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Voto de Quim Casals:
8
7,5
18.587
Intriga
Una familia americana, compuesta por el doctor Ben MacKenna (James Stewart), su mujer (Doris Day) y su hijo Hank, está pasando unas vacaciones en Marruecos. Tras la muerte de un espía en brazos de Ben, mientras visitaban el mercado de Marrakech, el matrimonio descubre que su hijo ha sido secuestrado. Sin saber en quién confiar, los MacKenna se ven envueltos en una angustiosa pesadilla que tiene que ver con una operación de espionaje internacional. (FILMAFFINITY) [+]
10 de mayo de 2011
96 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es éste uno de mis Hitchcock preferidos, seguramente el que más de ese grupo de películas que él mismo denominaba "familiares", donde la faceta de entretenimiento lúdico —como "Alarma en el expreso", "Atrapa a un ladrón" o "Con la muerte en los talones"— se impone finalmente sobre otras consideraciones.
El resultado es así un thriller de suspense donde nunca se rehúyen las notas de humor —pese a que el suceso de partida sea tan dramático como el secuestro de un niño— y que a mi entender es un muestrario ejemplar del cronométrico talento del maestro. Destaca, claro está, la secuencia del Albert Hall, sin discusión una de las más imponentes "grandes escenas" de toda su carrera.
Pero como mucho y muy bien desde hace décadas se ha diseccionado el arte del director inglés, por esta vez prefiero centrarme en la reivindicación del aspecto comúnmente más atacado en este film, la elección de Doris Day (y por ende la idiosincrasia de su personaje, Jo).
En mi opinión, la actriz ofrece una muy solvente interpretación, dominando los nada fáciles registros que se le exigen: la reacción al enterarse del secuestro de su hijo, su expresión ante el dilema moral interno que la invade durante el concierto o la manifestación de la complejidad de sus sensaciones cuando canta el "Qué será, será", son una prueba de eficiencia que dudo mucho hubiese superado Tippi Hedren, por ejemplo.
En cuanto a la tipología del personaje, no puede negarse que es la protagonista más "asexuada" de la filmografía del director, y seguramente en ese contraste con la prototípica rubia hitchcockiana (gélida por fuera, fogosa por dentro, que seduce tanto al protagonista en la ficción como al espectador a través de la pantalla) se explique la decepción que a muchos produce (y su inevitable asociación mental con comedias amilbaradas contribuye a acentuar ese efecto). Sin embargo, bajo ese engañoso disfraz de "matrona", bajo esa sólo aparente representante del más conservador "American Way of Life" (la cantante que ha renunciado por el peso de las convenciones sociales a su próspera carrera para centrarse en su rol de fidelísima esposa y madre) aparece una de las mujeres más sagaces, inteligentes y activamente responsable de la resolución de la trama criminal de todo el cine de Hitchcock. Veámoslo, como no puede ser de otra manera, en la zona spoiler (aviso: contiene otro spoiler sobre "Vértigo"):
El resultado es así un thriller de suspense donde nunca se rehúyen las notas de humor —pese a que el suceso de partida sea tan dramático como el secuestro de un niño— y que a mi entender es un muestrario ejemplar del cronométrico talento del maestro. Destaca, claro está, la secuencia del Albert Hall, sin discusión una de las más imponentes "grandes escenas" de toda su carrera.
Pero como mucho y muy bien desde hace décadas se ha diseccionado el arte del director inglés, por esta vez prefiero centrarme en la reivindicación del aspecto comúnmente más atacado en este film, la elección de Doris Day (y por ende la idiosincrasia de su personaje, Jo).
En mi opinión, la actriz ofrece una muy solvente interpretación, dominando los nada fáciles registros que se le exigen: la reacción al enterarse del secuestro de su hijo, su expresión ante el dilema moral interno que la invade durante el concierto o la manifestación de la complejidad de sus sensaciones cuando canta el "Qué será, será", son una prueba de eficiencia que dudo mucho hubiese superado Tippi Hedren, por ejemplo.
En cuanto a la tipología del personaje, no puede negarse que es la protagonista más "asexuada" de la filmografía del director, y seguramente en ese contraste con la prototípica rubia hitchcockiana (gélida por fuera, fogosa por dentro, que seduce tanto al protagonista en la ficción como al espectador a través de la pantalla) se explique la decepción que a muchos produce (y su inevitable asociación mental con comedias amilbaradas contribuye a acentuar ese efecto). Sin embargo, bajo ese engañoso disfraz de "matrona", bajo esa sólo aparente representante del más conservador "American Way of Life" (la cantante que ha renunciado por el peso de las convenciones sociales a su próspera carrera para centrarse en su rol de fidelísima esposa y madre) aparece una de las mujeres más sagaces, inteligentes y activamente responsable de la resolución de la trama criminal de todo el cine de Hitchcock. Veámoslo, como no puede ser de otra manera, en la zona spoiler (aviso: contiene otro spoiler sobre "Vértigo"):
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
* Tras la primera escena en el autobús, es ella quien se da cuenta que el francés ha estado interrogando en toda regla al marido sin que él se percate.
