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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
2
Ciencia ficción. Acción Rekall es una empresa que puede convertir los sueños en recuerdos reales, haciendo que la frontera entre realidad y memoria se difumine. Para Douglas Quaid (Colin Farrell) la idea de hacer un viaje mental que le proporcione recuerdos de una vida como superespía puede ser la solución perfecta para contrarrestar su frustrante vida. Lo malo es que el proceso sale mal, y Quaid se convierte en un hombre perseguido por los agentes de un ... [+]
6 de septiembre de 2012
253 de 319 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Se imaginan un remake de “E.T., el extraterrestre” sin alienígena y ni un mísero «teléfono, mi casa»? ¿Vería alguien un remake de “Regreso al futuro” sin Delorean? Los responsables de este remake de “Desafío total” se han pasado el planeta rojo por la bandera de Japón que forma el interior del orificio de su culo. Pero, inconsecuentemente (y por marketing), no la titularon con su verdadero nombre: “Desafío rectal”. El remake de Len Wiseman es todo un ‘desafío rectal’ para los espectadores, que podrán comprobar horrorizados lo mismo que pasó en la reciente y también intolerable revisión de “Perros de paja”: a los pezones ya no los dejan ni respirar. Ni siquiera aunque sean tres tetas de látex. ¡Nada! ¡El cine comercial actual norteamericano no quiere pezones femeninos! Al parecer y en su lugar la tendencia es… la estupidez.

El cambio que se convierte en clara metáfora de este remake es una gota de sudor por una lágrima. Antes, los clásicos populares se ganaban su condición a base de trabajo y secreción, pero ahora se llora por tiempos pasados y el sufrimiento de la profanación de esos pilares. Wiseman únicamente tiene vultuosidad de pose estética (y estática), pura aparatosidad narrativa. Aquí ha pasado por la piedra a Philip K. Dick bajo el precepto y casquillos (y chascarrillos) de “Underworld”. Los efectos visuales no son de uso narrativo sino simplemente estético y de apabullante formalidad para seducir al espectador y justificar su abultado presupuesto. El Douglas Quaid / Hauser que propone Colin Farrell incurre en la parodia: no le han explicado, al parecer, en las escuelas de interpretación que hay una ‘sutil’ diferencia entre querer interpretar a una persona que descubre ser otra y queda obviamente sorprendido… y ser Forrest Gump.

Ni Marte ni mutantes… Ni un mísero póster de las Tortugas Ninja ¡Nada! La construcción de personajes tampoco ayuda: simples carcasas huecas de mentes huecas y frases huecas. Brillos, luces y reflejos-reflectantes y una millonada en empaque de efectos digitales para homenajear… a los Gusiluz. Para que no se líe la audiencia y enchufar a la parienta de Wiseman han fusionado el papel de Sharon Stone con el de Michael Ironside. No es que Kate Beckinsale sea lo peor (¡para nada!), aunque al final acaba siendo una pesada… como el resto del reparto incluido el protagonista.

Todo queda en un conglomerado-popurrí-digital de “Minoity Report”, “El quinto elemento”, “Blade Runner”, “Yo, Robot”, “El caso Bourne” y “La guerra de los Rose”. 22 años antes y con un rating R por su extremada violencia el original rompía moldes y recaudó el doble que este bodrio infantil llamado remake. ¿A alguien en Hollywood no le ha quedado claro que tocar ahora es sinónimo de violar?

Efectivamente parece que durante lo que dura la película se hace ‘realidad’ una frase de la misma: «No puede huir de tu cabeza, pero puedes escapar de esta pesadilla…». Corran y escapen de esta película, pues. O será su Desafío Rectal…
Maldito Bastardo
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