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Las páginas del libro de Satán (1921)

Las páginas del libro de Satán
167 min.
6,8
442
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Película
Sinopsis
Satanás es un ángel caído que quiere agradar a Dios. Pero el Señor lo condena a vivir entre los hombres para tentarlos permanentemente; cada vez que provoque la condenación de un alma, la propia condena de Satán se alargará un milenio. En cambio si llega a hallar a un alma capaz de resistir sus tretas, logrará un mérito a su favor... (FILMAFFINITY)
Género
Drama Cine mudo Religión Siglo XVI Siglo XVIII Años 1910-1919
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Dinamarca Dinamarca
Título original:
Blade af Satans bog
Duración
167 min.
Guion
Fotografía
Compañías
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9
EL ASADO DE SATAN
La segunda película de Dreyer, con problemas financieros en la productora Nordisk, quería poner un contrapunto al grandioso poema cinematográfico de Griffith: “intolerancia”.Dreyer configura cuatro historias con un realismo y una documentación que será su carta de presentación para sus siguientes películas. Si en Ordet hace grabar los jadeos de parto de Birgitte Federspiel, quien realmente estaba embarazada, para incorporarlos a la cinta, y en la Pasión de Juana de Arco hizo caminar de rodillas a la Falconetti para rodar el dolor se su cara, en ésta película y por el módico precio de dieciocho coronas hace grabar en directo sobre el brazo de unos de los cuidadores de María Antonieta, el tatuaje con las famosas frases del proceso revolucionario. Así se las gasta Dreyer.
Del primer episodio de la vida de Jesús, su gran pasión cinematográfica que no pudo realizar a pesar de tener el guión terminado (publicado en la editorial Sígueme) destacamos sobre todo el plano del sanedrín político, y el avance de los soldados romanos para detener al rebelde. El contraste entre la asamblea de los “Caifás”, donde los sabios gritan pidiendo condena y la reunión de los seguidores de Jesús, con el tañido de fondo del arpa cantando al amor, marca el ritmo de éste capítulo con primeros planos geniales del Judas. La imagen de la cena, solo superada por Buñuel en Viridiana, es un cuadro, del que tenemos referencia por ser colgado en la mayor parte de los comedores de las familias españolas del franquismo. Familias que no pudieron ver la película gracias a la censura impuesta por la Iglesia Católica debido sobre todo al capítulo dedicado a la Inquisición. Dreyer, un cineasta de la trascendencia sin poder verse en nuestros cines. ¡Qué paradoja en un país donde el nacional-catolicismo estaba hasta en la sopa! No podían soportar ver que la persecución a la superstición tenía efectos perversos por la forma de combatir la heterodoxia a sangre y fuego. La antipatía hacía el clero quedaría constatada en la terrible secuencia del interrogatorio del monje Argote a Isabel, y como el Gran Inquisidor, haciendo de perfecto cínico le susurra: “que me importa el cuerpo de la hereje si su alma se salva” ¿pensarían así hoy algunos curas pederastas?
Vista la película en cine-club es inevitable que surja una lectura antirrevolucionaria y antipopular del episodio de la Revolución Francesa donde el mal se instala en el comisario político de la facción jacobina del terror. Si seguimos a Irene Castell el episodio francés se hallaría muy cerca de la historiografía contrarrevolucionaria:” penalidades de la familia real, tragedia de los inocentes, víctimas, los horrores de la barbarie popular”, pero nosotros decimos lo mismo que José Andrés Dulce y es que un artista, alguien que no juega con las cartas marcadas, nunca se dirige a los convencidos tratando de halagarlos con los argumentos que éstos desean escuchar. De Dreyer sabemos sobre todo que era un personaje aburrido y dedicado al cine por encima de todas las cosas. No es fácil conocer su pensamiento político, y en este caso vamos a seguir lo que nos dice Haneke, hoy de moda: “cuando leo un libro o veo una película no quiero saber nada del autor .Así permanezco autártico” Permanezcamos autárticos y analicemos. Dreyer en el planteamiento de la película se muestra próximo a Anatole France y a su novela “Los dioses tienen sed”. Colaborador del diario l'Humanité, se presentó a diputado en las elecciones legislativas de 1914. Cercano a la SFIO (Sección Francesa de la Internacional Obrera, futuro Partido Socialista Francés).Los dioses tienen sed, es un examen de lo cotidiano en la época de la guillotina. El personaje Gamelin es un hombre honrado que esconde a un monstruo, Kundera, dice que Anatole France no escribe para "condenar" a la Revolución, sino para examinar el misterio de sus actores. El misterio de una nación que se regocija viendo cortar cabezas .Cuando Eric Rhomer estrenó “La Inglesa y el Duque” también levantó una gran polémica enfrentándose a la lectura oficial de la revolución, y sin embargo no estaban en contra del proceso, recordemos que Dreyer comienza el episodio diciendo que la cabeza de Luis XVI rodó “sobre el altar de la libertad”.
Las preguntas que se hace hoy Peter Mcphee, en su reciente libro sobre Robespierre son las siguientes: ¿fueron las restricciones de las libertades individuales, y las detenciones y ejecuciones masivas de la época del Terror el precio que hubo que pagar para salvar la Revolución? ¿O fue ése año un periodo espantoso de muertes, encarcelamientos y privaciones innecesarias? Dreyer pudo anticipar estas preguntas a modo de imágenes, no olvidemos, en cine mudo.
El cuarto episodio, la rosa roja de Suomi, trascurre en el poblado de Hirola, durante la ocupación de Finlandia por tropas rusas, y está claro que a Dreyer no le gustan las ocupaciones sean o no revolucionarias .Se acordaba de la sufrida por los prusianos en sus propias carnes. Lástima que la música de fondo llegue a cansar en la edición que hemos visto.
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18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La debilidad y las bajas pasiones del ser humano.
Nos ocupamos hoy de una de las primeras películas del maestro danés Carl Theodor Dreyer. Basada en una novela de Marie Corelli, está influida por la monumental “Intolerancia” (Intolerance, 1916) de D. W. Griffith, y supone toda una reflexión sobre cómo el mal se posa sobre las almas (tema habitual en Dreyer), incitándolas a cometer actos que las acaban corroyendo.

