Media votos
6,2
Votos
3.097
Críticas
133
Listas
28
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de seagal4ever:
7
4,2
4.657
Acción
Un ex agente del FBI es requerido por su antiguo jefe para atrapar al asesino de su hijo. Bajo una nueva identidad, se introduce en el círculo de la mafia de Chicago, donde trata de ser aceptado para llevar a cabo su venganza. (FILMAFFINITY)
29 de octubre de 2010
39 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo un tiempo en que el cine de acción vendía una imagen arquetípica de los hombres muy bien definida: enmarcada por completo en lo que hoy diríamos que es "un tipo duro", un tío con dos cojones, vamos.
Esta gloriosa etapa del cine comenzó a fraguarse durante los años '70 (con algunas pinceladas ya presentes en los '60), época en la que algunos tipos duros empezaban a convertirse cada vez más en héroes. No debemos olvidar que es en el cine negro donde debemos situarnos al buscar el origen de los hombres hechos y derechos, y serían los '80 la época en la que se les encumbró hasta los cielos: el cine dorado de acción, donde este tipo de personajes no solamente eran más duros y fríos que una piedra, sino que además eran auténticos superhéroes capaz de acabar por sí solos con una peligrosa red criminal o cualquier pequeño ejército que se les pusiera por delante. Y sin despeinarse. Sin dudas morales. Eran los justicieros que la sociedad necesitaba. Eran "ejecutores".
Pues bien. Aquí tenemos "Ejecutor", un claro exponente de este tipo de cine. Visto hoy en día, y sobre todo para el público no especialmente sensibilizado en cómo se las gastaban en los años '80, pueden chirriar un poco determinados elementos. Pero esta obra es hija de su tiempo, y hemos de verla con los ojos que merece: sin tomarla demasiado en serio, pues es evidente que ni ella misma lo hace.
El tipo duro de turno es Mark Kaminsky (o Joseph P. Brenner -"¿Qué significa la P. del apellido?", "Peleón"; impagable momento que no he podido evitar reseñar...-). Interpretado por un joven Arnie tan mazado como en él es costumbre. La cara de estreñimiento con que se pasea a lo largo de todo el metraje es digna de elogio. Se puede tener mala hostia, vale, pero lo del caballero Arnie es de tralla: podría matar con esa mirada sin esforzarse demasiado. El caso es que al pobre hombre le lían sin saberse muy bien cómo en un tinglado bastante turbio para que vengue la muerte del hijo de un antiguo amigo suyo. Para ello tendrá que infiltrarse en una peligrosa organización criminal y destruirla desde dentro.
Son los '80, todo vale con tal de repartir cera y matar al mayor número de maleantes. TODO. Aceptémoslo: esta película está pasada de rosca varias veces vista hoy en día, pero ni el Batman actual, ni Bourne, ni Lobezno ni ningún metrosexual de los que tanto abundan hoy en día tiene ni media hostia al lado de este Arnie y/o de sus coetáneos.
Esta gloriosa etapa del cine comenzó a fraguarse durante los años '70 (con algunas pinceladas ya presentes en los '60), época en la que algunos tipos duros empezaban a convertirse cada vez más en héroes. No debemos olvidar que es en el cine negro donde debemos situarnos al buscar el origen de los hombres hechos y derechos, y serían los '80 la época en la que se les encumbró hasta los cielos: el cine dorado de acción, donde este tipo de personajes no solamente eran más duros y fríos que una piedra, sino que además eran auténticos superhéroes capaz de acabar por sí solos con una peligrosa red criminal o cualquier pequeño ejército que se les pusiera por delante. Y sin despeinarse. Sin dudas morales. Eran los justicieros que la sociedad necesitaba. Eran "ejecutores".
Pues bien. Aquí tenemos "Ejecutor", un claro exponente de este tipo de cine. Visto hoy en día, y sobre todo para el público no especialmente sensibilizado en cómo se las gastaban en los años '80, pueden chirriar un poco determinados elementos. Pero esta obra es hija de su tiempo, y hemos de verla con los ojos que merece: sin tomarla demasiado en serio, pues es evidente que ni ella misma lo hace.
El tipo duro de turno es Mark Kaminsky (o Joseph P. Brenner -"¿Qué significa la P. del apellido?", "Peleón"; impagable momento que no he podido evitar reseñar...-). Interpretado por un joven Arnie tan mazado como en él es costumbre. La cara de estreñimiento con que se pasea a lo largo de todo el metraje es digna de elogio. Se puede tener mala hostia, vale, pero lo del caballero Arnie es de tralla: podría matar con esa mirada sin esforzarse demasiado. El caso es que al pobre hombre le lían sin saberse muy bien cómo en un tinglado bastante turbio para que vengue la muerte del hijo de un antiguo amigo suyo. Para ello tendrá que infiltrarse en una peligrosa organización criminal y destruirla desde dentro.
