Le salen maravillas como esta. Resulta curioso que el cineasta mencionara una vez haberla hecho sin excesivo cariño (a la vuelta de la esquina de este filme se encontraba "La lista de Schindler"), pero la idea de partida es morrocotuda (Michael "Westworld" Crichton, casi ná), los efectos especiales son tan magistrales (tanto que han envejecido bien a 14 años vista) y la BSO de Williams tiene ese toque de canción-del-verano-que-no-se-te-quita-de-la-cabeza-ni-pa-trás tan habitual de este compositor.

Por otro lado, los actores están extremadamente ajustados (especialmente un divertido Jeff Goldblum) y el clímax es fenomenal.

(Por cierto: dicho clímax parece ser un monumental fallo de lógica del guión de esos que nunca habría que cometer. Hay que ver, ¿no?)

Y una cosa más: ¿de dónde saca Spielberg esa habilidad para convertir sus películas en franquicias? Es asombroso, de verdad...