La película se adentra de forma hipnótica en cuatro capítulos de la Historia, mostrándonos la lucha titánica entre el bien y el mal, a través de diversas etapas temporales. Dreyer se apoya en un recurso por entonces de moda, la utilización y amalgama de diversos espacios temporales, unidos por un hilo o columna vertebral a todos ellos afín, una tendencia que se le atribuye al gurú yanqui del cine, el mítico David Wark Griffith y su ya mencionada “Intolerancia”, aún cuando el maestro Dreyer, ni corto, ni perezoso, haya negado su influencia. Pero lo cierto es que no poco hereda de Griffith, si bien el danés le da otro norte a su arte; quizás impulsado por su naturaleza nórdica, no se va tanto por el sendero del espectáculo representativo, como el norteamericano, sino al moralista mensaje; además llega a plasmar su dominio en profundidad de campo, en el tema de la ambientación, o en el tratamiento lumínico, además su inclinación por la teatralizada representación. En este temprano film como director, Dreyer da muestras sobradas de su fuerza narrativa y de que hay unos temas concretos que le interesa tratar en su cine: La trascendencia, el poder de la oración, el sacrificio, la debilidad humana, la intolerancia...

“Las páginas del libro de Satán” es una película profundamente pesimista que no se puede entender sin su inclusión en un marco histórico concreto que viene dado por el cese de las hostilidades en los campos de batalla europeos. Satán pierde su apuesta con Dios pero, al mismo tiempo, observa cómo el ser humano no deja de caer una y otra vez en sus redes a través de la historia. La debilidad y las bajas pasiones pondrán en funcionamiento la maquinaria del Mal que llevará al límite de sus capacidades psicológicas a un hombre dubitativo que, a partir de ese momento, comenzará a delinquir, renegar, delatar o traicionar a sus semejantes.

Pese a que, en términos generales, no alcance la sublime e incomparable maestría de sus mejores trabajos, bajo mi humilde punto de vista “Las páginas del libro de Satán” se revela como una obra esencial para seguir la trayectoria de uno de los mayores artistas del séptimo arte.
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