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Voto de Archilupo:
9
Comedia. Drama. Romance Isaac Davis, un neoyorquino de mediana edad tiene un trabajo que odia, una novia de 17 años a la que no ama y una ex esposa lesbiana a la que desearía estrangular, porque está escribiendo un libro en el que cuenta las intimidades de su matrimonio. Cuando conoce a Mary, la sexy y snob amante de su mejor amigo, se enamora perdidamente de ella. La idea de dejar a su novia, acostarse con Mary y abandonar su trabajo supone para él el ... [+]
17 de junio de 2011
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Urbanistas y sociólogos nos lo explicarían con cientos de palabras, pero si deseamos verlo, si queremos contemplar cómo respira y late, cómo contempla igual que un gran saurio de hierro y cemento a los habitantes que bullen en su interior, cómo cada jornada ejerce su personalidad característica, la que permite distinguir entre sí a estos grandes seres colectivos, en esta película cuyo principal papel lo protagoniza la ciudad de Nueva York tenemos ocasión magnífica para cumplir nuestro deseo.

Ya en el principio mismo, mientras una inconfundible voz en off trata de arrancar el cacareado "capítulo primero" en innumerables intentos, es presentada la protagonista en un collage-panorámica culminado encantadoramente en fuegos artificiales.

La ciudad siente a sus habitantes, que son aquí intelectuales habladores (Woody Allen el que más, hijo predilecto), un poco pedantes y un poco esnobs, enfrascados en cháchara incesante acerca de de divorcios, ex parejas, psicoanálisis de supermercado...

Los planos abiertos que abarcan calles explican cómo la ciudad acoge a estos tipos que Allen clava con su oído sarcástico; cómo los amamanta con la tensión vital que corre por sus avenidas como sangre por arterias. ¡Incluso aunque vengan de Filadelfia, donde lo tienen todo superado y creen en Dios!

Gershwin es otro de los hijos predilectos y pone la melodía idónea a este retrato, que Woody Allen realiza con devoción en B&N, para dar escenas deliciosas, como el diálogo en el Planetario, o mágicas, como la del paseo en coche de caballos por Central Park, la del Puente de Brooklyn iluminado mientras 'escucha' las confidencias de la pareja, o las apariciones de Manhattan ante el propio Brooklyn o Staten Island. Mágicas porque, lejos de ser mero decorado, un fondo inerte, Nueva York está presente: es un gran dragón acogedor, paternal y maternal a la vez, que llena la pantalla y ayuda a que, como concluye Allen, "se pueda tener un poco de fe en las personas".
Archilupo
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