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Voto de Macarrones:
7
Drama. Intriga En 1981, Brian tenía ocho años y estaba sentado en el banquillo durante un partido de la liga juvenil de béisbol. Cinco horas después despierta en el sótano de su casa con una hemorragia nasal y sin recuerdos. Brian moja la cama y tiene pesadillas, también inventa: fue abducido por extraterrestres. Y pasa el tiempo, Brian llega a la adolescencia, torpe, acomplejado y entregado a la causa OVNI, también Neil, su compañero de infancia, se ... [+]
24 de febrero de 2009
56 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gregg Araki es al cine norteamericano lo que Dennis Cooper a su literatura: la plasmación directa y nada idealizada de la sexualidad de unos jóvenes gays cuya desinhibición y promiscuidad a menudo está acompañada por una mentalidad nihilista y un vacío existencial (vacío del que, por otra parte, no son conscientes o lo son de forma vaga). Para estos muchachos es infinitamente más sencillo conseguir sexo que amor y la desaforada entrega al primero en realidad parece una consecuencia de la ausencia del segundo (carencia que no les preocupa gran cosa). Suele haber una contradicción muy llamativa entre la promiscuidad y el infantilismo de estos chicos al vivir su sexualidad y su inmadurez sentimental. La sensación de infelicidad que recibe el lector/espectador (este macarrón al menos) suele ser infinita, desoladora, pese a que ni Araki ni Cooper pretendan seguramente tal cosa sino más bien todo lo contrario, exaltar el sexo vivido en libertad y sin trabas. Pero el efecto de sus obras a mí me desconsuela: se complacen en presentar la sexualidad homosexual en el campo de lo sórdido, lo patológico, lo insatisfecho, en el consabido ámbito de los urinarios públicos, las drogas, la prostitución, las mamadas con desconocidos en sus coches y las violaciones brutales. Lo más positivo de todo esto es que los personajes viven sus instintos con naturalidad, sin prejuicios ni angustias existenciales o religiosas: aquí no aparecen los típicos criptohomosexuales atormentados y reprimidos, que llevan su sexualidad como un secreto, un problema o un estigma. La ausencia de escrúpulos religiosos también es muy llamativa: el mundo literario y cinematográfico al que aludo es un universo en el que (por lo que yo conozco) Dios está ausente. A mí ambos autores (Araki y Cooper) me gustan mucho (al autor del libro en el que se basa esta peli, Scott Heim, no lo conozco), pero entiendo que no todo el mundo los disfrutará. Desde luego, a quienes les gusten las historias románticas y bonitas, deben abstenerse y quienes se escandalizan al ver besarse a dos hombres no deben ni intentar meter el dvd en su televisor: se electrocutarán inmediatamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Macarrones
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