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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
4
Serie de TV. Fantástico. Intriga. Terror Serie de TV (2018-2019). 2 temporadas. 20 episodios. Serie de terror psicológico ambientada en el universo de Stephen King. "Castle Rock" combina la mitología y la narración de algunos de los personajes más célebres de las novelas de Stephen King tejiendo una saga épica de oscuridad y luz, que transcurre en un área de unos cuantos kilómetros cuadrados en Maine. Castle Rock es el pequeño pueblo donde transcurren varias novelas de King ... [+]
16 de septiembre de 2018
29 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ficticio pueblo de Castle Rock, en el estado de Maine, tiene la tasa de mortalidad del norte de Siria. Sin embargo, ello no reviste gravedad suficiente como para que el FBI o, después, cuando la cosa se pone cruda de verdad, la Guardia Nacional se pasen siquiera a preguntar. Asimismo, llega un punto en que todo se antoja tan incomprensible y aleatorio que ha de recurrirse al subterfugio de los universos paralelos, otrora sugerente hipótesis y hoy perejil de todas las salsas, como en su día la reducción de Pedro Ximénez o la cebolla caramelizada.
El del multiverso pródigo en cadáveres es un burladero para guionistas con poca imaginación —haberte dedicado a otra cosa, haberte hecho funcionario— y relacionado, me temo, con mi convicción de que Stephen King brilla en las distancias cortas y no tanto en el gran fondo. En efecto, sin tratarse de una historia de su puño y letra, esta “Castle Rock” está ambientada en escenarios y atravesada de motivos típicos del prolífico novelista, compartiendo sus mismas virtudes y defectos, entre los que se cuentan sus dificultades para resolver las historias que se alargan más de la cuenta. Por eso la serie marcha de maravilla, induciendo la malsana inquietud que era de prever, hasta su ecuador. A partir de entonces y a la vista del callejón sin salida en el que se ha ido adentrando su argumento, se opta por una acumulación de fiambres y explicaciones al buen tuntún culminada en dos últimos episodios para los que el epíteto “delirantes” resulta en exceso benévolo. John Carpenter, en hora y media y con la décima parte de presupuesto, hubiera hecho algo bastante más interesante. Si no queremos hilar tan fino, una miniserie de tres capítulos y aquí paz y después gloria. Pero no contentos con las cotas de sinsentido alcanzadas, sus perpetradores han renovado por una segunda temporada, confirmación de que la de las series es otra burbuja que tarde o temprano habrá de explotar.
Bill Skarsgård, pese a haberse limpiado a conciencia el maquillaje del pérfido payaso Pennywise, tiene un aire tal de psicópata adolescente que nada le cuesta componer esa especie de anticristo taciturno al que todos, con muy buen criterio, quieren meter entre rejas. Melanie Lynskey entrega una solvente promotora inmobiliaria hasta las cejas de tranquilizantes. La veterana Sissy Spacek también parece más colocada que una mula de Tijuana, cuando lo que pretendía recrear era una enferma de alzheimer. Tampoco ofrece grandes prestaciones el protagonista, un André Holland con perpetuo rictus de querer estar en cualquier otra parte o de que algo en el set huele a chucrut. En cuanto a Scott Glenn, me ha hecho mucha gracia que la vejez haya convertido a su personaje, un educadísimo y pulquérrimo sheriff de los que rescatan gatitos atrapados en las copas de los árboles, en un “redneck” de Kentucky al que sólo le falta mascar tabaco y escupirlo de canto. El porqué de tamaña mutación sí daría para una temporada más, un “spin-off” incluso, y no la retahíla de disparates con que probablemente se engordará la que está por llegar.
Carorpar
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