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España España · Madrid
Voto de Juanma:
3
Thriller. Intriga Nico Albert es un adolescente de carácter muy peculiar, inteligencia excepcional y una única obsesión: el ajedrez. Sus padres, preocupados por la anómala actitud de su hijo, contratan al psicólogo infantil Julio Beltrán. A través de la terapia y de la afición común al ajedrez, Julio se adentrará en el inquietante mundo de Nico y en las complejas relaciones de esta familia aparentemente normal. (FILMAFFINITY)
3 de junio de 2013
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde These Three (Esos tres) (1936), de William Wyler, y su remake The Children's Hour (La calumnia) (1961), también de Wyler, hasta el clásico del cine de terror The Omen (La profecía) (1976), de Richard Donner, pasando por The Bad Seed (La mala semilla) (1956), de Mervyn LeRoy, o la más reciente We Need to Talk About Kevin (Tenemos que hablar de Kevin) (2011), de Lynne Ramsay, el argumento con niño más o menos diábolico o malvado ha venido dando mucho juego en esto del cine, ya sea para instaurar el eterno debate acerca del germen del mal en la mente humana (¿el asesino nace o se hace?) o, simplemente, para elaborar productos de género con ánimo meramente comercial capaces de generar espectáculo a través de una pormenorizada intriga en aras de la sorpresa final. Es por ello que un título como Hijo de Caín, adaptación al cine de la exitosa novela "Querido Caín" (2006), escrita por el escritor y psicólogo educativo Ignacio García-Valiño, tiene más que limitada su capacidad para sorprender por encontrarse estrictamente adscrito a un (sub)género ampliamente reconocido por el respetable.

Porque el guión de la película, escrito al alimón entre Sergio Barrejón y David Victori tiende a lo largo de todo el metraje una esquemática tela de araña con la intención de encubrir ante el espectador al verdadero culpable, soslayándole o tratando de exculparle apuntando sus dardos siempre hacia el falso. Y lo cierto es que Jesús Monllaó articula la puesta en escena de su ópera prima con notable pulso y no poco gusto estético. Es de alabar este debut en el largometraje del anteriormente premiado cortometrajista, precisamente por su capacidad manifiesta para generar una conveniente y efectiva atmósfera de inquietante penetración, contextualizando su historia a través de lujosas cenas burguesas y dinámicas y tensas partidas de ajedrez. Sin embargo, a pesar de construir un filme que jamás decae en ritmo y que se encuentra formalmente bastante bien manufacturado, Hijo de Caín termina no siendo un thriller solvente. Primero por la indecisión a través de la que acaba bifurcándose el tono de la película, que empieza con fuerza narrativa y potencia visual aclimatándose a los estilemas del thriller psicológico, para luego vagabundear entre el policíaco y el melodrama familiar, restando alcance perturbador al primero.

Y segundo, y mucho más importante, por la clara impericia de un guión que se adecua y respeta a rajatabla las normas impuestas en el género, lo que en un principio puede ser tenido como una virtud, pero a la larga se descubre un auténtico lastre. Debido a él, Hijo de Caín jamás consigue lo que se supone ha de conseguir todo buen thriller: sorprender al espectador. Consciente de haber visto esta misma historia muchas veces antes, el público siempre va por delante de la narración, haciendo de la trama de la película algo demasiado previsible, incapaz de aportar nada nuevo o diferente y desvelando, para más inri, cierta insuficiencia de inventiva incluso para no hacer tan evidentes las costuras de su entramado, como por ejemplo, la forma en la que el psicólogo protagonista va descubriendo los secretos en el dormitorio de Nico y encaja las piezas del puzzle resulta en exceso premeditada y planificada, lo que añade obviedad a la resolución final del conflicto, por no hablar de la acumulación de giros gratuitos y nada efectivos en su tercio final.

Que Jose Coronado vuelva a resultar convincente en su papel no sería destacable si no fuera porque, en esta ocasión, es capaz de echarse sobre sus hombros todo el peso de una película que le maltrata sobremanera. Julio Manrique se muestra entregado a su cometido pero se queda lejos de brillar, sobre todo cuando tiene delante a una María Molins estupenda y matizada añadiendo a su trabajo una formidable carga dramática. La estrella de la función debería ser el debutante David Solans, pero a pesar de valorar positivamente el trazado perturbador sobre el que el joven actor lleva a cabo toda su actuación, también es de señalar su nula intención por desmarcarse de los estereotipos y clichés habidos para este tipo de personajes, lo que tampoco supone que pierda opciones de cara a una posible nominación al Goya revelación. Por ello, no es de extrañar que lo más grato del reparto sea el concurso de un veterano de la talla de Jack Taylor, aportando una exquisita disciplina y su acostumbrado estoicisimo a un personaje poco desarrollado pero que, gracias a él, resulta el de más indiscutible interés fílmico dentro de un thriller que revela a un director dotado de talento, capaz de construir una producto comercial de estimable factura técnica, pero que deberá escoger mejor y perfilar más en detalle su futuros textos.

http://actoressinverguenza.blogspot.com
Juanma
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