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La Venus rubia (1932)

La Venus rubia
93 min.
7,0
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Disponible en:
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Escena (INGLÉS)
Sinopsis
Helen es una cantante de cabaret que decide abandonar su profesión para contraer matrimonio con Edward Faraday, un abnegado científico entregado a su trabajo y cuya situación económica no es muy boyante. Durante un viaje a Alemania, Edward contrae una grave enfermedad, debido a sus investigaciones, y se ve obligado a seguir un costoso tratamiento. Para sufragar los gastos, Helen vuelve a su antiguo trabajo. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Blonde Venus
Duración
93 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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7
Atrapada entre la profesión y las convenciones sociales
Quinto de los siete largometrajes que realiza Sternberg con su musa Marlene Dietrich. La historia, original de Sternberg, la escriben dos profesionales de prestigio, Jules Furthman ("El expreso de Shanghai", 1932; "El sueño eterno", 1946) y S. K. Lauren ("El cielo es el límite", 1943). Se rueda en los Paramount Studios (Hollywood, LA, CA), salvo algunas tomas directas (Manhattan). Producida por Sternberg (no acreditado), se estrena el 16-IX-1932 (EEUU).

La acción principal tiene lugar en EEUU en 1931/32, tras su inicio en Alemania 6 años antes. Los otros films americanos de la pareja Sternberg/Dietrich sitúan la acción fuera de EEUU, como China ("El expreso de Shanghai"), Marruecos ("Morocco"), Rusia ("Capricho imperial"), Austria ("Fatalidad") y España ("El demonio es mujer"). El químico americano Edward "Ned" Faraday (Herbert Marshall) se casa con la artista de variedades alemana Helen (Marlene Dietrich). Intoxicado por radio, Ned se ha de someter a un costoso tratamiento en Europa, por lo que Helen debe volver al mundo de las variedades, donde conoce al rico playboy Nick Townsend (Cary Grant).

La película desarrolla un melodrama apasionado y de alto voltaje, con componentes de exageración y exceso, pero sin abandonar las referencias realistas y sin recurrir a fracturas fantasiosas, como ocurre en los dos films siguientes de Sternberg ("Capricho imperial" y "El demonio es mujer"). Obtiene un notable éxito en tiempos de la Gran Depresión, cuando el público busca oportunidades de distracción en historias escapistas o en relatos de emociones fuertes. Son interesantes las imágenes que ofrece de la fachada marítima y del "Skyline" de Manhattan en 1932. También son interesantes las referencias a los parados e indigentes que pueblan el país en crisis y las imágenes de los comedores y dormitorios colectivos para personas sin techo. La cinta se apoya en un fondo autobiográfico que refleja las turbulentas relaciones amorosas del realizador y la actriz.

La música, de Oscar Potoker ("Capricho imperial", 1934), aporta composiciones propias y de otros (W. Franke Harling, John Leipold y Paul Marquardt), de formato marcadamente sinfónico y de tonos ampulosos y solemnes, en ocasiones desproporcionados y algo empalagosos. Como música añadida incluye cuatro bonitas y estimulantes canciones ligeras, entre las que destacan "Hot Voodoo" (Dietrich la empieza a cantar vestida de gorila) y "I Couldn't Be Annoyed" (la canta vestida de smoking blanco). Añade una canción de Mendelssohn ("Gruss") y una popular alemana. La fotografía, de Bert Glennon ("La diligencia", 1939), acaricia la belleza exótica de Dietrich y la exalta en cuidados primeros planos. Incorpora elementos del expresionismo alemán, como imágenes torcidas, proyección de sombras, ambientes sórdidos y degradados. Los personajes, en especial los de Ned y Nick, qudan sólo esbozados superficialmente. La narración, pese a lagunas, conserva buana parte de su capacidad de fascinación.
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40 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El dinero y la posesión que nos amargan
No sé en qué momento de la historia perdimos el rumbo y el sentimiento de poseer hizo parte de los peores paradigmas que hayamos asumido como forma de existencia. Cuántas veces habrá Dios –y hasta el mismo diablo- contraído el ceño dibujando una sonrisa, al oír que los hombres, creyéndoselo a pie juntillas dicen con firmeza: “¡Esto es mío!”... “¡Ella es mía!”... “¡Él es mío!”.

¿Cuándo comprenderemos que todo poseer mengua el amor? Si coarto tu libertad, no es por amor a ti sino porque te necesito… y entonces es por amor a mi. ¡Qué importa si no te sientes feliz con tal de que yo sea feliz! Ya te compensaré de algún modo. ¡Qué puedo hacer si el mundo está lleno de seres interesantes! Pero, en lo que a ti respecta, el único (la única) que puede interesarte soy yo. Te abandonaré o te mataré si me eres infiel… pero, ¿sabes?, también yo, ¡en cuántas ocasiones he deseado serte infiel!... y quisiera confesar que a veces lo he sido: de pensamiento (¡millones de veces!), de palabra (¡cientos de veces!), y de obra (unas cuantas veces).

En un mundo con millones de seres bellos e interesantes, ¿Cómo pertenecer a una sola persona? ¿Cómo jurar que seré sólo tuyo(a)? ¡Promesas ilusas! ¡Formamos pareja parados en una caneca llena de mentiras!

Los problemas, las rabietas, las separaciones… arrecian en el día a día por culpa del poseer... ¿y es que puedes poseer? Hazte bien esta pregunta. ¿Alguien me puede poseer? ¿Yo le permitiría a alguien que me posea? Tú fluyes a cada momento, y generas ideas, sentimientos, frases, actuaciones… ¿Puede alguien “poseer” (tener), excepto ocasionalmente, todo esto que tú eres?

Escrita por Jules Furthman y S.K. Lauren, <<LA VENUS RUBIA>>, es una grata película que me ha movido a estas reflexiones. Es la historia de una mujer que ama a su marido, pero, queriendo ayudarle, conoce a otro hombre que es atractivo, galante, generoso, rico, y sin afanes de Poseer. Él le da todo de sí y se conforma con tener de ella lo que ella quiera darle... y cuando siente que ella quiere volver con el otro, él se aleja. No reclama, no exige, no se cobra… sólo acepta. ¡ESTO SE LLAMA AMOR! Así es como se ama de veras.

El marido legítimo, en cambio, se venga de ella, la abandona y la acosa hasta quitarle a su hijo, le amarga los días y la pone a enfrentarse con un mundo oportunista que la vuelve fría como un témpano de hielo.

Y cuando triunfa la legitimidad, uno siente que triunfaron las leyes absurdas de la sociedad, pero, también siente que perdió el amor. Concedemos el beneficio de la duda porque hay reconciliación y hay perdón. Deseemos que el amor vuelva a nacer.

La Dietrich, logra un rol que impacta y que mueve nuestras fibras. Es dueña de su vida y da ejemplo de carácter y resistencia... y como ya es costumbre, el maestro Josef von Sternberg, nos deleita con una propuesta exótica, sensual, irreverente, y con unos escenarios que decoran perfectamente la romántica aventura.

Este es el cine que hace historia. No te lo pierdas.
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20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
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