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Voto de Archilupo:
8
Drama Andrei Gorchakov, un poeta ruso, recorre Italia en compañía de Eugenia con la intención de investigar la vida de un compositor del siglo XVI sobre el que está escribiendo. En su viaje se encontrarán con el apocalíptico Domenico. (FILMAFFINITY)
14 de marzo de 2009
162 de 169 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Tarkovsky, que fuera de Rusia no se hallaba a sí mismo y enfermaba, realiza en “Nostalgia” un hermético despliegue de imágenes poéticas a partir del concepto que da título a la película; imágenes como la de las ruinas de la catedral de San Galgano albergando una casa rural rusa, composición de impresionante fuerza, o las innumerables protagonizadas por el agua.
La hostilidad de las autoridades soviéticas, el odio que le dedicaban los funcionarios encargados de neutralizar sus proyectos, le habían obligado a buscar salida en Occidente con el consiguiente riesgo, para un alma puramente rusa como la suya, de no superar el desarraigo.

2) El drama personal ya se filtra en “Nostalgia”: el poeta Gorchakov, agriado y achacoso aunque joven, intenta en su exilio una búsqueda inconcreta. Vaga por una Toscana transfigurada, ajena al cliché de la luminosidad latina. Es más bien el reconocible universo de Tarkovsky, el mismo de La Zona de “Stalker”: un mundo neblinoso, ruinoso, encharcado, en el interior de cuyos caserones caen aguaceros. Y vaga sin hacer turismo; no entra en iglesias ni asiste a liturgias de valor folklórico. Su incapacitadora nostalgia no tiene que ver sólo con la lejana patria, las raíces familiares y la infancia, sino con la existencia misma, en extrapolación metafísica. El mundo es irreconocible y extraño para el hombre. Se repara por ello en la maternidad, por la que se nace a este mundo. De ahí la invocación a la Virgen en la capilla, de ahí la imagen detallada de la ‘Madonna del Parto’ de Piero Della Francesca. El nacimiento, la encarnación del espíritu en la materia, es también el comienzo del irremediable sentimiento de nostalgia.

3) En el intenso discurso lírico apenas hay narración, es casi una trama inmóvil: una acompañante de Gorchakov se siente ofendida en su feminidad por la severa melancolía del poeta, quien a cada poco evoca dolorosamente a su familia, en la casa de campo entre bruma y bosques eslavos.
El contacto con el loco huraño Domenico le proporciona una enigmática tarea, a vivir como rito trascendental: atravesar una piscina termal abandonada llevando una vela encendida.
Domenico se sube al caballo de la estatua romana de Marco Aurelio y lanza un sermón de corte milenarista, dislocado y lúcido, sobre el vergonzoso estado del hombre actual.

4) Tarkovsky, a quien tras esta pieza de sombría belleza sólo quedaba por rodar “Sacrificio”, consideraba que el cine puede ofrecer la imagen del alma humana. De hecho, cada una de sus películas parece fragmento de una macropelícula estática e ilimitada.
En sus últimos diarios anotaba: “Para encontrar la forma de cambiar el mundo debo encontrar la forma de cambiarme a mí mismo”. Dedicado en “Nostalgia” a ese empeño, trabajó con claves íntimas (aunque no tan privadamente tratadas como en “El espejo”) y lo señaló como el film que mejor le expresaba.
Archilupo
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