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España España · Murcia
Voto de Jabi:
6
Thriller. Drama El guión de Jorge Semprún se basa en el libro homónimo de Artur London que narra en primera persona las purgas estalinistas de las que fueron víctimas los disidentes del Partido Comunista checoslovaco, entre ellos el propio London. Estas purgas tuvieron lugar en el famoso Proceso de Praga de 1952. (FILMAFFINITY)
5 de junio de 2011
32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1970 Costa-Gavras junto a Jorge Semprún e Yves Montand vuelven a unirse para llevar a la gran pantalla su crítica social. Dos años antes mostraron el terrorismo de estado con "Z" a través de la investigación (en clave de thriller) del asesinato del político pacifista griego Grigoris Lambraquis. Con "La confesión" su foco de atención se trasladó al Bloque del Este denunciando los excesos y purgas del estalinismo. Fue un film valiente y conflictivo que enfrentó con dignidad la verdad silenciada por las organizaciones obreras de la época, iluminadas todavía por la revolución soviética y empeñadas en obstaculizar la crítica y la discrepancia, justificando y decorando la triste realidad del Telón de Acero.

"La Confesión" (L’aveu, 1970) desarrolla las situaciones vividas por una de las víctimas del llamado Proceso de Praga (1952), Artur London, un comunista de los de “toda la vida” (afiliado a las juventudes del partido con 14 años, brigadista en la Guerra Civil Española, combatiente en la Resistencia Francesa…), que en ese momento era viceministro de Relaciones Exteriores de Checoslovaquia (desde 1949) y que fue detenido en 1951, junto a otros catorce altos cargos, bajo la acusación de "conspiración contra el estado" (acusación que más tarde se demostrará falsa). London conoció la tortura de manos de sus propios camaradas en un proceso kafkiano, que la película acierta a reflejar meticulosamente, en el que, a medida que se acentúa su penoso itinerario de humillaciones (sin saber qué es de lo que se le acusa) se irán descubriendo las técnicas de interrogatorio con las que se encauzaban las declaraciones, técnicas que sin necesidad de exponer flagrantes mentiras daban a los hechos la intencionalidad necesaria para incriminar a la víctima.

La tragedia de Artur London nos desvela el método seguido por el estalinismo contra aquellos que consideraba adversarios (en los procesos de Hungría, Polonia, Bulgaria, Praga…), siempre bajo la excusa de la traición. Es el drama de tantos y tantos comunistas de los países del Este que creían en la revolución, que toleraron el dominio soviético porque con la URSS derrotaron al nazismo, pero que acabaron presos del monstruo que no supieron ver venir: el totalitarismo de su lider, Stalin. La tragedia de miles de “enemigos”, “infiltrados”, “espías al servicio de los Estados Unidos o el fascismo”, “saboteadores”, “traidores”, “muertos”, “desaparecidos”…, víctimas de la locura de un tirano que reprodujo en todos los países bajo su influencia (incluida la República Española) el mismo sistema de aniquilación contra sus oponentes que utilizó en la propia URSS desde los años 30.

Como siempre, Costa-Gavras impecable en su denuncia. El tiempo se lo agradece.
Jabi
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