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Matar a un ruiseñor (1962)

Matar a un ruiseñor
129 min.
8,3
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Sinopsis
Adaptación de la novela homónima de Harper Lee. En la época de la Gran Depresión, en una población sureña, Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el veredicto del jurado es tan previsible que ningún abogado aceptaría el caso, excepto Atticus Finch, el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva y valiente defensa de un inocente le granjea enemistades, pero le otorga el respeto y la admiración de sus dos hijos, huérfanos de madre. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Drama judicial / Abogados/as Drama sureño Racismo Infancia Vida rural (Norteamérica)
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
To Kill a Mockingbird
Duración
129 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1962: 3 Oscars: Mejor actor (Gregory Peck), guión adap., dirección artística. 8 nominaciones
1962: 3 Globos de Oro: Entendimiento internacional, actor (Peck) y BSO. 5 nom.
1963: Premios BAFTA: Nominada a Mejor película y actor extranjero (Gregory Peck)
1963: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
1963: Círculo de Críticos de Nueva York: Nominada a mejor película y mejor guion
9
Atticus
Atticus lleva un sombrero de fieltro que enhebra entre sus fibras partículas de humedad sureña, un traje de lino blanco y el calor pegajoso en las muñecas y tobillos.

Lee un libro en su porche; cabeza gacha, gafas grandes, sueltas, que resbalan por su nariz como una araña. Atticus se balancea dulcemente, y a cada sacudida le responde un crujido de madera y metal como un estertor cansado de los cimientos de la casa quejándose de su edad, del tiempo.

Oye los grillos, reverberando su grito entre las cuatro enormes paredes azabache que la noche le brinda. Y piensa en sus hijos soñando una madre perdida, viviendo una infancia soñada.

Atticus reflexiona y se siente dichoso: ¡una noche como esa, un pueblo como ese! Pero la vida no es simple ni siquiera allí; microcosmos de oligofrenias, odios y envidias a pequeña escala. Piensa un rato y obtiene conclusiones. Sean las que sean a algo llega, algo que nunca podrá expresar con palabras, solo con la mirada y el tacto. Pero llega a entender, por un momento, algo de lo que respira y jadea entre esas estrellas que alumbran su techo y el polvo adherido a sus zapatos.

A Atticus le escupirán después. En plena cara. Él sacará un pañuelo enorme y arrugado y se secará con una mirada de odio, odio humano, comprensible reacción, mientras le pide autocontrol a cada fibra de su cuerpo. Luego se marchará triunfante, en su coche, de vuelta a casa.

Y yo me pregunto si por un momento todos fuéramos como Atticus. Cómo sería el mundo.

Y entonces, tras ordenar pensamientos que estorban mi sueño, pienso que quiero ser como Atticus.

O mejor aún, que voy a ser como Atticus.

Qué coño.
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410 de 479 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
EL ESPEJO DE LOS OJOS DE UN NIÑO
Perfecta adaptación de la novela de Harper Lee, sobre la vida en el Profundo Sur de los EE.UU. durante la Depresión de 1929, vista a través de los ojos de unos niños, hijos de un padre viudo, interpretado admirablemente por Gregory Peck en la mejor interpretación de su carrera, que le supondría ser galardonado con el Oscar al mejor actor de 1962, por su creación del íntegro abogado Atticus Finch, que acomete la defensa en el juicio de un hombre negro, falsamente acusado de violar a una mujer blanca.

Todo el film supone una conmovedora y sublime aproximación al mundo de la infancia, a través de cuyos ojos, percibimos su descubrimiento del mundo y su forja como seres humanos comprometidos y responsables.

A través de las ávidas y curiosas miradas de los hijos de Atticus, se nos muestra la intolerancia social sureña con toda la carga de desprecio, odio y prejuicios hacia la comunidad negra.

La integridad y la admiración por la figura paterna, en la calurosa noche en que reciben la magistral lección de principios, por parte de su padre en el porche del hogar.

El descubrimiento del auténtico valor, que no supone ignorar el miedo, sino aprender a controlarlo y a dominarlo, tanto el miedo subjetivo (la casa vecina que se supone maldita), como el miedo objetivo (el sobrecogedor enfrentamiento a la multitud que pretende linchar al acusado).

El respeto, mantenido por encima de la consecución de las justas pretensiones, expresado por la comunidad negra al ponerse respetuosamente en pie en la sofocante galería del juzgado, para rendir homenaje al hombre que tuvo el valor de defender sus ignorados derechos.

En definitiva un excelente modelo de adaptación literaria que sabe, a través de una sobria dirección y una excelente actuación, efectuar con rigor y sin paternalismos hipócritas, una cruda reflexión sobre una realidad social claustrofóbica y excluyente, vista con la sencillez y la ternura de los ojos de un niño.
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203 de 221 usuarios han encontrado esta crítica útil
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