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De la vida de las marionetas (TV) (1980)

De la vida de las marionetas (TV)
104 min.
7,5
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Escena (ALEMÁN con subtitulos en INGLÉS)
Sinopsis
Peter Egerman (Robert Atzorn) comete un horrible crimen: viola y estrangula a una prostituta. Del caso se ocupa el psicoanalista Mogens Jensen (Martin Benrath), pues él ya le había confesado en su consulta su deseo de asesinar a su mujer. A través de una investigación policíaca narrada en forma semidocumental, se va reconstruyendo el inquietante retrato del asesino, un hombre frustrado, sobre todo por el fracaso de su matrimonio, cuya única válvula de escape parece ser la violencia. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Spin-off Crimen Telefilm Homosexualidad
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Alemania del Oeste (RFA) Alemania del Oeste (RFA)
Título original:
Aus dem Leben der Marionetten
Duración
104 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Alemania del Oeste (RFA)-Suecia;
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Premios
1980: National Board of Review: Mejores diez películas extranjeras
8
El aburrimiento común
7:00 Levantarse.
8:00 Ir al trabajo.
11:00 Dictar a la secretaria cartas interminables sobre monótonos contratos comerciales, o bien tratar de no perderse en el caos de pasarelas, telas y modas.
1:30 Comida apresurada en cualquier café con algún cliente, o con algún compañero.
4:00 El despacho se cae encima.
6:00 Regreso a casa. Probablemente discutir con la pareja porque habéis quedado para cenar en la elegante casona de tu madre y no es una de las actividades sociales en las que tu pareja se muera por sumergirse. O ya os habéis comprometido para salir con algún matrimonio amigo vuestro, como ya viene siendo habitual la mayor parte de las noches.
10:00 Os emborracháis durante la cena, discutís, os insultáis. Fingís que es como un juego para no asustar a los amigos, pero las frases que os decís encierran puñales camuflados. Como cada día. Como una costumbre que se ha instalado venenosamente.
12:00 Ya en casa otra vez. Hacéis el amor, o fingís hacerlo. Un amago bastante patético en el que habrá que simular algún que otro orgasmo que apenas es un débil espasmo de frustración.
4:00 No podéis dormir. Os levantáis a tomar unas copas y conversar educadamente, muy civilizadamente.
Y vuelta a empezar. Varias veces por semana, acudir al psiquiatra para que te escuche decir que estás harto de todo, que quieres a tu mujer pero deseas matarla. Revelar las mutuas infidelidades. Descubrir un instinto asesino que se agazapa entre los buenos modales, la pulcritud de la ropa bien planchada, la cortesía distante, la repetición de los mismos actos y de los mismos pequeños y mezquinos detalles. Amarla y odiarla. Amar y odiar sus gestos, su expresión, su cuerpo, sus palabras, su solicitud, su compañía.
Beber mucho. Drogarse de vez en cuando. Sentirse muy desgraciado. Asfixiado.
Y, cada vez más, el deseo de matar.
En su recurrente temática de la exploración a fondo de la vida matrimonial, Bergman destaca como uno de los grandes despellejadores de una de las instituciones más importantes de la sociedad. Y también analiza, siquiera fugazmente, algunas de las bases de los conflictos materno/paterno-filiales. Y los profundos e inquietantes pozos de la mente, esa eterna desconocida.
Cuando los anillos de la alianza se transforman en cadenas con eslabones de aburrimiento, las manos y el espíritu pesan como el plomo, y las frágiles defensas del subconsciente pueden llegar a romperse y liberar al monstruo que llevamos dentro.
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53 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Nuestro encantador vecino, el psicópata
Retrato complejo y estremecedor de un psicópata de libro -o como transitar, sin despeinarse, por los oscuros recovecos de la mente. La primera escena (rodada en tonos rojos, milimétrica en su composición, con precisos encuadres llenos de expresividad, brutal y sin sangre y un tanto psicodélica) deja muy a las claras cuál va a ser la textura de la narración. A partir de ahí, Bergman despliega su inmenso talento para reconstruir, en clave de reportaje negro y blanco, el antes y el después de la secuencia inicial. No todos los episodios resultan igualmente logrados –la carta escrita por el asesino no convencía al propio director-, pero el conjunto es escalofriante. El guión, magnífico, con unas líneas de diálogo excelentes, que, a menudo, suenan voluntariamente a falso (¡el juicio clínico del psiquiatra!, ¡oh!, ¡tan plagado de tópicos!, ¡ah!, ¡tan bien urdido! ¡uf!), poniendo de relieve los aspectos visuales de la película. ¡Qué hermosos resultan los planos cortos y frontales por parejas, cuando habla el personaje que se encuentra en segundo término! ¡Y la intervención del amigo homosexual de los protagonistas, tan lúcida y sutil! Todo transcurre en un sofocante ambiente cerrado e interior, dando pábulo a un desasosiego que nos impulsa a pensar en lo que es capaz de hacer un ser humano modélico si se dan las morbosas condiciones adecuadas. Después de ver la película, uno deambula por las calles recelando de todos los viandantes. En manos de Ingmar Bergman, el mismísimo conejito de Pascua podría resultar temible. Con esta cinta, queda demostrado que el genio del maestro sueco también funciona en alemán, ¡qué miedo!
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43 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
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