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El proceso (1962)

El proceso
118 min.
7,5
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Tráiler (INGLÉS)
Sinopsis
Cuando un hombre se despierta por la mañana, se encuentra con que la policía ha entrado en su habitación y lo arresta, tras acusarlo de haber cometido un crimen. (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Drama Drama psicológico Surrealismo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
The Trial (Le Procès)
Duración
118 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Italia-Alemania;
Grupos
Adaptaciones de Franz Kafka
Links
Premios
1962: Festival de Venecia: Nominada al León de Oro
1963: Festival de Valladolid - Seminci: FIPRESCI - Jurado de la Crítica Internacional
9
Kafka según Welles
Dirigida y coescrita por Orson Welles, es la 8ª de sus 11 películas. Se inspira libremente en la obra homónima inacabada de Kafka, publicada (1925) tras su muerte. Ganó el premio a la mejor película del French Syndicate Of Cinema Critics (FSCC). Los productores fueron Ilya y Michael Salkind, que hicieron al autor elegir entre 15 obras literarias.

La acción tiene lugar en los primeros años 60, en una localidad no especificada. Narra la historia, el sueño o la pesadilla, de un empleado tímido y gris, que una madrugada ve interrumpido su descanso por unos policías desconocidos que le informan que está sometido a proceso judicial, sin acusación explícita, sin delito y sin arresto preventido. Con decisión Joseph K (Anthony Perkins) asume la tarea de desentrañar el misterio, pero la fatiga y el desánimo lentamente hacen mella en su ánimo. La película conserva la esencia kafkiana de la lucha perdida entre el protagonista inocente y un ser superior que domina su destino. A ello Welles añade su habitual crítica del poder y de las instituciones que lo representan. El estilo narrativo es barroco, exhuberante, ampuloso, expresionista y manierista, que el autor adereza con tenebrismo, espacios claustrofóbicos y surrealistas (laberínticos y sin límites), diálogos con palabras inexistentes (pornógrafo, ovalar). Visualiza la insignificancia de K ante un poder caprichoso, caótico e impune: lo sitúa ante decorados enormes y en espacios inmensos. Crea una atmósfera de pesadilla, misterio, inseguridad y desesperanza. Son momentos memorables, la visión de más de 600 empleados silenciosos en un espacio único, las dimensiones del ordenador central con información de todos los ciudadanos y de los hechos que les afectan, el despacho surrealista del abogado Hastler donde esconde a un magistrado y custodia bajo llave a un acusado, la escena de amor entre Leni y K (que no agradó al público, acostumbrado a los papeles dulzones de Romy Schneider) y la secuencia final.

La música repite reiterativamente el adagio de Albinoni. La fotografía hace uso de múltiples recursos: primeros y primerísimos planos (el ojo que mira por una rendija), picados y contrapicados, planos-secuencia (la visita de la policía a K), imágenes de gran angular y la sucesión frenética de las escenas finales. Hace gala de su virtuosismo visual y no oculta la admiración por Lang. El guión hilvana una sucesión de escenas separadas y poco conexas, que incrementan el clima de pesadilla, incertidumbre, desconcierto y tragedia. Es emotivo el alegato de K ante el Tribunal. La interpretación de Perkins es excelente y soberbia la de Welles. Son impecables y gratas las intervenciones de una espléndida Romy Schneider (Leni), Elsa Martinelli (Hilda) y Akim Tamiroff (Block). La dirección construye una obra sólida y conmovedora, que resume un año de vida profundamente trágica.

Película inpresionante, de gran fuerza, de narración visual magnífica, de interpretación excelente y de toque magistral.
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126 de 143 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Una puerta cerrada para cada uno de nosotros.
La obra de Orson Welles fue una lucha por la financiación y la libertad creativa (poco presupuesto, cortes en sus películas, papeles para financiar proyectos, periplo en España, rodando películas de forma y contenido más convencional...). En esta película tuvo libertad sin medios, pero su talento para superar estrecheces es de sobra conocido. Así, el montaje y los decorados dan tal dimensión a la escasez económica, que no sé si más presupuesto hubiese sido realmente positivo. El montaje es vanguardista a día de hoy y los decorados expresionistas y surrealistas enmascaran la falta de recursos (desgraciadamente esto también fue muy frecuente en su carrera, sangrante es recordar Macbeth y la estratégica colocación de figurantes y estandartes para llenar un enorme espacio vacío). Así, entre acumulación de archivadores, libros y papeles como la paja en un granero, tenues rayos de luz, sombras, techos bajos, puertas altas, Fritz Lang como se ha dicho, primeros planos y secuencias claustrofóbicas en las que ves las habitaciones de pared a pared, del techo al suelo, almacenes que parecen laberintos... Welles afrontó la adaptación de una de las novelas fundamentales del siglo XX.

Welles aprovechó esta obra cumbre de la desesperación y confusión existencial para demostrar su talento reflejando la desolada atmósfera del libro y para llevar a su terreno la trama añadiendo detalles que conectan directamente con la época en que se rodó la película. El final (mencionado por Miquel en el spoiler), la fila de demacrados ancianos con números en el pecho etc, son ideas que conectan la peripecia de Joseph K. con los acontecimientos que poco antes habían convulsionado el mundo y que tanto tenían que ver con la obra de Kafka. Acontecimientos relacionados con la desesperación de grandes novelas de mitad del siglo XX (el cielo protector, el extranjero...) pero que Kafka adelantó (los totalitarismos, la II GM etc; todo ello, como ya se ha dicho, lo pinta Kafka antes de que estallara de forma definitiva, y Welles no se resiste a incluirlo en detalles más o menos explícitos y conectar de alguna forma ese atolladero moral, emocional, existencial con dichos acontecimientos. Creo que es la mejor forma de afrontar una adaptación de estas características).

La novela va más allá de una crítica al sistema judicial, al poder en general o al concepto de justicia; es el sinsentido existencial en estado puro, el hombre actual y su pérdida de identidad, su dominación por un gigantesco y absurdo entramado que le supera, constriñe y vigila, su nihilismo... La novela, por tanto, es emoción pura y dura (¡qué impreciso queda eso!) con la que el lector conecta más allá de lo racional, más allá de un simple relato pormenorizado y crítico con determinados estamentos; y el trabajo de Welles tratando de reflejar la angustia y asfixia visualmente (e, insisto, sin dinero) me parece el mejor logro de la película, consiguiendo que esa atmósfera opresiva llegue plenamente al espectador.
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95 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
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