El viaje (1974)

Testamento fílmico de una personalidad básica e irrepetible del cinema italiano, Vittorio De Sica, maestro del neorrealismo y una garantía ineludible de versatilidad y talento. El viaje es una magnética y contenciosa historia de amor que parecía presagiar la inminente desaparición del gran director italiano, una extraña reflexión basada ligeramente en una obra de Luigi Pirandello.

La película, la cual está ambientada en la Sicilia del siglo XIX, es utilizada por De Sica como sutil crítica hacia las costumbres y tradiciones de una sociedad arquetípica, una época en donde la razón primaba en pro del corazón y en donde las apariencias circundaban por los sentimientos de unos personajes maltratados, un pliego de emociones que encuentra su caldo de cultivo en la perfecta ecuación de sus protagonistas, unos soberanos Richard Burton y Sophia Loren.

La actriz italiana logra una creación sublime, plena y sobrecogedora, dota a su personaje, Adriana, de un caudal suave de profunda melancolía, y es en su existencia donde el texto se autoconfirma, un relato lento, triste, pesimista, de dureza y desaliento que aumenta su agarradora esencia en un crescendo emocional tenso y apasionante.

Sin contar detalles de su argumento hay que alabar el romanticismo desaforado de un guión que denota el gusto de su realizador por la tragedia y las desdichas de amores truncados, véanse las prodigiosas Estación Termini, Los girasoles o Dos mujeres, y que queda reforzado por la bella partitura de Manuel de Sica (hijo del artista) con una poética colección de notas de líricas melodías y un acertado tono para la despedida definitiva del premiado (tres Oscars en su haber) creador de Ladrón de bicicletas.

LO MEJOR: La pócima secreta de unos actores que rubrican con su envidiada expresividad unos sentimientos ocultos que buscan desesperadamente encontrarse. La escena en la azotea en donde Burton y Loren se miran rodeados de sabanas blancas, el paseo en góndola por los canales de Venecia, el primer beso en el carruaje y el oficio de De Sica para arrancar emociones.

LO PEOR: Cierta parsimonia y letanía buscada conscientemente, pero que no cuaja en todos los fragmentos del film y algunos paralelismos con el cine de Bergman, piezas inconclusas para un puzle de dolor y sufrimiento.

Melodrama reseco. Extremadamente dedicado a la lágrima romántica. Alargada y alejada. Alelada.

Química escasa y puesta en escena mejorable. Su discurso es ambiental. La soporífera melancolía se potencia con su banda sonora. Se sobreactúa, se dialoga sin interés visual. Tempo cansino. Predecible.

La última de Vittorio. Broche a la baja.