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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
5
Acción. Comedia. Terror La película continúa donde lo dejó Hatchet II. Un equipo de policías y paramédicos se dirige al pantano donde ocurrieron los hechos para averiguar lo sucedido. Por su parte, Marybeth y una periodista especializada en la leyenda de Victor Crowley tratarán de descubrir el modo de acabar con la maldición vudú que permite al fantasma de Crowley masacrar a la gente de Honey Island desde hace décadas. (FILMAFFINITY)
2 de enero de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La trilogía Hatchet siempre ha sido de extremos: o crees en Victor Crowley o llamas loco (y otros innombrables adjetivos) a la gente que cree en esos fantasmas adictos al picadillo y al kétchup. BJ McDonnell toma el relevo de Adam Green y es evidente que vamos a tener un constatado cambio de timón en la política de excesos pese a mantener sus credenciales hiperbólicas y repetir Parry Shen y Rileah Vanderbilt junto a guiños a pasadas entregas con una aparición estelar de Sid Haig. “Hatchet III” decide comenzar fuerte y donde lo dejó sumando un desenlace a lo remake de “Evil Dead” para dejar claras las cosas: Victor Crowley será triturado a golpe de motosierra pero no descenderá a los infiernos ya que recordemos que la maldición está siempre presente… y es en ese punto donde vamos a ser testigos de cómo corren el ensangrentado telón para presentarnos la historia. Sumamos los fichajes de Zach Galligan (“Gremlins 2: La nueva generación” y “Gremlins”) para dejar claro el componente metaficcional cuya ex mujer es Caroline Williams (“La matanza de Texas 2”) sigue intacto, junto a otros visibles guiños e incluso autohomenajes. “Hatchet III”, en definitiva, quiere ser una gran fiesta de excesos sin importarle perder el sentido de la orientación.

Así, el deambular de la cinta de BJ McDonnell está plagado de referencias con una ducha a lo “Rambo” o una transformación de la saga en “Aliens: el regreso” divisada en parte ya en su anterior entrega, aunque “Hatchet 3” también tiene un espacio narrativo dentro de un terreno poco explotado por el género: ¿qué ocurre después de todo el frenesí de sangre, vísceras y masacre? ¿Quién puede creer que un fantasma es causante de una pesadilla real? Desde la frase «¡Quiero a un abogado no a un bloggero!» se establece el remake como condena y repetición, como si la propia película fuera siempre autoconsciente de ese juego sobre fantasmas y maldiciones, sobre repetidores y no-muertos.

Es una incontestable verdad que el gore con tono cartoon que propone la franquicia y la sucesión de ultra-violencia no es para nada gratuita con un personaje como Victor Crownley, pero la película es realista con un hecho: hay tantos cadáveres en el lugar de los brutales crímenes que nadie puede negar lo evidente… por fantasmagórico que parezca. BJ McDonnell ha decidido dar ciertos toques ochenteros al conjunto trazando una trama en paralelo con la heroína que piensa que ha concluido su aventura pero se encuentra atrapada en una repetición como aquella que vivió en “Hatchet II”. Netamente absurda en sus planteamientos, el desenfrene entre maldiciones, soluciones improvisadas y el frenesí de la violencia con una llamativa distinción en cada asesinato y descuartizamiento del anterior, levantando y ondeando una nueva bandera compuesta por órganos vitales. No hace más que ceder a ese desfibrilador que ejerce la crítica para dejarse caer, como si la propia película fuera consciente de la decepción que pudiera crear. Y ahí nos deja con el último aliento y una luz como si nosotros decidiéramos si la pesadilla ha llegado a su fin y despertar…
Maldito Bastardo
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