Son los '80, todo vale con tal de repartir cera y matar al mayor número de maleantes. TODO. Aceptémoslo: esta película está pasada de rosca varias veces vista hoy en día, pero ni el Batman actual, ni Bourne, ni Lobezno ni ningún metrosexual de los que tanto abundan hoy en día tiene ni media hostia al lado de este Arnie y/o de sus coetáneos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Y las cosas son así. Simplemente son otros tiempos, y creo que la gente no sabe de qué va el asunto al ver este tipo de películas. Esto no es "El padrino", esto es simple y puro entretenimiento de acción con unos códigos tan marcados y evidentes que no debería de haber motivos para la duda. A esta clase de cine no se le exige nada, solamente ofrece. Ofrece mala hostia, venganza, muerte, destrucción, ironía y casposidad. Y lo ofrece a las claras. Y el que no quiere darse por aludido, allá él. Y digo toda esta parrafada porque parece que la gente no entiende o no quiere entender algunas cosas, pues el hecho de que este filme tenga menos de un cuatro de nota media es bastante cuestionable.
La dirección de John Irvin es realmente competente en todos los sentidos. Bastante por encima de la media para este tipo de productos. Arnold Schwarzenegger se supone que era el actor protagonista, pero actuar, lo que se dice actuar, no es que actúe mucho, no nos engañemos. El guión de Gary DeVore y Norman Wexler es bazofia pura y dura. Tan sumamente increíble y fantasioso que cuesta tomárselo en serio en ningún momento. Pero a quién le importa, esto es lo que mandaban los cánones, y si Arnie tiene que simular su muerte sin decirle nada a su mujer y luego flirtear con otra chica como si nada y sin que nadie le presione en ningún momento para ello, ¡bienvenido sea! No voy a ser yo el que lo critique. Y si los diálogos son un compendio de tópicos a cada cual más grande que el anterior, fantástico, de verdad.
La pureza que desprende este tipo de cine no lo consigue ningún otro. Sabes a lo que vas, y recibes exactamente eso que esperas recibir. Aquí no se la meten doblada a nadie, y quién así lo crea, que se lo haga mirar. ¡Y qué más da si Arnie no pega ni con cola vestido de traje! Si no se lo cree ni él mismo, ni el director, ¿por qué vamos a creérnoslo nosotros?
La verosimilitud no tiene cabida aquí. Lo único que vale es ver a Arnie matando a diestro y siniestro a todos sus enemigos sin apenas despeinarse. Y si lo hace en una discoteca, mejor que mejor. Lo que realmente vale es ver cómo la sangre emana a borbotones de los cuerpos sin vida del personal mientras una música lo más ochentera posible revienta los altavoces del televisor. Este tipo de cine no se mide por la profundidad de su guión, sino por el número de balas vertido y por el número de cadáveres dejado a su paso por el héroe de la función. Esto es "Ejecutor", y el que no quiera verlo, que no lo vea.
(Releyendo la crítica me doy cuenta de que estaba bastante ofendido no sé muy bien por qué en el momento de escribirla, pero me ha hecho gracia, así que voy a dejarla así, jaja; al igual que a esta peli, tampoco deberíais tomaros demasiado en serio esta crítica.)
La dirección de John Irvin es realmente competente en todos los sentidos. Bastante por encima de la media para este tipo de productos. Arnold Schwarzenegger se supone que era el actor protagonista, pero actuar, lo que se dice actuar, no es que actúe mucho, no nos engañemos. El guión de Gary DeVore y Norman Wexler es bazofia pura y dura. Tan sumamente increíble y fantasioso que cuesta tomárselo en serio en ningún momento. Pero a quién le importa, esto es lo que mandaban los cánones, y si Arnie tiene que simular su muerte sin decirle nada a su mujer y luego flirtear con otra chica como si nada y sin que nadie le presione en ningún momento para ello, ¡bienvenido sea! No voy a ser yo el que lo critique. Y si los diálogos son un compendio de tópicos a cada cual más grande que el anterior, fantástico, de verdad.
La pureza que desprende este tipo de cine no lo consigue ningún otro. Sabes a lo que vas, y recibes exactamente eso que esperas recibir. Aquí no se la meten doblada a nadie, y quién así lo crea, que se lo haga mirar. ¡Y qué más da si Arnie no pega ni con cola vestido de traje! Si no se lo cree ni él mismo, ni el director, ¿por qué vamos a creérnoslo nosotros?
La verosimilitud no tiene cabida aquí. Lo único que vale es ver a Arnie matando a diestro y siniestro a todos sus enemigos sin apenas despeinarse. Y si lo hace en una discoteca, mejor que mejor. Lo que realmente vale es ver cómo la sangre emana a borbotones de los cuerpos sin vida del personal mientras una música lo más ochentera posible revienta los altavoces del televisor. Este tipo de cine no se mide por la profundidad de su guión, sino por el número de balas vertido y por el número de cadáveres dejado a su paso por el héroe de la función. Esto es "Ejecutor", y el que no quiera verlo, que no lo vea.
(Releyendo la crítica me doy cuenta de que estaba bastante ofendido no sé muy bien por qué en el momento de escribirla, pero me ha hecho gracia, así que voy a dejarla así, jaja; al igual que a esta peli, tampoco deberíais tomaros demasiado en serio esta crítica.)