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Kim de la India (1950)

Kim de la India
112 min.
6,2
751
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Sinopsis
Finales del siglo XIX, suceden los hechos siendo la Reina de Inglaterra Emperatriz de la India. Kim, es un chico inglés muy astuto que ha crecido como indio. Traba amistad con un Lama convirtiéndose en su chela, así él buscará sus orígenes y el lama su Río de la vida. Es también al mismo tiempo un gran amigo de Mahbub Alí (Errol Flynn), un tratante de caballos que es también un contacto del Ejército colonial inglés. Acompañando al lama se convierte en mensajero del tratante cumpliendo servicios cada vez más peligrosos. (FILMAFFINITY)
Género
Aventuras Drama Colonialismo Siglo XIX
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Kim
Duración
112 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Rudyard Kipling
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8
kim de la india
Las aventuras colonialistas de Mr. Rudyard Kipling siempre dejaron en sus fervorosos lectores cierto sabor inofensivo, porque, él mismo, creo yo, no sabía cómo rematar los llamados "lazos afectivos" (que nunca existieron) entre ingleses e hindúes (y para muestra el botón más magistral: "Pasaje a la India"- que no era de Mr. K., sino de E. M. Forster. Obviando el tristísimo papel que todo conquistador ejerce sobre sus colonias-, este "Kim de la India" de Victor Saville nos resulta, visto hoy, y como es de cajón, más entrañable que veraz. Pero alguien dijo que la aventura supera a la mentira, o por lo menos la justifica.
Las patrióticas hazañas historicidas (racismo y militarismo incluído), tenían, pues, todos los ases para deslumbrar nuestros ojos infantiles en la vistosa, falsa, casi legendaria, y, ¿por qué no?, casi mística (por ahí anda el lama tibetano a la búsqueda de su fabuloso río de la flecha) irrealidad de un colonialismo, siempre nefasto, pero que contribuía a recargar de atmósfera de leyenda las necesidades de la imagen, provenientes o no de la literatura. "Kim de la India" fue un sendero de luz cargado de falsas pistas y extrañas obsesiones para aquel público infantil que se agolpaba en los anfiteatros de nuestros entrañables cines de barrio, y que no sabía de la misa la media. ¡Dichosa MGM! Visto así, a mí -que todavía me siento niño-, como a tantos otros, nos sobran razones para seguir emocionándonos cinematográficamente con este sencillo, armónico e inolvidable film.
Cine en suma y carne de aventuras imposibles. Tampoco podemos pasar del mito: ¡ay! aquel irrecuperable Dean Stockwell boy, saltando por las atractivas azoteas de Lahore, poniéndonos los dientes así de largos en sus exóticas andanzas entre espías hindúes femeninas "made in Hollywood", "amigo de todo el mundo" y "go-between" del Mahbub Alí, el afgán de barba roja, encarnado por un Errol Flynn de fábula; y el insólito Lama creado por Paul Lukas, iluminado soñador del mito budista, siempre a la búsqueda desesperada del sentido de la vida y de la muerte, capaz de domeñar cobras ante la mirada asombrada y devota de Kim; las magias intrigantes y con su puntito de terror de Lurgan Sahib, el vitriólico y ojisaltón Arnold Moss; los complots y espionajes de un Imperio Inglés que se negaba a admitir que su caudillaje se tambaleaba, y la bien integrada maldad, que parecía arrancada de "Las mil y una noches" del Emissary, impagable gordinflas que fue Thomás Gómez.
¡Cuánta ciencia ficción, que escasa denuncia al uso y abuso del colonialismo inglés, pero qué toque y retoque costumbrista, casi humanista, de este inenarrable "Kim de la India" que nos hacía lanzar gritos como el de los hermanos Marx: "¡más madera!... en aquellas no menos exóticas tardes de cine!... Pues, sí, "Kim" es un clásico, malgré tout, curioso, lujoso, y hasta morboso. ¡Qué tiempos aquellos ...! Y es que los chicos de hoy ya no son los mismos.
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23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La dimensión aventurera
Clásico imperecedero del cine de aventuras coloniales que adapta la novela de espionaje “Kim” de Rudyard Kipling, Nobel de literatura en 1907, uno de los más grandes cuentistas de la lengua inglesa cuya abierta actitud colonialista le ha descalificado ante algunos lectores, impidiendo también que otros leyeran sus obras, acusándole peyorativamente con el “sambenito” de literatura infantil, en mi opinión una injusticia, porque la obra de Kipling merece mayor atención: su descripción de ambientes continúa siendo fascinante y es muy encomiable su sabiduría como narrador. Y si al escritor le ha tocado en suerte cargar con el menosprecio de algunos mal informados, no mencionemos ya, lo poco que se habla de sus adaptaciones a la pantalla.

“Kim de la India” es una película atractiva a pesar de sus tópicos cuando se sacrifica en función de la eficacia narrativa, con grandes detalles técnicos como elegantes panorámicas y un adecuado tono del color dentro del “look” de la MGM. El film contrapone dos búsquedas simultáneas: la de un lama tibetano (excelente Paul Lukas) que busca El Río de la Flecha, llamado así porque Buda disparó en él una flecha y todo aquél que tome un baño de sus aguas se verá limpio de pecado, y la de Kim (Dean Stockwell), un chiquillo emprendedor, británico de ascendencia, hindú por naturaleza que busca en las imágenes prometidas, en el legado paterno la explicación de su vida y la promesa de su futuro. Todo ello en el marco de una India colonizada que es descrita como un paraíso de conspiradores; naturalmente los buenos de la trama son siempre los británicos o los que están de su parte, como es el caso de Barbarroja, un apuesto hindú comerciante de caballos (una de las más exóticas interpretaciones de Errol Flynn).

Asistimos al itinerario físico y moral de Kim, un joven inquieto que sólo admira a dos hombres a los que toma como modelo de conducta, a Barbarroja por lo que tiene de aventurero y que satisface su necesidad vital y al hombre santo tibetano que despierta y alimenta su vertiente bondadosa. Junto a ambos vivirá extraordinarias experiencias, mostradas espléndidamente gracias a una estupenda puesta en escena del cineasta Victor Saville, a través del peregrinaje de sus protagonistas por un país lleno de contrastes y costumbres diferentes, pues el recorrido nunca es turístico. Pero donde más brilla el film es en su vertiente picaresca heredada del libro, las andanzas de Kim como pilluelo, ayudante y mensajero de Barbarroja, así como “lazarillo” del viejo lama, poseen una vivacidad y un humor que recuerdan a la novela picaresca clásica española. Una película para todos los públicos nada desdeñable pese a no tener la fama de otros film de aventuras.
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11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
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