arrow

Vacas (1992)

Vacas
96 min.
6,9
11.115
Votar
Plugin no soportado
Añadir a listas
Trailer de "Vacas" (ESPAÑOL)
Ver 2 más
Sinopsis
A lo largo de tres generaciones, dos familias de un pequeño valle guipuzcoano mantienen relaciones tortuosas, marcadas por la violencia y las pasiones. La historia comienza en Guipúzcoa, en 1875. En una trinchera carlista, durante la guerra, un aizkolari logra salvar la vida embadurnándose con sangre de uno de los muertos, y dejándose apilar con los cadáveres. La presencia de una vaca le produce una extraña sensación, que se volverá obsesiva. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Bélico Vida rural Familia Animales Siglo XIX Años 1910-1919 Años 30 Guerra Civil Española
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Vacas
Duración
96 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1992: Premios Goya: mejor director novel. 4 nominaciones
1992: Festival de Montreal: Premio mejor ópera prima - Mención especial
1992: Festival de Tokyo: Premio Gold Award
7
La inercia como guía cuando se percibe que las piezas van a encajar bien.
Las películas rurales españolas son la mejor alternativa (casi única) a la bazofia habitual, y suelen ser buenas, e incluso muy buenas, por distintos motivos. Estos cinco entre ellos:

1) Los actores interpretan a pueblerinos rudos y brutos; gente dura y seca, de poca conversación. Siempre es un aliciente que en el cine ibérico los actores hablen poco. Cuanto menos abran la boca, mejor.

2) La fotografía suele ser magnífica. Sea la amarillenta estepa castellana, los caseríos vascos o los acantilados astures, todos ellos dan mucho juego al objetivo. Esto es destacable en casi todas las películas de Medem (sobre todo en Vacas, es espectacular), con lo que supongo que él es responsable en cierto modo.

3) La historia es directa e ingeniosa, a la usanza de siglos pasados. A veces, por estar basada en alguna novela de la época. Pero otras, siendo la historia original, por alguna extraña inercia, ésta toma los cauces de la narración clásica, sin rizos ni espirales absurdas...

4) En el reparto se suele encontrar lo mejorcito del momento, excluyéndose casi siempre a la carroña de las series televisivas, a los cantantes que quieren ser actores cuando ni siquiera son cantantes, y a famosillos y modelos a los que les da por la interpretación, cuando se percatan de que saben mentir en un plató. Pero lo más importante es que no hay cameos ridículos.

5) La música se compone para acompañar y no para emocionar. La emoción sólo se consigue si acompaña bien, y por tanto no se puede llegar a ella sin pasar por el primer paso. (Esto es discutible en cualquier caso, más que nada porque no tengo ni idea de lo que acabo de decir).

Y Medem se concede el lujo, en su opera prima, de dar un toque propio, semisurrealista, un pelín grotesco, aunque interesante a mi parecer, colando la cámara por troncos huecos o por las retinas de las vacas.

Pero además esta película cuenta en su haber con un comienzo impresionante, de los que enganchan. Y con la escena de los aizkolaris. La majestuosa escena de los aizkolaris. Sublime. A parte de encerrar en ella la base de la trama y tener una belleza especial, te mantiene con el corazón en un puño por su extraño suspense... es muy buena, y es una pena que casi no se rueden escenas de ese calibre, ni en este, ni en ningún otro cine allende nuestras fronteras.
[Leer más +]
115 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
AL OTRO LADO DE UN OJO DE VACA
1) En su primer largometraje, Medem deja claro que es cineasta-poeta más que cineasta-narrador. Su baza, mucho más que el relato pormenorizado o la progresión dramática, es la atmósfera, lograda con potentes imágenes, llenas de inspiración visual. Vigorosas imágenes que activan una poesía violenta y primitiva. La secuencia inicial, en la que se insertan los créditos, ya marca ese tono. Con ritmo, con seca fuerza, el hacha del aizkolari clava el filo en el tronco a milímetros de sus pies descalzos. En cualquier momento, con las astillas puede saltar algún dedo.

Medem sabe que su fuerte no es un argumento muy tramado y se apoya en el andamiaje histórico (las Guerras Carlistas y la Guerra Civil), así como en una estructura de cuatro episodios. Con ello se ahorra construir en profundidad los personajes y elaborar situaciones.

2) Hay una épica heterodoxa, nada folklórica, del hombre que sobrevive en un aislado caserío erigido en la orilla del bosque, bosque que no es paisaje de fondo sino fuerza ancestral y protagónica. Una cámara subjetiva y trepidante culebrea entre los helechos.
La leña, unas pocas vacas, la huerta, la familia y los antepasados, los desafíos con aizkolaris de la comarca… Así se va sobreviviendo, sin apenas decir palabra.
El zumbido de las moscas que viven pegadas a las vacas ocupa buena parte de la banda sonora.

Dos familias, de caseríos vecinos, se relacionan en tenso silencio a lo largo de los años, en saga endogámica que incluye la insinuación del incesto.
Son pocos diálogos y muchas miradas, cargadas de mudos mensajes, reflejo de la proverbial parquedad vasca:

—¿Cómo lo sabes? ¿Quién te lo ha dicho?
—Nadie me lo ha dicho. Lo pienso yo sola.

3) Todo remite a un mundo más amplio que el humano, supeditado a fuerzas naturales más imperiosas, como las que rigen en el bosque.
En el mundo humano las cuestiones se dirimen en guerras. El aizkolari de los tiempos carlistas huye de ello. Su espíritu se adentra por el ojo de una vaca como por un túnel. Sale al otro lado y desde ahí adopta la mirada distante y mansa del hervíboro. Túnel visual que se corresponde con el de la cámara de un fotógrafo que llega al caserío, y con el agujero del tronco de un gigantesco árbol muerto en el corazón del bosque.
“Al otro lado estáis vosotros. Yo estoy aquí, a este lado”, dice a su familia el abuelo, el patriarca medio ido, enfrascado en pintar vacas.
A través de una máquina de fotos observa con los nietos en el bosque el detalle de los pequeños organismos: insectos, gusanos, moluscos, reptiles. “Esto es muy importante. Es importantísimo”. Mientras, en los caseríos prosiguen las pasiones y arrebatos humanos.

4) La fuerza del aliento poético, que origina un lenguaje visual poderoso, repleto de oleadas sensoriales y sugerencias, contrapesa de largo la relativa inconsistencia de los personajes y la flojedad del final. *
[Leer más +]
71 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre Vacas
Fichas más visitadas