No se le puede pedir a "More" más de lo que ya da. Y no se puede porque lo que ofrece el primer trabajo de Mark Osborne es la perfección condensada en seis minutos de claymation, magia que cobra vida frame a frame hasta instalarse en la memoria, para no irse de ahí nunca jamás. He perdido la cuenta de las veces que lo he visto, pero puedo asegurar que al menos han sido unas cien y la sensación que me queda a posteriori es siempre la misma: la de haber asistido a una joya donde cada elemento forma parte de un todo indestructible, sólido como una roca,.

"More" transmite una historia tan (oscuramente) bella como humana, iniciándose con una secuencia de un sueño en la que unos niños juegan en un parque. Cuando el protagonista se despierta, vemos que la realidad es muy diferente: todo es gris, insustancial, mecánico. Vemos una sociedad futura en la que el trabajo y la desilusión ha devorado la esperanza y la felicidad. La única forma de obtener esto último es a través de diferentes inventos, lo que no impide al "héroe" de la trama, que podrías ser tú, o cualquier otro, intentar salirse del molde y buscar su propio camino. Lo que sigue a continuación es una causa-efecto tan tradicional como efectiva. Osborne no inventa nada, pero lo presenta de una forma única, original y con gran maestría, empleando los principios de la animación para crear una obra lúcida y compacta.

Pero si algo (al margen de la historia) hace de "More" un cortometraje excepcional, es su portentosa banda sonora: todo el trabajo de Osborne se sustenta en el clásico "Elegia" de New Order, a juicio de este negado melómano, uno de los mejores temas instrumentales de la historia. Cada acorde, cada nota, parece haber sido creada específicamente para este trabajo, un ejemplo más de la perfecta unión de música-narración-imagen que comentaba más arriba y que convierte "More" no sólo en uno de los mejores trabajos de corta duración de los años 90, o una cumbre del Stop Motion con plastilina -Claymation-, sino en uno de los mejores cortometrajes de la historia y, a fecha de hoy, habiéndolo visto más de un centenar de veces, mi preferido. ¿El mejor de todos los tiempos? Tampoco me voy a mojar: existe mucho y muy variado, de muchos estilos diferentes. Pero una cosa es segura: es una Obra Maestra y, como tal, merece ser vista por todo el mundo. Magistral.