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Voto de Beatlespock:
7
6,1
1.704
Drama. Romance
Finales de los años 20. Un tímido e ingenuo Gran Maestro de ajedrez (John Turturro) viaja al norte de Italia para jugar la partida de su vida. El talento del joven Luzhin se había desarrollado durante una infancia marcada por el tempestuoso matrimonio de sus padres; de ahí la obsesión por el ajedrez como único refugio, como tabla de salvación frente al mundo exterior. Por su parte, Natalia, a pesar de las presiones familiares para que ... [+]
23 de diciembre de 2011
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca he leído la novela de Nabokov que ha servido de guía para la filmación de esta película, así que la crítica estará exenta de cualquier elemento literario. En contraposición, trataré de explicar un poco más de qué va el fascinante mundo del ajedrez para el aficionado casual que se haya topado con esta película o el neófito trebejista amante de las novelas del ruso.
El protagonista de la historia, Alexander Ivanovic Luzhin, es un auténtico lunático producto de una infancia desdichada: sus padres no se llevaban bien (con querida familiar de por medio) y contrataron un instructor para potenciar su intelecto por el ajedrez. Dicho profesor lo dejó tirado al llegar el talentoso ajedrecista al máximo que podía dar, no suficiente para ser el mejor del mundo. Turturro borda con maestría un personaje muy característico que recuerda a ajedrecistas tan desequilibrados como Bobby Fischer (un obseso manipulador que, después de haberse proclamado campeón del mundo en aquel glorioso match contra Spassky en Reikyavik en 1972, dejó de jugar), Paul Morphy (que se retiró en el camino de la locura en la cumbre de su carrera), o Carlos Torre, que se desnudaba en público. Tampoco debemos olvidar que Wilhelm Steinitz, el padre del primer ajedrez moderno, acabó sus días creyendo poder jugar una partida con Dios y ganarle, o la gimnasia de Aaron Nimzowitch en medio de una sala de juego.
Desgraciadamente, el actor John Turturro es el único que sobresale. Los demás personajes son demasiado desvahídos y el contrapunto de Emily Watson y su insoportable y posesiva madre es insuficiente, así como ciertas decisiones absurdas de su caracterización que, si son producto de la mente de Nabokov, resultan muy poco creíbles para alguien que tenga dos dedos de frente. Vamos, que enamorarse de Luzhin es estar verdaderamente necesitada de un polvazo y casi era preferible meterse un alfil como consolador. Groserías aparte, hay bastantes detalles ajedrecísticos que harán la delicia de los aficionados al noble y artístico juego y que se detallan en el spoiler.
En resumen: Película agradable y superior a "Jaque al asesino", pero inferior de todas todas a "En busca de Bobby Fischer" y "La diagonal del alfil". Demasiado insustancial y con sabor a cliché rosa.
El protagonista de la historia, Alexander Ivanovic Luzhin, es un auténtico lunático producto de una infancia desdichada: sus padres no se llevaban bien (con querida familiar de por medio) y contrataron un instructor para potenciar su intelecto por el ajedrez. Dicho profesor lo dejó tirado al llegar el talentoso ajedrecista al máximo que podía dar, no suficiente para ser el mejor del mundo. Turturro borda con maestría un personaje muy característico que recuerda a ajedrecistas tan desequilibrados como Bobby Fischer (un obseso manipulador que, después de haberse proclamado campeón del mundo en aquel glorioso match contra Spassky en Reikyavik en 1972, dejó de jugar), Paul Morphy (que se retiró en el camino de la locura en la cumbre de su carrera), o Carlos Torre, que se desnudaba en público. Tampoco debemos olvidar que Wilhelm Steinitz, el padre del primer ajedrez moderno, acabó sus días creyendo poder jugar una partida con Dios y ganarle, o la gimnasia de Aaron Nimzowitch en medio de una sala de juego.
