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Deuda de honor (2014)

Deuda de honor
122 min.
6,3
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Sinopsis
Nebraska, 1855. Mary Bee Cuddy (Hilary Swank), una mujer solitaria que vive en un remoto pueblo del Medio Oeste, es elegida por la Iglesia para hacer regresar al mundo civilizado a tres mujeres que han perdido la razón. Para ello, cuenta con Briggs (Tommy Lee Jones), un delincuente al que salva de la horca con la condición de que la ayude a ejecutar su misión. Juntos emprenden un largo y peligroso viaje a través del desierto, desde Nebraska hasta Iowa, en el que tendrán que enfrentarse a toda clase de peligros. (FILMAFFINITY)
Género
Western Drama Amistad Siglo XIX Enfermedad Discapacidad
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Homesman
Duración
122 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Glendon Swarthout
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Premios
2014: Festival de Cannes: Sección oficial largometrajes a concurso
2014: Asociación de Críticos de Boston: Nominada a mejor actriz (Hilary Swank)
7
El Oeste y la desolación
No hay género cinematográfico más norteamericano que el western. Polvo, sangre, whisky y redención. En las últimas décadas, sin embargo, su presencia en los cines se ha ido difuminando, desapareciendo en su dimensión más pura, pero colándose por las rendijas de otros géneros. De tal forma que se producen muy pocas películas del Oeste, con sus cantinas y sus forajidos, pero sus formas y elementos, su mitología al fin y al cabo, pululan por muchas películas, creando sub-géneros que son pura mutación como el western post-apocalíptico a lo Cormac McCarthy, como The Road (Hillcoat, 2009), que adapta una de sus novelas, o The Rover (Michôd, 2014). La enorme influencia del western en el audiovisual yankee, ha llegado además a la televisión, desde Breaking Bad y su drama de frontera, hasta The Walking Dead y su mundo de pistoleros luchando por su supervivencia.

A pesar de todo ello, aún se siguen produciendo algunos westerns de nivel, que profundizan en el imaginario del género y lo llevan hacia territorios más oscuros. Con Unforgiven (1992), Clint Eastwood inició la nueva y pedregosa senda a recorrer por las películas del oeste, una evolución del género que se ha venido a denominar: western crepuscular. En esa misma línea hemos podido ver obras como la True Grit (2010) de los hermanos Coen o The Homesman, film que presentó Tommy Lee Jones en el pasado Festival de Cannes entre grandes elogios. Lejos ya de los grandes héroes de antaño, el nuevo western se centra en personajes en la recta final de su recorrido vital. Ya no hay descubrimiento, sólo supervivencia.

The Homesman cuenta el viaje que han de realizar una mujer desesperada en su soledad (Hilary Swank en su salsa) y un forajido al que le salva la vida (el propio Lee Jones) para llevar a tres mujeres que han caído presas de la locura, desde sus hogares hasta una ciudad dónde las puedan cuidar adecuadamente. Del polvo y el calor, a la nieve y el frío, seguimos a este grupo de personajes en un camino que cada vez se vuelve más oscuro, más trágico. Ya no es melancolía por tiempos mejores de lo que habla aquí Lee Jones. Es algo más tenebroso. Dibuja, el camino hacia la muerte, hacia la perdición de toda esperanza. El gran atractivo de la película es su total ausencia de optimismo. Todo lo que puede salir mal, saldrá incluso peor. No hay redención posible para este grupo. No hay catarsis emocional. No hay una experiencia vital redentora. Decía Nacho Vegas que “el final es como un desparramarse”, pues eso. Y si en la mirada cansada y la sonrisa socarrona de Tommy Lee Jones vemos a un hombre que hace tiempo ha asumido que su vida se precipita hacia la nada, en la de Hilary Swank (en su mejor trabajo desde Million Dollar Baby) vemos todo lo contrario. Swank encarna una fe ciega en aquello de “mañana será un día mejor”. Por eso también es el corazón de la historia, aunque no sea su protagonista. Es el personaje que incendia los planos.

No es The Homesman una película perfecta, de hecho tiene un tercio final, que a pesar de ser muy valiente, se hace muy pesado. Es coherente, pero no por ello funciona narrativamente. En cierta forma es como un pollo sin cabeza que se ha escapado de las manos de su ejecutor. Para comerlo había que cortársela, pero ahora anda dando tumbos frente a nuestros ojos y perdiendo todo el plumaje que había conseguido. Aún así, se reconoce el atrevimiento de Tommy Lee Jones al plantear la historia con la sequedad con que lo hace. No hay concesiones, ni si quiera narrativamente hablando. En cuanto a la apuesta formal, el cineasta es capaz de exprimir ese Oeste vacío y desolador, y ayudado de la inquietante música de Marco Beltrami, y sobre todo de la apagada fotografía de Rodrigo Prieto, crear una atmósfera que grita derrota. Para hablar de muerte era preciso crear un paisaje muerto. Y sí, lo logra. Paradójicamente, da gusto ver que a pesar de todo, el western sigue latiendo.
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76 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El bueno y viejo Tom
Es evidente que hay actores que trascienden el status de meros maniquís del star-system. Y uno de ellos es, por derecho propio, Tommy Lee Jones. Incluso en sus papeles más alimenticios se puede adivinar la profundidad emocional e intelectual de este actor y director, que ya ha dejado muestras de que tiene más que contar que la mayoría de sus compañeros de profesión. Y a medida que una de estas rara avis envejece inevitablemente siente la llamada del western.

Y Tommy cae en la tentación con The Homesman. Un western realista, de los que muestran todo el crudo tremendismo de aquel salvaje oeste que tanto idealizaron en el Hollywood del siglo pasado. El Oeste de Lee Jones es el de la sordidez (física y moral), el de la pobreza y la indignidad que esta conlleva. Aunque también el de los paisajes que dejan sin aliento y el de la breve chispa de la nobleza humana.

Y como no podía ser menos, el director se rodea de un reparto de actores y actrices en estado de gracia, encabezados por esa Hilary Swank que viene a confirmar aquí que si no es la mejor actriz de su generación, poco le falta.

Y así, con esos diálogos cortos pero intensos, con esos paisajes y ese dolor humano, con toda la poesía que tiene la locura y el desaliento, Tommy Lee Jones traza una pequeña joya. Una de esas películas que dignifican a quienes las hacen y a quienes las contemplamos.

En lo único que falla la película es en que en ningún momento, por extraño que parezca, los protagonistas se cruzan con William Munny. Aunque seguro que no andaba lejos.
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52 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
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