Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Peter Gabriel 77:
6
Cine negro. Intriga. Drama Bob Corey, convaleciente en un hospital para veteranos después de sufrir varias operaciones, descubre que su amigo Steve Connally, con quien pensaba comprar un rancho, ha desaparecido y podría estar involucrado en un asesinato. Con la ayuda de su enfermera, Julie Benson, de quien se ha enamorado, sigue una serie de pistas que le llevan hasta un jugador que parece estar implicado en la desaparición de su amigo. (FILMAFFINITY)
24 de agosto de 2010
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguiendo con la filmografía de Vincent Sherman ayer le hinqué el ojo a esta Backfire, después de haber pasado un gran rato el día anterior con ese duelo de patatas bravas entre Petete y Claudio Lluvias que es El Señor Skeffington, probablemente la mejor película que filmó Sherman, una verdadera delicia con una Petete estelar. Aquí Sherman, todo un obrero del celuloide, un paleta de primera cuya carrera se vio tristemente truncada un par de años más tarde por la caza de brujas del maccarthismo, nos dejó una película solvente, que se ve con agrado, pero que no provocará manchas en la funda de ningún sofá, no. Protagonizada por un figurín con cara de zanahoria, Gordon MacRae, habitual en musicales de medio pelo de la época, rechina tanto en una película de corte negro que uno desea que aparezca La Motta en cualquier momento dispuesto a destrozar algo bonito. Y luego está Virgina Mayo pero como si no estuviera. Queda preciosa en el cartel pero su personaje está metido con calzador y aporta lo mismo a la película que a Nanuk una nevera en el polo norte. La dirección de actrices, una de las características más destacables del cine de Sherman, brilla por su ausencia. En esta ocasión es en los secundarios donde está la poca miga de este mendrugo, con Ed Begley, ese ogro con cara de troll que tanto se paseó por funciones de este tipo, aquí muy desaprovechado, o Edmond O' Brien, otro que tal. Por lo que al final nos queda no es más que un noir más, entretenido, veloz y a salto de mata, cuya media hora inicial presagia un par de pelotas botando al ritmo de Cherry Pie para quedarse finalmente en simple arrumaco, con una trama que avanza a toda costa, caiga quien caiga, como escrita por un buen guionista perdiendo el amor propio, cruzando la meta a manotazos pero dejando destellos de clase por el camino, como la del tipo que al plantearse qué negocio montar, tras pensar que no hay nada más seguro que los impuestos y la muerte, opta por una funeraria en una demostración de lógica aplastante. Y es que si a uno le gusta el tomate acaba cayendo también en el ketchup. Y en fin, hay que admitirlo, tan disfrutable como olvidable.
Peter Gabriel 77
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow