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Voto de Luis Ángel Lobato:
7
Drama Un irritable y anticuado granjero, Walter Brennan, trata de criar a sus cuatro hijos sin la ayuda de una madre. Con su terquedad ha arruinado ya una granja y va en camino de arruinar otra, dando la espalda a cualquier ayuda externa y rehuyendo del uso de métodos modernos. No teniendo bastantes problemas, intenta también romper el romance de su hija mayor y su sueño de unirse a una cooperativa local para la crianza de cabritos. (FILMAFFINITY) [+]
31 de julio de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un muy interesante drama rural en el que se denuncia la anticuada y egoísta moral de un padre de familia que impone a sus jóvenes hijos una férrea disciplina basada en criterios reaccionarios para mantenerlos atados a las faenas de su granja y su obsesión en cultivar sus tierras con métodos arcaicos que casi lograrán sumir a toda la familia en una tragedia.
La testarudez de este agricultor -magnífico Walter Brennan- será tal que intentará impedir que su hija mayor mantenga sus propios criterios sobre cómo guiar su propia existencia y destruir su amor con un ingeniero agrónomo que querrá implantar los métodos modernos para el cultivo de esos campos y evitar una catástrofe natural.

Otro de los aspectos de esta buena y desconocida película (al parecer no se estrenó en salas de cine en España) es el tratamiento, en la América profunda, agraria y ganadera, del mundo de la infancia (perfecta la niña Natalie Wood) y de la adolescencia, que se mueve entre los deseos de la añorada libertad, de los sueños y de la imaginación, unidos a las aspiraciones de adquirir una cultura académica, y la realidad de la represión de ese microcosmos patriarcal, retrógrado y represor.

En el film se aprecian ecos de John Ford y de Frank Capra en la composición de personajes y de sus relaciones, en el peso de la sangre y en la solidaridad familiar y, estilísticamente, en la esmerada fotografía casi expresionista.
A destacar, por su puesta en escena y emotividad, la larga secuencia de la brutal riada y de cómo el director William Russell, forjado en series televisivas, juega con el paisaje, con los elementos meteorológicos, con esa fotografía expresionista aludida, con el "tempo" narrativo interno y con la sentimentalidad de los personajes.

El final, muy de Capra, como ya he aludido, amortigua la brutal ideología del personaje central y suaviza la tensión psicológica a la que han sido sometidos los personajes durante la hora y media de intenso metraje.

En conclusión: una película muy especial, con todos los ingredientes del cine clásico americano, donde se nos muestra que la vida en campo no es siempre ideal ni alabable, a pesar de que el film nos propone un clima con una especie de tono entrañable y familiar. Y menos bajo el dominio de un tiránico y ofuscado progenitor.

Una pequeña joya para contemplar.
Luis Ángel Lobato
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