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Voto de Archilupo:
8
Drama Samuel Dodsworth es un magnate de la industria del automóvil, el típico hombre de negocios que empezando desde abajo ha llegado a la cima del éxito. Él y su esposa deciden pasar una segunda luna de miel en Europa, pero durante el viaje descubre que ella le es infiel, y su mundo empieza a tambalearse. (FILMAFFINITY)
26 de febrero de 2009
40 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) En los años treinta, Hollywood permitía entre los grandes espectáculos cinematográficos alguna película más exigente, como este compacto melodrama que aún destaca por la madurez y sabiduría con que narra una crisis matrimonial, además de por la abundante maestría de los recursos. Al menos, se lo permitían a Wyler, quien se aproxima comprensivamente a los personajes, en construcción inteligente, sin excesos de caracterización, ceñido de modo preciso a rasgos esenciales para el drama.

2) Cuando su hija recién casada ya no los necesita, el potentado Dodsworth (Walter Huston, gran actuación) y su esposa Fran (Ruth Chatterton) afrontan una nueva etapa vital. Él ha pasado décadas volcado en la empresa, sin cultivar ocio alguno, en un plan de vida típico del país de las oportunidades, y ahora piensa en un respiro. Ella, pese a que pronto será abuela (o tal vez por eso), quiere verse y sentirse aún joven, con ganas de aventura. Movidos por ese afán de recobrar tiempo perdido se embarcan en el Queen Mary rumbo a Europa, y ya por el camino se van polarizando las actitudes.

Él, consciente de sus limitaciones (no es hombre mundano: se autodefine como “paleto sencillo”), tendrá que cuestionarse si su mujer le quiere realmente y si, a la altura de la cincuentena, puede aspirar a un amor más auténtico que ése que, viciado por la mutua costumbre, entra en agonía. Ella, apremiada por la resistencia a envejecer, la avidez de admiración y la prisa por apurar una vida desenfadada, deriva a un romanticismo folletinesco donde se mueven galanes profesionales y zalameros gigolós (un jovencísimo Niven entre ellos).

En un tono firme y escéptico, sin concesiones, Wyler muestra cómo lo que se llama amor consiste con la mayor frecuencia en relaciones de poder a escala doméstica.

3) Los acontecimientos se narran con elegante economía, con flexibilidad y cintura, jugando en paralelo las tramas, cuando cabe, para llenar de aliento el desarrollo y dotarlo de ritmo e incertidumbre hasta el fotograma final. Como buen cineasta, Wyler cuenta mediante imágenes que dicen más que cien diálogos:
Dodsworth contempla desde su despacho la fábrica, obra de su vida: luce en lo alto las grandes letras del apellido.
La fugaz ráfaga de un faro en la noche, señal de la proximidad al fin de la “Madre Inglaterra”, desata vivo entusiasmo, que llama la atención de una distinguida divorciada, a reposo en una tumbona de cubierta (deliciosa Mary Astor).
Al otro lado de la bahía zarpa el crucero, y en él se va la vida verdadera soñada por una mujer, pero segundos después una barca de pescador llega derecha desde la orilla lejana, y algo cambia.

4) Es la mentalidad americana media, tal y como la plasma el novelista Sinclair Lewis, sí, pero mentalidad genuinamente liberal y democrática, del todo asimilado el progreso legal del divorcio. “Desengaño” muestra a las claras qué avance social representa frente a los vínculos vitalicios e indisolubles. Y la película tiene más de 70 años…
Archilupo
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