Parsifal (1982)

Y un siglo después de la muerte de Wagner, llega Syberberg, que intentará minimizar los elementos religiosos que quedaban en el libreto. Por ejemplo, se suprimen los dos milagros de la lanza; el primero cuando, impulsada por Klingsor, debería haber quedado suspendida en el aire; el segundo, cuando el signo de la cruz trazado con ella debería destruir el castillo de Klingsor. Igualmente, todo lo relativo al Graal aparece desdibujado, como los propios “desfiles”, cuya relación con la copa sagrada puede pasar inadvertida a quien no conozca la historia. Y —lo más sorprendente— el intento de negar con la imagen lo que con palabras abiertamente se proclama: la curación milagrosa de Amfortas, contradicción desconcertante que deja al espectador sumido en la perplejidad.

Por el contrario, se enfatiza el contenido erótico-sexual que de por sí tiene la obra wagneriana, de forma, en mi opinión, no siempre inteligible o justificada; por ejemplo, una gran cruz fálica al principio del acto II, un enorme falo truncado sobre un pedestal al final de ese mismo acto, etc.

Este intento de “historización” de los elementos mitológicos que habían sobrevivido en la obra de Wagner me parece un planteamiento empobrecedor, pero esa no deja de ser una opinión personal y quizá la cuestión que habría que valorar sería más bien si el intento se lleva a cabo con éxito o no. Aunque no simpatice con el proyecto, creo que su problemático propósito tiene indudables aciertos, si bien se podría tildar en alguna medida de pretencioso, y se pueda decir que la difícil hibridación no siempre resulta convincente. Visualmente, la película me parece brillante a ratos, pero también se aproxima, en otros, a una cierta estética kitsch que recuerda los aspectos más decadentes del prerrafaelismo, resultado harto chocante, dado el espíritu “racionalizador” y “brechtiano” del director.

Hay también un intento de distanciar a Wagner del nazismo, tema sobradamente debatido. El hecho de vestir a Klingsor (que encarna el mal en la historia), con un largo abrigo de cuero negro, de claras resonancias nazis, revela con claridad el propósito de Syberberg. No estoy muy seguro de que ésa sea la mejor forma de reivindicar a Wagner...

Desde luego, se trata de un film de una enorme complejidad que exige varias visiones si se quiere llegar a percibir y a comprender el sentido de los múltiples elementos que componen su desbordante escenografía. Con más de cuatro horas de duración, algunos dirán, sin duda, que con una visión tienen suficiente. En cualquier caso —insisto— creo que lo menos que se puede decir es que merece la pena conocer el cine de Syberberg.