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Amanecer (1927)

Amanecer
94 min.
8,4
14.753
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Sinopsis
Un granjero (George O'Brien) convive felizmente en el campo con su esposa (Janet Gaynor). Pero la aparición de una seductora mujer (Margaret Livingston) de la ciudad hace que comience a enamorarse de ésta, y a pensar que su mujer es un estorbo que se interpone en la felicidad entre él y su nueva y sofisticada amante. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Drama romántico Melodrama Expresionismo alemán Cine mudo Película de culto
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Sunrise: A Song of Two Humans
Duración
94 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1927: 3 Oscars: Mejor película por calidad artística, actriz (Janet Gaynor), fotografía
13
13
Positiva
0
Neutra
0
Negativa
10
CON S DE SEDUCCION
Hay películas que me encantan, me gustan y no puedo por menos que calificarlas con un diez, o con “sobresaliente con destaca” según modernos sistemas escolares de medida y valoración.
Pero hay películas que me seducen. Y esas no sé como valorarlas. Es imposible. Renuncio a hacerlo. Como máximo estoy tentado de apostrofarlas con una S. S de seducción.
¿ Donde está la diferencia entre gustar y seducir? Lo siento. No puedo decírselo. Sencillamente porque no lo sé. Es algo fuera de los contextos de la razón y más propio del terreno de lo sentimental.
Tal vez un ejemplo ayude a clarificar las cosas. Veamos. Con la muerte en los talones, mi film mítico por excelencia, me encanta pero no me seduce. Lo mismo me pasa con Testigo de cargo de Billie Wilder ó con El Padrino de Coppola. No me negarán que todos ellos son “peliculones”. Pero les falta algo... Esa S de seducción que en cambio si tienen, siempre desde una óptica personalísima, La reina Cristina de Suecia de Rouben Mamoulian, La vida es bella de Roberto Benigni, Avaricia de Erich von Stroheim y Sunrise (Amanecer) de Friedrich Wilhelm Murnau.

Y quiero detenerme en esta joya del cine que es Amanecer, una de las ultimísimas películas del cine mudo (dos semanas antes del estreno en Estados Unidos de “El cantor de jazz”).

Amanecer es una de esas películas que después de verlas no cabe más que exclamar eso de ¡Que grande es el cine!. Y yo exclamé también ¡Gracias, Murnau por haberlo hecho posible!.
Cada fotograma es una joya, tratada con delicadeza al propio tiempo que con la osadía de los innovadores. Cada gesto de los actores, cada expresión, es un verso de esta maravillosa poesía cinematográfica. Después de verla nadie podrá dejar de comprender a que se llamó y se sigue llamando hoy en día “expresionismo alemán”. Esas expresiones que en otra película como Avaricia de Stroheim hablan por si mismas sin necesidad de rótulos literarios que nos expliquen los hechos, aquí nos hablan desde su mudez con la misma claridad pero con un lenguaje poético absolutamente sublime y, lo que les decía, totalmente seductor.

Un último pensamiento, agarrado al vuelo como se suele decir: La madurez ayuda a comprender y valorar obras como ésta pero al mismo tiempo viendo películas así no se puede por menos que madurar.
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193 de 236 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Amanece, y redescubre el cine. Y perdónalo. Y ámalo más...
Sí, ya sé lo que pasa con las pelis antiguas. Los amantes del cine somos así de snobs. Hay una indulgencia basada en aquél lema cinéfilo, ¿cómo era? Ah, sí: “todo lo viejo fue mejor”, o algo similar. Queda guay y muy culto, así que películas a las que hoy despellejaríamos sin piedad tendemos a puntuarlas en alza. Porque claro, fueron abanderadas, precursoras, marcaron un antes, y eso tiene tanto mérito….
O bien confluyen factores nostálgico-romanticoides, y por ello, los que en su día vibraron con las escenas persecutorias de la fantasiosa e infantil utopía esa de “la gran evasión”, hoy se siguen emocionando con su recuerdo. “¡Ohhhh! Le has puesto un cuatro a un clásico, ¡¡guillotina!!”.

Pero no me digas que esto sucede con esta maravillosa alborada que hoy nos ocupa, porque no.
Amanece una lección incontestable en forma de obra de arte, brillante como un resplandor matutino. Para ser obra de arte no debes envejecer, sino remozar con los años. Esta es una lección de cine capaz de hacernos creer que las palabras no importan, y que una mirada de un ser tan maravilloso como Janet Gaynor habla más que el mejor diálogo. Y emociona. Porque esa pureza, ese romanticismo del de siempre (¡te he dicho que no digas "anticuado"!)… eso no envejece, sino que perdura.

Si descubrir el amor es la leche, redescubrirlo debe ser sublime. Esta película es redescubrir el romanticismo.

Para ello, es ineludible que no se hable, es necesaria una fotografía difusa como los sueños y es aconsejable esa ingenuidad primeriza como una sonrisa.

Con esta peli me pongo a soñar al amanecer, y despierto de noche. El cine me pide perdón, y yo despierto amándolo mucho más, porque me hace tan feliz...
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168 de 195 usuarios han encontrado esta crítica útil
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