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Tarzán de los monos (1932)

Tarzán de los monos
99 min.
6,7
21.281
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Sinopsis
James Parker y Harry Holt organizan una expedición a África para hallar un cementerio de elefantes que les proporcione el suficiente marfil para hacerse ricos. La bella hija de Parker, Jane, se une a ellos de forma inesperada y despierta una atracción inmediata en Harry. Pero un hombre mono llamado Tarzán y sus amigos simios secuestran a la chica. (FILMAFFINITY)
Género
Aventuras Simios Animales
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Tarzan, the Ape Man
Duración
99 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Tarzán Adaptaciones de Edgar Rice Burroughs
Links
Premios
1932: National Board of Review (NBR): Top 10 películas del año
La adaptación del famoso personaje de Edgar Rice Burroughs, protagonizado por un imponente campeón olímpico de natación, supuso un título clave del género de aventuras. Considerados unánimemente Weissmuller y Sullivan como la mejor pareja Tarzán-Jane de todos los tiempos, esta primera entrega fue, además, la primera de una larga continuación de aventuras del legendario rey de la selva. La serie que empezó con la Metro-Goldwyn-Mayer pasó luego a la RKO, Maureen O'Sullivan llegó a dejar en los años cuarenta su personaje en busca de otros papeles más "serios", pero para la historia del cine Weissmuller fue, desde esta película, sinónimo de Tarzán.
[FilmAffinity]
7
The sounds of the jungle
Creo que no he vuelto a ver ninguna peli de Tarzán desde que tenía -qué sé yo- ocho, nueve o diez años, pero de lo que estoy seguro es de que las he visto todas. Absolutamente todas. Sin excepción. Y si puedo afirmarlo con tanta rotundidad es porque, afortunadamente, mi infancia cinéfila se nutrió a base de clásicos como Tarzán. Clásicos para todos los públicos que los dos únicos canales de televisión reponían una vez tras otra y que ejercieron, sin lugar a dudas, una importantísima labor de pedagogía cinéfila en la formación de futuros amantes del séptimo arte.

Permitidme, por consiguiente, que haga hincapié en el inestimable papel de esos dos canales de televisión porque –aunque no me mueve ningún interés personal en el ente público ni jamás se me ocurriría defender ningún tipo de monopolio- he de admitir que, para mi, su influencia fue vital. Tan vital que me atrevería a certificar, incluso, que de no ser por la programación cinematográfica de la tele en los años setenta y ochenta un servidor -hoy en día- no sería cinéfilo. Y no lo sería porque la programación cinematográfica de las televisiones públicas es, en la actualidad, una auténtica basura. Entre otras cosas porque las escasísimas pelis de cierta calidad quedan relegadas a horarios intempestivos y lo que prima en las parrillas de máxima audiencia infantil o juvenil es, por desgracia, una verdadera bazofia. Así, mientras yo tuve ocasión de disfrutar tardes memorables gracias a “Solo ante el peligro”, “El vuelo del fénix”, “King Kong”, “La reina de África”, “Rio Bravo” o “Tarzán de los monos”, los desdichados niños de hoy en día no tienen más remedio que refugiarse en el nauseabundo Disney Channel si quieren evitar ser salpicados por toda la mierda que esparcen y airean día sí, día también, esos inmundos y putrefactos programas de telecarroña que parecen haberse asentado indefinidamente en nuestras largas y deprimentes sobremesas.

Y aunque no me considero ningún recalcitrante nostálgico de los viejos tiempos, lo que tengo muy claro es que si hoy soy cinéfilo, lo soy -en parte- gracias a naderías tan insignificantes como el tañido de los tambores en la selva, el barrito de los elefantes o el peculiar alarido de un plusmarquista olímpico en taparrabos. Posiblemente, mis recuerdos cinematográficos más remotos.
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52 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Como dicen en la NBA: Raza blanca tirador.
De muy pequeño la primero novela que pude leer fue “Tarzán de los monos”, aquello en realidad me traumatizó, porque a lo largo de los años posteriores pude comprobar que las películas de mi infancia de Tarzán que todos los demás niños veían también no correspondían en absoluto con la novela principal de Edgar Rice Burroughs que había leído y como pueden imaginarse ningún niño conocía el texto original.

Es sorprendente como un autor como Burroughs no protestase un poco más al ver como machacaban su novela, y aunque pone basada en el libro, más bien es inspirada porque la historia se parece muy poco, por no decir nada al texto original –aunque la versión de Hudson tampoco tiene nada que ver-.
En realidad está película se debería titular “Cuando Tarzán conoció a Jane” o “Tarzán y el cementerio de elefantes” pero nunca como la novela de Burroughs.

Después del crack económico del 29, Estados Unidos necesitaba ídolos en quien confiar para poder tirar para adelante. Y daba igual que fueran reales o ficticios, lo importante es que fueran héroes. Y en aquel momento sin lugar a dudas el mejor protosuperman que se tenía a mano era Tarzán.

Porque mucho antes que existiesen esos superhéroes del cómic puramente posmodernos y futuristas ya existía Tarzán. Para que entendamos quien es Tarzán podemos definirlo que es una mezcla de gladiador romano y de dios helénico, es decir es un ser semidivino, un Hércules en potencia.

Es como bien señala Txarly un ejemplo de superhombre nietzscheano que trasciende normas sociales y morales dadas y domina a la naturaleza incluido leones, hipopótamos, gorilas...y todo tipo de bestias y a los hombres de las razas inferiores. Es auténtico darwinismo social que tan en boga estaba en aquel momento cuando Burroughs escribió el libro. Recordar simplemente que Tarzán significa piel blanca.

Para el papel protagonista se escogió al magnífico Johnny Weissmuller, que fue elegido en un casting de entre más de 150 chicos, se trataba del mejor nadador de la década de los años veinte. Un hombre que después de interpretar doce veces el personaje acabó bastante tocado del ala. Se convirtió en una víctima de la fama y del dinero; cinco matrimonios, amigo de excesos –se iba de fiesta con Errol Flynn o John Wayne para que se hagan una idea-. El caso es que cuando no hacía de Tarzán los papeles que interpretaba se le parecían bastante como en “Fuego pantanoso” del año 1946. Por cierto en contra de lo que señala otro usuario Burroughs siempre le pareció que Weissmuller fue el mejor Tarzán que existió.

Su compañera de reparto fue Maureen O'Sullivan, que aunque muy guapa tampoco fue como actriz gran cosa. La pobre O'Sullivan es maltratada durante toda la película, sufre desde aguadillas, empujones, lanzamientos como si fuera una pelota e intento de violación en una de las escenas donde rompe a llorar. Además se pasa la película gritando y diciendo “Tarzán, Tarzán”. Hoy sería denunciado su papel por las feministas de turno.
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38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
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