Humphrey Bogart se moría. Cuentan que llegaba siempre puntual al rodaje, trabajaba duro y se marchaba a última hora. Así día tras día. De vez en cuando su rostro traslucía los terribles dolores que estaba padeciendo, sus ojos se volvían demasiado acuosos y tenía que volver a grabar ciertos planos; el resto del tiempo se mantenía firme, estoico, profesional. No viviría para ver el estreno.

Dándole la réplica, haciendo de villano, estaba Rod Steiger, un actor del método, que llevaba a la pantalla las nuevas ideas sobre interpretación. Steiger está convincente; Bogart, soberbio.

La película es vibrante, eficaz, algo sombría. Aborda dos temas, el boxeo y el periodismo, aunque si habría que enmarcarla en un género éste sería sin duda el del noir. El argumento versa sobre un columnista deportivo, Eddie Willis (Bogart), quien tras muchos años ganándose el pan honradamente se encuentra ahora en paro y sin blanca. Eddie es contratado por Nick Benko (Steiger) para promocionar y convertir en estrella a un boxeador traído de Sudamérica, un joven de aspecto imponente pero con cero habilidades.

La dirección resulta sólida. Nos movemos desde mugrientos vestuarios a fiestas en habitaciones de hotel, desde ambientes urbanos hasta la lona del ring. Las escenas de combate son reseñables, poseen dramatismo. Se nota buena mano en los diálogos. El protagonista se halla envuelto en una lucha interior, una lucha en la que la ambición por ganar dinero y la mala conciencia se debaten de forma encarnizada. Ciertos acontecimientos terminarán por inclinar la balanza.

La dignidad no se compra. Que no os engañen las peleas arregladas, los boxeadores vendidos, el público sediento de sangre, los gángsters de medio pelo, la corrupción, el chantaje, las estafas, el mal periodismo, las mentiras que se propagan con insistencia y amenazan con convertirse en verdad. La dignidad no entiende de ídolos de barro; la dignidad hay que buscarla en uno mismo, porque una vez que la encuentres ya no te abandonará. De dignidad Bogart sabía mucho.

- ¿Qué pensará la gente de mí?
- ¿Qué importa lo que piensen esas bestias?, ¿has visto sus caras? Pagan por ver matar a alguien. Al diablo con ellos.