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China (1972)

China
207 min.
6,8
94
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Sinopsis
Tras la revolución cultural, Antonioni hizo un documental sobre China, que se centra en las zonas que le permitieron visitar. Consta de tres partes. La primera parte se desarrolla en Pekín e incluye una fábrica de algodón, la zona antigua de la ciudad y una clínica donde se aplica la acupuntura. En la segunda se muestra el Canal de la Bandera Roja, una granja colectiva y la vieja ciudad de Suzhou. La parte final incluye el puerto y la industria de Shanghai y una representación teatral de acróbatas. Las autoridades chinas, insatisfechas con el resultado, evitaron su proyección en China. (FILMAFFINITY)
Género
Documental
Dirección
Reparto
Documental
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Chung Kuo - Cina
Duración
207 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
7
"¡Queremos que el presidente Mao viva para siempre!"
Antonioni observa con inmediatez. Es, en Chung Kuo, turista ingenuo y observador. Convenientemente, es paseado por los lugares considerados aptos para el foráneo, bajo la esperanza de que, al término de su visita, realice una loa al régimen chino. Él les sigue y registra lo que ve, educadamente imparcial, incluso aduciendo cierta "soberbia occidental" al efecto que causa, pero no obvia ocasionales observaciones incómodas. Los apuntes inoportunos, al parecer, fastidiaron a los dirigentes chinos, que mantuvieron bajo prohibición el documental durante varias décadas.

El país, bajo ojo sin pretensiones, parece amable. Estrictamente trazado, pero razonablemente apacible.

Las notas visuales de Antonioni, desprovistas de tesis o hipótesis, requieren del conocimiento del espectador para ser completadas. Este podrá ver en la tierra, o no, el polvo de huesos de las hambrunas, las lágrimas de los laogai, el exterminio de los gorriones o el desastre de aquellos hornos "samovares", como los definió Kruschev, que buscaron hacer la competencia a Inglaterra, país al que China profesaba (y aún profesa) enorme rencor desde la primera guerra del opio.

Por mi parte, observo en cada rutina, en cada cotidianidad, la amenaza del control riguroso y estricto del gobierno. En cada gesto prosaico y banal, se está "haciendo la Revolución".

...

El elemento político vertebra, implacable, toda la vida china.

La canción infantil, juego inocente y pueril, esconde una oda al Gran Timonel. Los niños aprenden, desde chiquitos, el refranero de Mao.

El debate, tan del gusto del marxismo universitario, se nos descubre casi como una convención tópica: discuten sólo ciertas obras, de las cuales sólo cabe una crítica.

El pasado, en los museos, siempre fue lance indeseable. El esforzado denuedo revolucionario ha hecho de China un lugar donde los campesinos sólo viven la dureza del campo "como en todos los lugares". El milenario pasado budista y confucianista es conservado como curiosidad museística.

La uniformidad en los atavíos es alabada como signo de pudor y moderación. La contención emocional de los chinos, como valor personal deseable.

El concepto de la construcción estajanovista como símbolo de "triunfo" de la doctrina, en este caso, el canal Bandera Roja como hito del socialismo. Todo régimen, incluso el más execrable, tiene logros relativos que, en gran medida, se utilizan para legitimar la naturaleza del régimen, que poco tiene que ver con ellos. Franco son sus pantanos, Stalin su Canal Belomor, Mussolini su arte fascista.

La discusión campesina ha de ir precedida de una declaración de adhesión ideológica, y el punto de partida son los refranes de Mao, quien jamás labró la tierra.

La consigna que da título a esta crítica, pintada en una pared, deseando vida inacabable al presidente Mao —irónico deseo, pues el propio Mao, al parecer, siempre excusó el tremebundo número de víctimas de sus hambrunas defendiendo con ferviente pasión la muerte como elemento de renovación, según nos cuenta Jung Chang en su ciclópea biografía sobre el presidente.

...

El muy recientemente fallecido Antonio Escohotado dijo: "la casta política es el precio a pagar por la democracia".

En China, ni siquiera parece haber precio a pagar. La política es el hilo que lo une todo y que entre todos tejen, y la madeja la da el Estado, que no puede ser otra cosa que el pueblo, siendo este a su vez, indisociablemente, el partido. La triple equivalencia domina China desde entonces.

...

Es el documental de Antonioni un valioso viaje al pasado, su asepsia es calculada y su crítica es sutil.

Antonioni no realizó un documental de oposición, desde luego, pero tampoco uno complaciente. Las inclinaciones políticas de un director, incluso de aquellos directores que más lo traducen en su obra, como es el caso de Pasolini, siempre me han sido algo indiferentes. En general, considero que hay lugares muchísimo más pertinentes a los que acudir para dilucidar cuestiones históricas, económicas o políticas que el ámbito del Arte. Antonioni alguna vez se definió como "marxista cultural" y el recurso a la alienación burguesa en sus películas me hace especular que imaginó otra cosa de China, que era en los 60 y 70, más que la URSS, el modelo marxista para el mundo. Cabría preguntarse si, a su regreso de China, también exclamó ingenuamente aquello que dijese el americano Lincoln Steffens tras volver de la recién estrenada Rusia bolchevique: "he visto el futuro y funciona".

Gracias.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Más que un documental, es una agenda de notas filmadas, Antonioni
Y cito al propio Antonioni con el título de la crítica puesto que así es esta "agenda de notas" de 210 minutos. Aderezado con la voz en off en italiano de un texto que podría enriquecer más al espectador, los silencios de Antonioni están presentes a lo largo de la cinta.
"Este es un país enorme y desconocido que yo sólo soy capaz de mirar, que no de explicar en profundidad", Antonioni.
Creo que, así pues, está todo dicho.
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7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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