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España España · Barcelona
Voto de rober:
8
Thriller Al inspector Lohmann lo llama por teléfono un antiguo miembro del Departamento de Policía para denunciar un caso de falsificación. Sin embargo, antes de que pueda testificar y revelar los detalles del delito, se vuelve loco a causa de un atentado. Las investigaciones de Lohmann en seguida lo conducen hasta el doctor Mabuse, pero el famoso criminal hace años que está recluido en una clínica mental, cuyo director, el doctor Baum, es un ... [+]
17 de diciembre de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá el hecho de ser una secuela hace que muchos no consideren “El testamento del Doctor Mabuse” como una de las obras maestras de Fritz Lang, y es verdad que hay obras mejores en su filmografía. No obstante, para mí ha sido todo un descubrimiento, uno de esos raros casos en que la segunda parte supera a la primera. Con “M” el director vienés había indagado en las nuevas posibilidades del cine como expresión artística. “El testamento del Doctor Mabuse” sigue la misma línea de modernidad. El plano con el que se abre el film es toda una declaración de intenciones. Lang movía la cámara como pocos lo hacían en aquella época, y utilizó el sonido como un recurso narrativo más, no sólo para que sus personajes hablaran.

En cuanto a contenidos, “El testamento del Doctor Mabuse” huye de estereotipos y es una historia muy coral, en la que los roles se difuminan y la trama sigue diversas líneas que se entrecruzan. Un montaje dinámico con un ritmo cada vez más rápido determinará la tensión que se busca provocar en el espectador. Una escena de acción puede transcurrir de manera paralela a una disquisición filosófica y moral sobre el determinismo y la libertad. El héroe y el galán son personajes distintos, lo mismo que el mal también se encarna de diferentes formas y a través de diversas personas. El ser humano es débil y limitado, tanto que una sola persona no puede abarcar la bondad y la maldad de manera absoluta. El Mal corresponde a un líder genial y demiúrgico, que incluso desafía a la muerte. No basta con encerrarlo en una celda, su influencia sobrepasa cualquier muro. Esta capacidad de mover las mentes de las personas supone una nueva manera de entender el terror en el cine, y Lang crea nuevos recursos para expresarlo, más allá de la iluminación y los decorados expresionistas. La alegoría del Nazismo se hace ya evidente. He leído que esta película marcó la huida de Fritz Lang del país, y no fue estrenada en Alemania hasta 1951. Es lo que tienen los totalitarismos...
rober
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