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Jappeloup. De padre a hijo (2013)

Jappeloup. De padre a hijo
130 min.
5,9
513
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Tráiler HD (ESPAÑOL)
Sinopsis
A principios de los 80, Pierre Durand abandona la abogacía para dedicarse en cuerpo y alma a su pasión: el salto de obstáculos a caballo. Apoyado por su padre, lo apuesta todo a un joven caballo en quien nadie cree: Jappeloup. Demasiado pequeño, extraño, imprevisible, lleno de defectos aunque también de extraordinarias cualidades. Prueba tras prueba, el dúo progresa, imponiéndose en el mundo de la equitación. Llegan entonces los JJOO de Los Ángeles, que tendrán un resultado inesperado. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Biográfico Caballos Juegos olímpicos Hípica Años 80
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Jappeloup
Duración
130 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2013: Premios César: Nominada a Mejor actriz revelación
2013: Festival de Montreal: Sección oficial largometrajes a concurso
6
No está nada mal. Biopic de un caballo llamado Jappeloup.
Cuenta el señor Duguay con un reparto estimable, con caras muy conocidas por aquí del cine francés actual. Y nos cuenta una historia bastante anodina de un caballo extraordinario que pertenece a un joven realmente impetuoso y egoísta. Cronológicamente nos pone al corriente de sus andanzas como se ha hecho en infinidad de películas deportivas y olímpicas, añadiendo el trasfondo de un protagonista excesivamente huraño que está rodeado de gente que lo aprecia.
Las relaciones familiares y amorosas rodean la odisea del jinete en los años ochenta, y su lucha por conseguir la gloria y reconocimiento a costa de casi todo.
Canet y Auteuil conforman una bonita familia padre e hijo, y las imágenes ecuestres y del campo francés valen per se su visionado. No es ninguna maravilla pero se ve sin dificultad. Interesante (6), quizá sea un adjetivo demasiado generoso para su nota, pero pasable (5) se queda corto sin duda en mi opinión. Esperando que FA ponga los y medio (5,5), me decanto por el seis.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Más que jinete y montura, amigos y compañeros.
Siempre he pensado que el caballo era el único animal que conservaba su nobleza ya fuera en estado salvaje o domado. Tal vez por eso es uno de los pocos animales que cuentan con un género cinematográfico propio, ya sea retratando carreras (Seabiscuit, Secretariat, Hidalgo), ya sea retratando su papel en contiendas bélicas (Caballo de Batalla), o mostrando su participación en competiciones de salto, cómo esta que nos ocupa.

A lo largo de más de dos horas, la película trata de concentrar 20 años de relación entre Pierre Durand (Guillaume Canet) y Jappeloup, un pequeño caballo negro en el que nadie creía, pero que se convirtió en toda una leyenda francesa allá por los 80. Y aunque el resultado es satisfactorio y consigue transmitir bastante emoción, el hecho de intentar retratar tan largo espacio de tiempo en apenas 130 minutos hace que el montaje sea un poco desigual. Sin mencionar que si se han visto películas de este corte, el transcurrir de la misma es bastante, bastante previsible (vamos, que no creo que a nadie le sorprendan ni los devenires, ni el final).

Pero vayamos por partes. En primer lugar hay que destacar, tanto la fotografía (espléndida, ya sea con el sol de cara o atardeceres lluviosos y grises), como el diseño de producción, muy conseguido (aunque los 80 no queden muy lejanos), y el que se entremezclan de cuando en cuando imágenes de archivo para dotar de un poco más de verosimilitud a la historia.

Después hay que destacar al reparto, que está muy bien en general, pero que tiene sus puntos principales, en Guillaume Canet, que interpreta muy convincentemente a Pierre Durand; en Marina Hands (que interpreta a Nadia, la mujer de Pierre, omnipresente), y luego a Daniel Auteuil (Serge Durand, padre de Pierre y referencia y apoyo de su hijo). Pero yo, sinceramente, me quedo con el papel de Lou de Laâge (Raphaëlle, moza de Jappeloup) que realmente consigue transmitir con su mirada, gestos y carácter, el cariño y devoción hacia el caballo protagonista.

La película abarca desde el nacimiento de Jappeloup, hasta la participación en los Juegos Olímpicos de Seúl 88, pasando por Los Ángeles 84 y diversas competiciones europeas, en las que se incluye Barcelona. La cuestión es la siguiente: las competiciones están magníficamente rodadas (aunque se abusa muchísimo del plano ralentizado a cámara lenta para los saltos), y cada trote, cada plano en el que se muestra al caballo antes de llegar al obstáculo está rodado de tal manera que consigue transmitir suspense y emoción (consiguiendo sorprender en muchos momentos debido al carácter imprevisible del caballo, véase la competición de Los Ángeles 84), pero no sólo eso, sino que cada caída, cada accidente, se siente y duele como si estuviera rodado de verdad; el problema viene con la historia que tiene lugar fuera de los campos de competición.

Toda la historia que rodea a Pierre, su mujer, sus padres, el hecho de que deje la abogacía para dedicarse profesionalmente a los caballos, nacimientos, muertes, etc, etc... pues la verdad es que resulta un poco lento, o muy lento (sobre todo después de los acontecimientos de Los Ángeles la película parece caer en un sopor un poco extraño del que se recupera en la parte final con la competición de Seúl) y eso hace que se desee con ganas que el tema equino regrese pronto a la pantalla, más que nada, porque el montaje es demasiado abrupto y precipitado y de una trama salta a otra con el típico cartelito de "dos años después", debido a que, repito, trata de abarcar mucho en poco tiempo.

Pero bueno, como digo, la emoción de las competiciones, y de las diversas situaciones con el caballo compensan.

A la emoción contribuye también una banda sonora épico-dramática que, aunque muy típica, consigue encajar perfectamente con el tono de cada competición (el salto final es realmente muy muy emocionante) permitiéndose el lujo de incluir canciones de los 80 en los momentos más distendidos.

Pero lo importante, y ya termino, es esa reflexión acerca de que Pierre y Jappeloup no eran jinete y montura, sino que eran dos amigos que se iban conociendo y encajando a través de competiciones, éxitos, fracasos, caídas, roturas, equivocaciones, cabreos, distanciamientos... demostrando que las grandes gestas no se construyen en 20 minutos, sino que son fruto de muchos años, y mucho respeto mutuo.

El papel de Donald Sutherland no es más que un cameo largo que no añade nada a la película.

Muchas gracias si alguien me lee y me valora positivamente!
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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