La última película de Sam Mendes no cuenta con un reparto espectacular como el de "Revolutionary Road", tampoco ha tenido una gran promoción (al menos en España), y la historia que relata no te atrapará como problablemente lo hizo "Camino a la perdición".
En esta ocasión, la cinta se limita a retratar a una pareja a punto de tener un bebé (genial la primera escena para meterte en situación). Mendes recurre a sitiaciones surrealistas, humor ácido y sobre todo a la química entre los protagonistas para mantener la atención del espectador. Al más puro estilo de Zach Braff en "Garden State", lo cotidiano y vulgar se mezcla un aspecto más profundo y etéreo, que en este caso es el amor entre los dos protagonistas. Y es que a veces no hacen falta grandes alardes para conseguir aquello que algunos llaman "la magia del cine".