* Es ella quien desconfía del matrimonio Drayton, a quienes él encuentra muy simpáticos.
* Es ella quien se asusta del francotirador cuando entra en la habitación (desde luego su cara "de malo" es canónica) de nuevo sin que él perciba nada extraño.
* Ya en Inglaterra, es ella quien descubre que Ambrose Chapel es una capilla mientras él pierde el tiempo en una jocosa y surrealista escena con los taxidermistas.
* Es ella quien deduce las intenciones de cometer el atentado en el Albert Hall, mientras él bastante trabajo tiene con salir de la iglesia.
* Es ella quien salva la vida del ministro con su grito (atención: con el uso de su voz, recordemos que era cantante), mientras él se limita a rematar físicamente la acción haciendo caer al sicario.
* Finalmente, en la recepción, es ella cantando el "Qué será, será" (de nuevo, la voz) quien logra contactar con el hijo, mientras él otra vez se limita a la acción física del rescate.
Probablemente al propio Hitchcock le trajeran sin cuidado estos detalles, más de guión, pero lo cierto es que la cristalina moraleja que se podría extraer de la historia, casi en clave de feminismo "avant la lettre", es que ha quedado patente la injusticia patriarcal que supuso que ella renunciara a la profesión de cantante (a su vocación y realización individual), carrera que ahora podrá reemprender con todos los honores, sin que el marido tenga derecho moral a objeción alguna (más bien le debería una disculpa).
En este sentido, no deja de resultar curioso, e incluso inquietante, que la película hoy valorada unánimemente como la mejor de Hitchcock y de las mejores de la historia, "Vértigo", presente por el contrario a la mujer más insegura, sumisa y emocionalmente dependiente de los hombres de toda su filmografía: Judy, una mujer que en su único afán de sentirse amada, por dos veces es incapaz de reivindicarse y por dos veces se humilla voluntariamente renunciando a lo más auténtico que tiene, ella misma, su propia individualidad, su propio ser: en la primera parte del film, creyendo que así obtendrá el amor del asesino Elster, consiente que éste la transforme en Madeleine para engañar a Scottie y matar a su mujer; en la segunda parte, abandonada y enamorada de Scottie, consiente que éste la transforme de nuevo en Madeleine para recuperarla de entre los muertos.
* Es ella quien desconfía del matrimonio Drayton, a quienes él encuentra muy simpáticos.
* Es ella quien se asusta del francotirador cuando entra en la habitación (desde luego su cara "de malo" es canónica) de nuevo sin que él perciba nada extraño.
* Ya en Inglaterra, es ella quien descubre que Ambrose Chapel es una capilla mientras él pierde el tiempo en una jocosa y surrealista escena con los taxidermistas.
* Es ella quien deduce las intenciones de cometer el atentado en el Albert Hall, mientras él bastante trabajo tiene con salir de la iglesia.
* Es ella quien salva la vida del ministro con su grito (atención: con el uso de su voz, recordemos que era cantante), mientras él se limita a rematar físicamente la acción haciendo caer al sicario.
* Finalmente, en la recepción, es ella cantando el "Qué será, será" (de nuevo, la voz) quien logra contactar con el hijo, mientras él otra vez se limita a la acción física del rescate.
Probablemente al propio Hitchcock le trajeran sin cuidado estos detalles, más de guión, pero lo cierto es que la cristalina moraleja que se podría extraer de la historia, casi en clave de feminismo "avant la lettre", es que ha quedado patente la injusticia patriarcal que supuso que ella renunciara a la profesión de cantante (a su vocación y realización individual), carrera que ahora podrá reemprender con todos los honores, sin que el marido tenga derecho moral a objeción alguna (más bien le debería una disculpa).
En este sentido, no deja de resultar curioso, e incluso inquietante, que la película hoy valorada unánimemente como la mejor de Hitchcock y de las mejores de la historia, "Vértigo", presente por el contrario a la mujer más insegura, sumisa y emocionalmente dependiente de los hombres de toda su filmografía: Judy, una mujer que en su único afán de sentirse amada, por dos veces es incapaz de reivindicarse y por dos veces se humilla voluntariamente renunciando a lo más auténtico que tiene, ella misma, su propia individualidad, su propio ser: en la primera parte del film, creyendo que así obtendrá el amor del asesino Elster, consiente que éste la transforme en Madeleine para engañar a Scottie y matar a su mujer; en la segunda parte, abandonada y enamorada de Scottie, consiente que éste la transforme de nuevo en Madeleine para recuperarla de entre los muertos.