Desgraciadamente, el actor John Turturro es el único que sobresale. Los demás personajes son demasiado desvahídos y el contrapunto de Emily Watson y su insoportable y posesiva madre es insuficiente, así como ciertas decisiones absurdas de su caracterización que, si son producto de la mente de Nabokov, resultan muy poco creíbles para alguien que tenga dos dedos de frente. Vamos, que enamorarse de Luzhin es estar verdaderamente necesitada de un polvazo y casi era preferible meterse un alfil como consolador. Groserías aparte, hay bastantes detalles ajedrecísticos que harán la delicia de los aficionados al noble y artístico juego y que se detallan en el spoiler.
En resumen: Película agradable y superior a "Jaque al asesino", pero inferior de todas todas a "En busca de Bobby Fischer" y "La diagonal del alfil". Demasiado insustancial y con sabor a cliché rosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Momentos destacables:
- La escena en que Luzhin le firma un autógrafo a un niño, para después descubrir que fue mandado por su padre, con toda seguridad el que quería el autógrafo.
- "¿Cuánto hace que juega?"
- "9363 días, 5 horas y 4 minutos."
- La espectacular combinación de mate que urdió Luzhin en la partida final, una obra de arte en todos los sentidos.
- Un dato a destacar para neófitos del ajedrez de competición: nunca se debe golpear el reloj tan fuerte como hace Luzhin en la partida que acaba en tablas contra Karolyi, tampoco se debe abandonar la mesa sin firmar las planillas, y ahora está terminantemente prohibido fumar en las salas de torneos, por fortuna para el noble deporte. Así que las tretas de echar el humo a la cara del contrario no son posibles.
- Buena demostración de "ping-pong" entre Turatti y Luzhin, cuando ambos jugadores están con apuros de tiempo y deben realizar a velocidad del rayo los movimientos sin que se les caiga la bandera del reloj. Ahora, los relojes son digitales y no existe la incertidumbre del minuto más, minuto menos, y mucho menos de la inexacta y a veces trucada banderita.
- Tampoco se debe hacer esperar a un rival (el italiano Turatti) minutos y llegar tarde a la sala de juego gritando "¡¡¡¡¡Se prepara una gran victoria!!!!!"
- Déjà vu de "Eyes wide shut": la escena con el vals N.2 de Shostakovich de fondo, demasiado relacionable con la película de Kubrick sólo dos años atrás. Destacables la escena del polvo múltiple mezclada con movimientos del torneo, y es que a veces llegas a hacer jugadas orgásmicas si tienes la fortuna de participar en torneos. No es broma: Los que jugamos al ajedrez tenemos esa sensación maravillosa.
- La escena en que Luzhin le firma un autógrafo a un niño, para después descubrir que fue mandado por su padre, con toda seguridad el que quería el autógrafo.
- "¿Cuánto hace que juega?"
- "9363 días, 5 horas y 4 minutos."
- La espectacular combinación de mate que urdió Luzhin en la partida final, una obra de arte en todos los sentidos.
- Un dato a destacar para neófitos del ajedrez de competición: nunca se debe golpear el reloj tan fuerte como hace Luzhin en la partida que acaba en tablas contra Karolyi, tampoco se debe abandonar la mesa sin firmar las planillas, y ahora está terminantemente prohibido fumar en las salas de torneos, por fortuna para el noble deporte. Así que las tretas de echar el humo a la cara del contrario no son posibles.
- Buena demostración de "ping-pong" entre Turatti y Luzhin, cuando ambos jugadores están con apuros de tiempo y deben realizar a velocidad del rayo los movimientos sin que se les caiga la bandera del reloj. Ahora, los relojes son digitales y no existe la incertidumbre del minuto más, minuto menos, y mucho menos de la inexacta y a veces trucada banderita.
- Tampoco se debe hacer esperar a un rival (el italiano Turatti) minutos y llegar tarde a la sala de juego gritando "¡¡¡¡¡Se prepara una gran victoria!!!!!"
- Déjà vu de "Eyes wide shut": la escena con el vals N.2 de Shostakovich de fondo, demasiado relacionable con la película de Kubrick sólo dos años atrás. Destacables la escena del polvo múltiple mezclada con movimientos del torneo, y es que a veces llegas a hacer jugadas orgásmicas si tienes la fortuna de participar en torneos. No es broma: Los que jugamos al ajedrez tenemos esa sensación maravillosa.