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The Old Man & the Gun (2018)

The Old Man & the Gun
83 min.
6,1
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Premios
2018: Globos de Oro: Nominada a mejor actor - comedia (Robert Redford)
2018: National Board of Review (NBR): Mejores películas independientes del año
2018: Satellite Awards: Nominada a mejor actor drama (Robert Redford)
7
A la vejez... ¡viruelas!
Tal vez Robert Redford haya finalizado su carrera como actor efectuando la película más autobiográfica de su carrera.

Aunque sea simbólicamente.

Hechos:

Robert Redford es, en The old man and the gun, Forrest Tucker, un ladrón de bancos que casi llega a los ochenta años (aunque en la película digan setenta y cuatro. Todos sabemos tu edad, Robert). Es decir, Robert roba. Y engaña, oculta, esconde, hasta se disfraza. ¿Acaso no es lo que ha venido el bueno de Redford, no sólo aquí, sino desde sus inicios: actuar, ser otra persona, disfrazarse de mil y un personajes variopintos pero rubios? Visto desde otro prisma: ¿acaso el bueno y el guapo de Robert (nunca fue malo, ni asaltando bancos, y que se muera el feo) no nos ha conquistado, robado y usurpado corazones en cada plano de sus historias (Robert no protagonizaba películas, protagonizaba historias)? Que diga si no Sissy Spacek, su última víctima. O, mira, Meryl.

Autobiográfica ya no simbólicamente: si Robert roba, pues ahí están El golpe, Sneakers, Un diamante al rojo vivo (si se me permite la licencia y no miro a nadie, El candidato), ¿Una proposiciòn indecente?. Y también huye, hacia adelante y de las prisiones, porque el hobby de Forrest después del robo es volver a robar tras fugarse de las cárceles. Aquí ya la película, de la cual evidentemente es el productor, entra en un guiño-coña-bucle absoluto: Brubaker, La jauría humana, La última fortaleza, Spy Game, El valle del fugitivo, Sundance Kid… ¡Corre, Forrest, corre!

Y Robert además sabe dibujar caballos. Sonríe con sorna y/o educadamente, aunque no susurre.

Ah, pero ahí estriba la diferencia. Al contrario de cómo robaba y huía en todas aquellas películas de antaño, hogaño The old man Smiles. A quien roba a un ladrón le entra la sonrisa en la boca. Y si encima es tu última interpretación, pues ya suena a sonrisa-suspiro.

Quizá por eso sea todo la gran coña, la gran película aglutinadora.

(Paréntesis número 1: ¿Soy el único (y si es así ya lo digo: soy el único) que piensa que el papel que hace Casey Affleck fue subastado también para Mark Ruffalo? ¿Alguien dice me too?).

(Paréntesis número 2: dos peros cinematográficos: el final quizá se alargue y que no salga más Sissy Spacek).

Acaso pues sea tu edad de lo único de lo que podamos estar seguros, pero en definitiva… ¿nos han estado engañando o no todo este tiempo y nos has estado contando, Robert, una sarta de pamplinas tipo "si hago películas para financiar Sundance"? Robert, queremos la verdad. Porque para rematarlo, lo que cuentan en la película es una historia real.

Habla ahora o sonríe para siempre. A mí al menos cuando entras en el último banco la sonrisa me la dibujas.
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44 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Adios viejo amigo
Esta es una cinta anti muchas cosas. Anti-hoy, época nuestra de desatino, falta de educación, grandes dificultades para encontrar una pasión absorbente en la vida o problemas para reflexionar. Así y contrariamente, el protagonista del film, Forrest Tucker, ladrón de bancos, es un hombre pulcro, correcto, apasionado por robar y evadirse de la cárcel cuando lo pescan. O sea, es educado, es vocacional y es juicioso. Además, hay igualmente otro aspecto en la peli que choca con el mundo actual donde los viejos ni roban ni nada de nada, porque no cuentan, no existen, son ‘invisibles’ socialmente. Aquí es todo lo contrario, Tucker y amigos viejetes forman la llamada ‘banda de los carrozas’, fichados y perseguidos, aunque sea por la justicia, pero hay alguien que los tiene en consideración. Nuestro personaje sabe de dónde viene y a dónde quiere ir. Es el la glorificación de lo más criminal pero que, al ser Forrest tan cordial y desinteresado, está por encima del asesino cruel, que no lo es.

Y es curioso porque no hace mucho tuve oportunidad de ver fuera de España, en Argentina concretamente, el film “Te Mule” (2018), aún no estrenada en España, donde un Eastwood de ochenta y muchos interpreta un rol igualmente verídico, de un anciano pintoresco que se vio obligado a realizar un trabajo fuera de la Ley, acosado como estaba por los Bancos y sin remuneración para subsistir y todo eso. Parece que a los viejos de Hollywood les ha gustado esto de la ‘sociopatía’, pero una antisocialidad entrañable y digerible.

El director David Lowery, con un guión suyo, adaptación de un artículo del periodista David Grann sobre la historia del impenitente ladrón de Bancos Forrest Tucker, consigue tejer una historia agradable, inteligente, delicada y simpática, con momentos sin duda exagerados y conjugando otros instantes de romance con el sabor agridulce de las cosas de la vida. Así es el planteamiento de cinta sobre incansable y gentil atracador que nunca hirió a nadie, y que incluso encuentra un amor otoñal con una mujer interpretada con solvencia por Sissy Spacek.

El reparto y la película están obviamente sostenidos por un Robert Redford que es ya un icono, uno de los actores más solventes de la historia del cine norteamericano junto. Redford, rostro surcado por el tiempo, broncíneo, limpio en su mirada azul, con aspecto de hombre sabio, se despide a lo grande, sin aspavientos, haciendo lo difícil fácil. Junto a él una Sissy Spacek con quien protagoniza escenas románticas muy bellas e intensas. Y entre tanto poderío no hay que olvidar la meritoria interpretación de Casey Affleck como el policía obsesionado e incluso encariñado con el asaltante ‘carroza’.

La película es Robert Redford, no sólo actor o cineasta en su más amplia expresión de director, productor, etc., sino que él mismo es el elemento sustancial que da sentido cabal al relato. Lo queramos o no, muchos hemos ido a ver esta película por ser el adiós de un actor para la eternidad, un actor que ha interpretado y dirigido grandes películas y que, ese es el quid de los grandes, tiene sintonía con la cámara y llena pantalla.

La cinta, a pesar de su tintura nostálgica, los adioses y todo eso, no renuncia al sentido del humor, que es un recurso muy importante de este testamento cinematográfico.

También creo ajustado decir que esta obra destila el aroma del cine independiente, del que Redford fue un gran defensor y todo un emblema para directores de este corte a través del Sundance Film Institute, el organismo creado en los años ochenta para apoyar a nuevos directores. No sólo la película desprende esa esencia, sino que debe servir de ocasión para felicitar y felicitarnos por este actor que a lo largo de su vida, lejos de adormecerse en su fama y su esplendor, no dejó de trabajar por y para el Séptimo Arte.

En resolución, la película cumple a modo de perfecto broche final de la carrera de Redford. Lowery no sólo volvió a ver las películas más emblemáticas del actor antes de rodar esta, sino que llega a incluir imágenes de archivo de otras películas suyas para recrear los atracos del viejo Redford, escenas de títulos como “La jauría humana” entre otros.

Bye viejo amigo. Esperamos los aficionados al cine que este cortarte la coleta, haya sido una ocurrencia que tiene margen para ser corregida, para que te volvamos a ver de nuevo.
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22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
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