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Voto de Caith_Sith:
4
Intriga. Terror. Thriller Una azafata estadounidense (Emmanuelle Seigner) se asocia con Enzo Lavia (Adrien Brody), un detective italiano, para rescatar a su hermana (Elsa Pataky) que ha sido secuestrada por un sádico asesino en serie, conocido con el sobrenombre de “Amarillo” ("giallo"). (FILMAFFINITY)
5 de octubre de 2009
20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Giallo es tan, tan mala, que da la vuelta y se convierte en algo completamente entrañable. Dario Argento, director que en base a lo visto me parece tremendamente sobrevalorado, consigue al menos con su nueva película no tomarse muy en serio, plantear una película sobredimensionada, con una trama que empieza bien y que poco a poco se va desdibujando. Lo que queda al final es un esbozo que sirve como base para que unos personajes, tan estereotipados como ridículos, dejen caer diálogos aún más estúpidos que las propias motivaciones del "asesino" interpretado por Byron Deidra.

Brody interpreta a un detective con la voz cascada, asocial, de esos que convierten el trabajo en su vida y la oficina en su segunda casa, siendo azotado continuamente por los crímenes a los que debe buscarles explicación. Su papel es tan forzado como Argento ha querido que sea (parece ser que es una condición que les impuso a los intérpretes, sobreactuar hasta el límite), sucediendo lo mismo con la preciosa Emmanuelle Seigner, que busca incansablemente a su hermana, a quien da vida Elsa Pataky, hablando un inglés cuasi-perfecto y que, tras salvar a un niño de una picadura de serpiente con aceite de olvida (en Snakes on a Plane) ahora se dedica a hacer de súper-modelo al principio y de mujer-atada-a-una-camilla a posteriori.

Nada en Giallo tiene sentido. Todo lo que sucede es trivial, así que según van pasando cosas sólo hay dos opciones: tomárselas en serio o en coña. El tono de la película invita a lo segundo, así que a pesar de su nula calidad admito que no lo pasé del todo mal viéndola. Es ese su mayor mérito: resultar entretenida, no forzar la máquina, saber cuando parar para que la sensación de tiempo perdido no llegue a apoderarse del espectador. Su divertido final no hace sino confirmar una cosa: Argento sabe reírse de si mismo. Y conseguir que, nosotros, nos riamos con él. No está mal camuflar así la falta de talento, la verdad... ya podrían aprender otros.
Caith_Sith
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