grabaríamos la primera película que pusiesen en televisión fuese la que fuese.
Aquella noche televisaron "Juegos de guerra". Y como no estaba la cosa como para soltar 200 pesetas a diario, el film de John Badham me lo tragué durante mucho tiempo casi a diario.
Me sentí un semidiós cada tarde al darle al "play" para ver a Matthew Broderick en acción.

¿Mi nota es excesiva? Seguramente sí. Pero las películas gustan más o menos según los recuerdos que te traigan. Y a mi, Juegos de guerra, me da mucha nostalgia.
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159 de 175 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Saludos, Profesor Falken...¿le apetecería una buena partidita de ajedrez?
La película es ochentera al 100%, uséase:

- Una familia americana típica con padres trabajadores que no se enteran de lo que traman su hijo.
- Hijo un poco ganduloide enganchado al ordenata y a los albores del Interné.
- Casita en la pradera (bueno, en la urbanización de chalets con garaje).
- Hijo que la caga metiendo su módem en donde no debe y que tiene que huir por patas.
- Nena ochentera que quiere perder la virginidad con el muchacho y se traga sus travesuras (esas hormonas).
- Conflicto planetario provocado por el muchacho, que sólo quería falsificar unas notas y jugar al buscaminas.
- Militar frustrado sexualmente.
- Científico frustrado sexualmente.
- Eremita salvador del mundo frustrado sexualmente.
- Al chico nadie le hace caso porque es chico (bueno, si yo fuese responsable de Defensa de loe EE.UU. y un nene me quiere dar clases en mi propia especialidad, tampoco le haría mucho caso).
- Ordenador frustrado sexualmente.

Pero la historia es muy interesante porque analiza a fondo los temas de la inteligencia artificial y la posible, ¿futura? y, por ahora, utópica lucha entre el hombre y la máquina. ¿Puede una máquina programada por el hombre superar a este último? ¿Podrá, en un futuro, una máquina componer una poesía que haga llorar, una canción que haga soñar? ¿Podrá una máquina, en el futuro, hacerse con el control y eliminar o esclavizar a la raza humana?

Por ahora, la persona que mejor puede responder a esto es Garri Kasparov, ex campeón mundial de ajedrez que tuvo duelos épicos con el humano Anatoli Karpov...y con Deep Blue, un superordenador de ajedrez programado por los mejores grandes maestros (el español Miguel Illescas entre ellos) e informáticos del mundo. La imagen de Kasparov sudando en la sexta partida de su segundo match a seis partidas contra Deep Blue fue histórica: el mejor jugador de todos los tiempos inclinó el rey en una veintena de jugadas...

Porque, como bien decía el patriarca del ajedrez ruso Botwinnik, los mejores descubrimientos en el campo de la inteligencia artificial irían íntimamente ligados al progreso en el desarrollo de programas más avanzados y sofisticados de ajedrez.
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52 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
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