Y el final... Todos sabíamos que en la mente de Rob Zombie estaba Peckinpah y el final se prestaba a un homenaje a Wild Bunch. La magnífica canción de Lynyrd Skynyrd, Freebird, de fondo es muy adecuada, muy triste, antecediendo lo que va a suceder. De nuevo nos encontramos con la contradicción entre la resolución argumental y la resolución estética. Me parece muy magnífica la idea del "suicidio" final, como ya dije, sacado de Wild Bunch, el problema reside en la opción formal al mostrarlo. Zombie elige lo más convencional, es decir: cámara lenta, subir el volumen de la canción y trocear la escena en cuantos más planos mejor. Y ahí el dramatismo cae muy bajo. ¿Quién no estaba esperando que esos tipos se bajaran del coche y fueran andando con chulería hacia la muerte? Incluso podría haber copiado el famoso plano de Peckinpah (curiosamente en las imágenes promocionales si sale una escena similar...). Pero Zombie se raja, como se rajó Spielberg en La guerra de los mundos. Prefieren la resolución mainstream, para todos los gustos. Y así una película que podría haber sido de antología se queda en agua de borrajas. Interesante pero fallida.